Millennials, por un nuevo sindicalismo
Los sindicatos en EU no tienen una buena reputación. En Europa se consideran una parte importante del panorama económico, y una razón clave por la cual los salarios han permanecido altos frente a la competencia global.
Lamentablemente, en EU, los empleadores consideran que los sindicatos son agentes escleróticos de reglas rígidas y anticuadas, entidades que deben ser aplastadas en lugar de trabajar con ellas. Donald Trump ciertamente está de acuerdo.
Deshacerse de lo que queda del movimiento obrero estadounidense ha sido una de sus metas públicas, y seguramente aparecerá en los titulares de las noticias este otoño, ya que los proyectos de ley y los casos judiciales que podrían eliminar las fuentes de financiación de los sindicatos del sector público estarán de vuelta.
Mientras tanto, los demócratas ni siquiera mencionaron la palabra sindicato en su nuevo plan económico “Better Deal” anunciado la semana pasada.
Sin embargo, se podría argumentar que lo que EU necesita en este momento es un movimiento laboral revitalizado.
La participación del sector laboral en la economía del país ha descendido a su nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, lo cual es un enorme problema en una economía que depende 70 por ciento de gastos de consumo.
La desaparición del movimiento laboral (que actualmente sólo representa 10.7 por ciento de la fuerza laboral de EU, 50 por ciento menos que a principios de la década de 1980), es uno de los principales factores que ha precipitado este problema. La fuerza laboral ha perdido su poder de negociación, un problema exacerbado por la “economía gig” y la automatización.
Sin embargo, hay señales de un posible surgimiento de un nuevo movimiento laboral. Consideremos el reciente auge del Freelancers Union (Sindicato de trabajadores independientes) que representa a cerca 350 mil trabajadores, mayormente en las principales áreas urbanas.
A diferencia de los sindicatos tradicionales que tienden a cubrir las industrias de servicio público o el sector de construcción y manufactura, el Freelancers Union representa a trabajadores más calificados (escritores, diseñadores gráficos, fotógrafos).
Esto destaca la cambiante naturaleza del significado de “clase trabajadora”. Si se define meramente en términos de dólar por hora, muchos trabajadores independientes de cuello blanco no pertenecerían al grupo.
Pero si se define en términos de inseguridad laboral, como lo hacen cada vez más los economistas de izquierda, entonces estos trabajadores enfrentan los mismos obstáculos y preocupaciones, desde la falta de pensiones y asistencia sanitaria hasta una mayor vulnerabilidad a ser reemplazados por nuevas tecnologías que están abarcando cada vez más empleos bien remunerados.
El potencial económico y político de esta combinación ha motivado a Sara Horowitz, la fundadora del Freelancers Union. Su organización desempeñó un papel importante en la reciente aprobación de una ley en la ciudad de Nueva York que permite que los contratistas independientes puedan demandar a sus clientes cuando no les pagan.
El grupo de la Sra. Horowitz subsecuentemente ha desarrollado una aplicación para ayudar a sus miembros a encontrar abogados que quieran tomar sus casos, y ya que la mayoría de estos profesionales del sector legal también eran independientes o trabajaban en bufetes pequeños, ella comenzó a organizarlos también.
La Sra. Horowitz quiere que los demócratas se enfoquen en una gama más amplia de trabajadores de varios niveles de ingresos.
Éste sería un buen momento para hacerlo. Un estudio del Pew Foundation muestra que la visión de los sindicatos por parte de los millennials es muy diferente a la de sus padres.
Ha habido un auge de opiniones positivas con respecto a los sindicatos a partir de su punto más bajo en 2010 — 48 por ciento de la población cree que los sindicatos son buenos — pero los millennials son los más positivos. Kashana Cauley, una escritora para The Daily Show con Trevor Noah, recientemente hizo un llamado para que todos los millennials comiencen a luchar en un momento en el que “el gobierno quiere destruir el sistema de salud, tanto público como privado, y cuando los salarios están en descenso”, uniéndose a sindicatos existentes o creando sus propios sindicatos”.
Es interesante señalar que este punto de vista es atractivo para los jóvenes en ambos lados del escenario político. De hecho, la mitad de los millennials conservadores ya apoyan a los sindicatos, en comparación con sólo 24 por ciento de los republicanos de más edad, en gran parte debido a sus preocupaciones sobre su movilidad ascendente. Los republicanos con menos educación tienden a tener una opinión más positiva de los sindicatos.
Esto presenta una gran oportunidad para los demócratas si quieren ganar las elecciones de mitad de período en 2018, ni hablar de la elección presidencial de 2020.
No es una exageración decir que el desequilibrio de poder entre el sector corporativo y el sector laboral es tan profundo actualmente como lo era en la década de 1930 cuando surgió el último movimiento laboral estadounidense. Esta vez la diferencia radica en quiénes son los afectados por ese desequilibrio: los ingenieros de software, los diseñadores de sitios web, los conductores de autobús y los maestros han sido afectados por igual.
Los políticos que puedan crear una agenda económica que abarque las preocupaciones cada vez más compartidas entre todos estos grupos probablemente se ayudarán a sí mismos e impulsarán la economía. Y tal vez deberían usar la palabra sindicato mientras lo intentan.
(Con información de El Financiero)