Más de 450 millones de europeos bajo amenaza

Desde el Atlántico hasta el Mar Negro y desde el Mar Mediterráneo al Mar Báltico, la seguridad de Europa se ha convertido en una realidad única e indivisible. Hemos de hacer todo lo posible para garantizarla.

Pesa sobre el continente europeo un nivel de amenaza elevado.

Algunas de estas amenazas siguen siendo convencionales. Sin embargo, cada vez más, debemos hacer frente a ataques no convencionales en el territorio europeo, como los atentados terroristas perpetrados por el Daesh, los ataques informáticos o las campañas de desinformación llevadas a cabo por parte de terceros países.

Estos ataques suponen una amenaza para la vida cotidiana de nuestros ciudadanos. Pretenden desestabilizar nuestras sociedades, nuestros valores democráticos y nuestras economías, e incluso socavar el pilar de estabilidad que representa la Unión en un entorno internacional cada vez más volátil. No hacen distinción entre las fronteras exteriores e interiores de nuestra Unión: de regionales, las fronteras han pasado a ser globales.

Es nuestra responsabilidad colectiva contrarrestar estas amenazas. Los jefes de Estado y de Gobierno han optado por la unidad y la acción. Así lo recalcaron con contundencia en la Declaración de Roma en marzo de este año.

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha manifestado su compromiso pleno en este sentido. La protección de los europeos es una de sus grandes prioridades. Ya en su discurso sobre el estado de la Unión de septiembre de 2016 afirmó que «una Europa que protege a sus ciudadanos es una Europa que vela por su seguridad, interior y exterior».

En efecto, la Unión de los 27 es mucho más que un simple mercado único. Es ante todo una Unión de 450 millones de ciudadanos europeos y un proyecto de paz para nuestras futuras generaciones.

La seguridad interior, la protección de nuestras fronteras exteriores y la gestión de las crisis en nuestra vecindad constituyen el núcleo de nuestras prioridades. Hemos de seguir reforzando nuestros vínculos con la OTAN y nuestras capacidades de anticipación e información, de planificación y coordinación de los instrumentos civiles y militares, y de despliegue y ejecución de operaciones exteriores.

Día a día vamos avanzando. Tomemos el ejemplo de la lucha contra el terrorismo.

Para prevenir el riesgo de atentados del Daesh, el comisario Julian King está trabajando en el aumento de los intercambios de información entre los servicios de seguridad para detectar más rápidamente los reclutamientos del Daesh o los individuos radicalizados que puedan cometer atentados. Además, gracias a la estrecha cooperación establecida con las plataformas de internet y a la acción de Europol, ya se ha retirado casi el 90 % de los contenidos extremistas de las redes sociales.

La lucha contra el Daesh requiere asimismo equipos de defensa modernos e interoperables y el despliegue de operaciones exteriores. En noviembre de 2015, al igual que muchos otros países europeos, Rumanía respondió con premura a la petición de Francia de una mayor asistencia mutua a fin de movilizar a hombres y equipos en el Sahel y en Irak para luchar contra el Daesh.

No obstante, tenemos que converger hacia una mayor solidaridad europea: en el conjunto de los 27 Estados miembros, los gastos de defensa, que ascienden a más de 180 000 millones de euros al año, equivalen a 3 600 veces los costes comunes de las operaciones militares llevadas a cabo bajo pabellón europeo y, aunque disponemos de 1,5 millones de soldados en Europa, solo 5 000 se encuentran actualmente desplegados en operaciones europeas.

Gracias al impulso del presidente Juncker y a la labor de la alta representante Federica Mogherini, del vicepresidente Jyrki Katainen y de la comisaria Elbieta Biekowska, la Comisión está contribuyendo activamente a la creación de una defensa europea.

El pasado 7 de junio, la Comisión presentó varias opciones para converger hacia una defensa europea común y propuso la integración progresiva de los instrumentos de defensa nacionales de cara a 2025. También ha creado un Fondo Europeo de Defensa destinado a fomentar el desarrollo conjunto de las futuras tecnologías y equipos de defensa, y que podría representar un 1 % del presupuesto de la Unión a partir de 2021.

A mediados de julio, el presidente Emmanuel Macron y la canciller Angela Merkel dieron nuevo brío a la puesta en marcha de una defensa europea más integrada, en particular poniéndose de acuerdo sobre el alcance de la cooperación estructurada permanente. Tras la salida del Reino Unido, a París y Berlín les aguarda una responsabilidad especial.

Los europeos avanzan de este modo hacia la creación de una Unión de Seguridad y Defensa.

Los británicos, por su parte, han optado soberanamente por abandonar la Unión y el conjunto de sus políticas.

Se trata de una elección que debemos respetar y que tendrá consecuencias de carácter eminentemente práctico, también en materia de seguridad y defensa: el ministro de Defensa del Reino Unido ya no podrá ocupar su puesto en el Consejo de ministros de Defensa; Londres dejará de ser parte de la Agencia Europea de Defensa y de Europol; la industria y los centros de investigación de defensa del Reino Unido no podrán ser beneficiarios del Fondo Europeo de Defensa; y Londres tampoco podrá asumir ya el mando de operaciones europeas. No es menos cierto que la Unión de los 27 y el Reino Unido deberán unir sus fuerzas para hacer frente a las amenazas comunes; la seguridad de nuestros conciudadanos no es negociable. Es por ello que, a su debido tiempo, examinaremos las condiciones para que la Unión de los 27 y el Reino Unido puedan converger en cuestiones de seguridad y defensa.

No obstante, el futuro de la Unión es nuestra prioridad más inmediata. El presidente Juncker ha presentado en esta línea un Libro Blanco en el que se proponen diversas opciones para desarrollar el proyecto europeo, y cerca de 200 000 ciudadanos europeos ya han participado en este amplio debate democrático.

Debemos esforzarnos por converger y hacer de la Unión una elección natural, la de nuestras futuras generaciones. Nuestra es la tarea, de París a Bucarest, de seguir haciendo de la Unión Europea una comunidad con un destino común, que requerirá sin duda la creación de una defensa europea integrada.

(Michel Barnier es negociador principal de la Comisión Europea encargado del Brexit; ex ministro de Asuntos Exteriores de Francia)

(Mihnea Motoc es jefe adjunto del Centro Europeo de Estrategia Política y asesor del presidente Juncker en asuntos de seguridad y defensa; ex ministro de Defensa Nacional de Rumanía)

(Con información de El País)

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