Los migrantes son esenciales en sociedad estadounidense

Por lo regular, el trabajo es pesado, pero en medio de la pandemia se puso más duro, relata migrante que sigue laborando en EU

En plena pandemia de Covid-19, Estados Unidos ha sustentado parte de su supervivencia en el trabajo de millones de migrantes, muchos indocumentados, que en medio de la crisis han seguido laborando en los sectores “esenciales” a fin de no frenar áreas como la salud y la alimentaria.

Según datos del Departamento del Trabajo (DOL, por sus siglas en inglés), hay 2.5 millones de trabajadores agrícolas en los campos estadundienses, 83 por ciento de ellos se identifican como latinos y se estima que al menos un millón son indocumentados, aunque el propio DOL admite que el número podría ser mayor, pues ante el temor a una posible deportación, ocultan su estatus migratorio.

En el sector salud, de los 12 millones de personas que trabajan como médicos, enfermeros, dentistas y otros, más de 2 millones (17 por ciento) son migrantes.

Desde hace varios años, José (que pide ser llamado así porque no cuenta con documentos migratorios) trabaja en granjas agrícolas de California. Por lo regular, dice, el trabajo es pesado, pero en medio de la pandemia “se puso más duro”.

Originario de Michoacán, la crisis sanitaria ha complicado su situación en este país: dejó el departamento que compartía con otros mexicanos, pues uno dio positivo al Covid-19; sus cargas de trabajo han incrementado; y en abril presentó algunos síntomas, pero aun cuando es un trabajador esencial, paradójicamente carece de servicios de salud por su condición migratoria y no recibió atención.

“Falté varios días al trabajo, sí me pagaron. La libré con tés, miel y limón. No sé si lo tuve o no, pero cuatro días la pasé bastante mal, hubo un momento que pensé que no la libraba. Gracias a Dios, aquí sigo. No puedo parar porque soy yo el que manda el apoyo a la familia (en México)”, afirma.

José sabe que es gracias a su esfuerzo y al de millones de connacionales más en los campos agrícolas, las granjas, las empacadoras de alimentos y los supermercados, la producción y distribución de alimentos para este país no se ha detenido.

“¡Uno le chinga verdad! Y bueno, pues nos pagan relativamente bien, al menos mucho más de lo que ganaría en México. Quizás sí somos fundamentales, pero eso ya que lo midan las autoridades. A mí me toca preocuparme por seguir sano para seguir trabajando”.

El 28 de marzo pasado, apenas en los primeros días de pandemia en ese país, el Departamento de Seguridad Interior dio a conocer un listado de actividades consideradas “críticas para la salud pública y para la seguridad económica y nacional”, entre ellas servicios médicos, producción agrícola, transporte y distribución de bienes esenciales, actividades de mantenimiento y limpieza, y generación de agua y electricidad.

En muchas de estas actividades están empleados millones de trabajadores migrantes, a quienes en diversos sectores de Estados Unidos se les ha llamado “los héroes anónimos”. “Para el trabajo uno no se raja, necesitamos el dinero para enviar a las familias. Estamos por todos lados: en el campo, en los servicios de limpieza, en hospitales, en empacadoras de comida, supermercados. En esta crisis, estamos mostrando nuestra valía, pero seguramente muchos seguiremos en el limbo por las políticas de (Donald) Trump”, apunta David Miranda Castrejón, de 55 años originario de Torreón, Coahuila, y líder en el note de Texas del Grupo
Comunitario Fuerza Migrante.

“Pese a la pandemia seguimos trabajando, sí, hay riesgos, pero hay que echarle para adelante tomando todas las precauciones: lavarse constantemente las manos, usar cubrebocas y gel antibacterial todo el tiempo, respetar la sana distancia. Hay que estar enfocados y con más rigos. En Estados Unidos se paralizó totalmente entre 60 y 70 por ciento de la economía por el Covid-19, y a nosotros nos tocó seguir, y pues aquí estamos”, refiere David, quien trabaja en un negocio de materiales para la construcción.

El ritual al regresar a casa es duro para evitar un posible contagio a sus seres queridos. Antes de tener contacto con cualquiera, se quita toda la ropa y se ducha. Y aún así tiene cuidado de no estar tan cerca de su esposa, hijos y nietas, pues haber regularizado su condición migratoria, le ha permitido vivir con toda su familia en este país. “Esto no es juego, es una enfermedad muy letal y debemos cuidarnos”.

Pese a ello, sus raíces son tan fuertes que sigue enviando remesas para otros familiares y para levantar una pequeña casa en su pueblo natal.

“La mayoría de los mexicanos que estamos acá nos queremos hacer de un bien material, una o dos casitas, inviertes dinero.

“El corazón de uno siempre está en su tierra, en México, y vives con el anhelo de regresar algún día. Si vuelvo, no quiero batallar en dónde vivir, quiero mi casa bien hecha y confortable.
Además, si tienes manera de ayudar a tus familiares que están allá, pues lo haces”.

(Con información de La Jornada)

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