La risa, asociada al humor, exclusiva del ser humano
Todos los mamíferos ríen, pero sólo nosotros interpretamos algo inesperado que nos hace reír y carcajear
Sonríen y ríen los mamíferos, entre ellos todos los primates, pero ninguno se ríe como un bebé humano cuando su mamá se tapa la cara y exclama booo.
Aunque aparentemente son lo mismo, la sonrisa, la risa y la carcajada tienen diferencias por sus funciones, dice Alicia Castillo Martínez, profesora de Neuroanatomía de la UNAM.
La sonrisa es un gesto sin sonido, un esbozo de la risa que ya es sonido, y la carcajada, la expresión máxima de la risa, agrega la coordinadora de evaluación de la licenciatura de Neurociencias de la Facultad de Medicina.
Entre sonrisas, Castillo Martínez da más detalles de la risa:
Aunque atractiva e importante en el sistema humano, la risa es poco o menos estudiada que el miedo; por ejemplo, el buscador Pubmed arroja sólo 67 artículos científicos de una, y del otro, mil 650.
Desde muy pequeñitos, los bebés sonríen; pero la risa (con sonido y aire que se va y regresa) aparece a los cinco meses. Y es hasta los siete, que en este movimiento de alegría ya hay una coordinación con componentes anatómicos y cognitivos. Hay ya una interpretación que la detona: como la sorpresa o algo absurdo (taparse la cara y hacer booo)
El humano no es el único animal que sonríe y ríe, pero “ningún mamífero sonríe o ríe “cuando aparezco o desaparezco, porque esta acción es difícil de integrar a nivel cognitivo”.
En el humano la risa nos viene de hacer asociaciones de algo que no esperábamos y que llamamos humor. De entender, por ejemplo, un chiste: “compadre, compadre, ahí viene el camión, hazle la parada”. Le hace la parada y se pasa el camión. “Compadre, se pasó de largo” y “pues qué bueno porque se pasa de ancho y nos aplasta ¿no?”
Cuando hay risa por humor se activan áreas de todo el cerebro: el lóbulo temporal (interpretación del lenguaje), la vía visual (ver la expresión del otro) que se asocia con la amígdala y el giro del cíngulo que generan el matiz afectivo y la emoción. Se prenden también los lóbulos frontales para entender el chiste. Y todo eso ocurre “en una fracción de segundos”
El jajaja ¿a qué se parece más, al lenguaje o al sonido que emiten los animales? Está más alejado de aquél que de éste. Su origen es básico y lo compartimos con todos los primates, con todos los mamíferos. La risa se parece más a un sonido de alerta, a un llamado de congregación de los animales, que al lenguaje humano.
La rata, por ejemplo, se carcajea a una frecuencia imperceptible para el oído humano. En 1999, Jaak Panksepp y Jeffrey Burgdorf demostraron que la gargalesis (sensibilidad a las cosquillas) no se limitaba a los humanos y a los primates.
Al hacerles cosquillas en la panza, las ratas emitían las mismas risitas supersónicas como cuando juegan. Incluso se acercaban por más cosquillas.
La cosquilla y el humor, para que ocurran, tienen algo en común: lo social. Uno no se hace cosquillas solo (la rata tampoco), aunque a veces si nos reímos solos. Pero comúnmente reímos mucho más cuando estamos en compañía, que solos. Y, según encuestas, quien ríe, reporta que ríe menos de lo que realmente lo hace.
Cuando uno habla en un lenguaje congruente y entendible para el otro, una resonancia magnética muestra que muchas estructuras están involucradas en la emisión de palabras: laringe, faringe, paladar, labios, etcétera.
En cambio, en la risa y en la carcajada, durante el famoso jaja, la lengua está relajada en el piso de la boca y ocurre un movimiento básico, donde se inhala y exhala. En la carcajada también hay un control del diafragma. Es muy difícil hablar y reír al mismo tiempo porque involucran diferentes patrones de respiración: uno respira diferente cuando habla que cuando ríe.
Por género, se ha observado que ríen más los hombres que las mujeres, pero las mujeres reportan tener más cosquillas que los hombres. Y que el sentido del humor es como una señal de conexión y a veces una forma de seducción, un juego donde se busca que el otro se ría.
La risa sonora y la carcajada tienen efectos fisiológicos de liberación de estrés. Reírnos relaja, nos hace sentir bien. Aunque también lo que más estresa a un ser humano es que otro se ría de él. Hay una gran distancia entre lo agradable que es reírse en comunidad para sentirnos incluidos y lo terriblemente estresante (puede uno sufrir un cuadro de ansiedad) que se rían de uno.
Hay también ataques de risa. Ocurren, se cree, porque el estrés se desbordó, no lo puede uno controlar y nos da este ataque de risa nerviosa, que no es agradable. Hay suficiente evidencia formal para decir que la risa es contagiosa. Debido a las neuronas espejo, descubiertas por el doctor Rizzolatti, tenemos esta capacidad de entender, de ser empáticos y de imitar al otro.
(Con información de Gaceta UNAM)