Mujer crea negocio millonario mientras cría a sus 14 hijos
Ninguno de los 14 hijos de Tammi Umbel fue a la escuela. Ella se encargó personalmente de educarlos en la casa y motivarlos para que realizaran estudios superiores.
Eso lo hizo mientras desarrollaba una empresa de cosméticos naturales valorada en US$1.7 millones, con un modelo de negocios bastante particular: nunca ha pedido préstamos a los bancos, ni ha aceptado recursos de inversionistas para expandir su negocio.
«Yo quería hacer crecer mi empresa al estilo viejo. Vender, hacer dinero y reinvertirlo. Nunca quise trabajar con capital prestado porque soy musulmana y confío en que haciendo las cosas bien, uno será recompensado».
La primera empresa que fundó fue una compañía textil que no anduvo muy bien. Decidió cerrarla y de inmediato se puso a pensar en un nuevo proyecto.
Así nació Shea Terra Organics, una empresa de productos naturales para el cuerpo que utiliza insumos provenientes de grupos tribales y pequeñas comunidades de productores en países como Madagascar, Egipto, Marruecos, Namibia o Tanzania.
Partió hace 17 años utilizando ingredientes desconocidos en el mundo occidental como el Aceite de Argán o el Shea Butter, también conocido como mantequilla de Karité.
Luego diversificó su producción viajando a lugares apartados para descubrir los secretos provenientes de aldeas muy pobres donde aún se siguen utilizando ingredientes nativos para tratar la piel.
«Por años tuve la intención de generar empleos en lugares donde las condiciones de vida son muy precarias. Sabía que ese conocimiento ancestral podía tener aplicaciones que beneficiaran a los indígenas productores de las materias primas y que, al mismo tiempo, me permitieran abrir un nuevo mercado de productos completamente naturales», dijo Umbel.
El jabón negro africano
La compañía, con sede en el estado de Virginia, EU, actualmente vende sus productos online y los distribuye a través de Vitamin Shoppe, una cadena con 700 tiendas en el país.
Una de las dificultades que Umbel ha encontrado durante los últimos años es que «el mercado de los productos naturales está lleno de productos falsos, con mínimas concentraciones de los ingredientes esenciales y que en realidad son un engaño a las personas».
«Así es muy difícil competir porque yo no estoy dispuesta a sacrificar la calidad de mis productos para conseguir más ingresos», afirma.
Por años tuve la intención de generar empleos en lugares donde las condiciones de vida son muy precarias»
Incluso la empresaria ha tenido que lidiar con copias falsas de sus propios productos que se venden online en lugares como Amazon y otros sitios.
Uno de los últimos productos que ha lanzado al mercado es el jabón negro africano, un producto que aparentemente ayuda en el tratamiento del acné.
Y a pesar de no llevarse bien con los tradicionales modelos de negocios, Umbel ahora está considerando por primera vez distribuir sus productos en grandes cadenas.
Una granja donde no hay televisión
Umbel vive junto a su esposo, un médico proveniente de Paquistán, y sus 14 hijos en una granja donde no hay televisión.
Cuatro de ellos están en la universidad estudiando medicina, ingeniería y ciberseguridad. El resto, sigue siendo educado en casa por ella, aunque ahora con la ayuda de los hermanos mayores.
Además de llevar adelante el negocio y la educación de sus niños, Umbel viaja constantemente a otros países para tener un contacto directo con las productoras que la abastecen de los ingredientes básicos para sus productos y porque, además, como dice ella, le encanta conocer otras culturas.
Y muchas veces se lleva a sus hijos -que tienen desde 4 años hasta 26- a sus excursiones por el mundo, porque considera que esas experiencias también son parte de la educación.
«Quiero desarrollar un espíritu emprendedor en ellos y un respeto por el medio ambiente y las personas», dijo Umbel.
Gran parte de su éxito se lo atribuye a la persistencia y también a su relación con el Islam, porque la ha inspirado a desarrollar «un negocio que se basa en la honestidad a la hora de vender los productos y en la generosidad con las personas que participan en todo el proceso de producción».
(Con información de BBC Mundo)