La Mami, un retrato contra los estigmas sociales
El documental de Laura Herrero Garvín compite en la sección Ahora México de la décimo primera edición de FICUNAM
Una de las películas que competirán por el Puma de Plata en la décimo primera edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM) es La Mami, el trabajo más reciente de la realizadora Laura Herrero Garvín.
“Doña Olga ha trabajado en el mundo del cabaret por más de 45 años y ahora es ‘La Mami’, la encargada del baño de mujeres del mítico Cabaret Barba Azul. Cada noche ofrece cuidado a las chicas que ahí trabajan bailando con los clientes. Para ellas, el baño es una burbuja de confianza dentro del Barba Azul. Hoy una nueva mujer llega al baño, tiene un hijo enfermo, necesita trabajo”, detalla el catálogo oficial del festival.
Antes del inicio de FICUNAM, Herrero recordó cómo llegó por primera vez al cabaret, su trabajo con las trabajadoras del lugar y la importancia de eliminar los estigmas alrededor de su trabajo:
Gaceta UNAM (GU): ¿Cómo llegaste al Barba Azul? ¿Qué recuerdas de esa primera experiencia?
Laura Herrero Garvín (LHG): Llegué al Barba Azul porque me gusta mucho bailar, una noche cuando vivía en la Ciudad de México un amigo me invitó. Me dijo que me iba a encantar el lugar porque había una banda que tocaba música en vivo, fue unos años atrás. Bailamos y, en una de las idas al baño, conocí a la Mami, me dio un pedazo de papel medio arisca, pero cuando estaba ahí escuché como una de las chicas que trabaja ahí decía “Mami, mami, un cliente me acaba de pedir matrimonio, me quiero casar con él” y ella le dijo que estaba muy tomada, que ese hombre no era de fiar. Llegó otra chica y le dijo: “Mami, estoy muy cansada”, luego otra: “Mami, ¿cómo me queda este vestido?”.
Empecé a notar lo importante que era esta mujer en ese baño del cabaret, era el sostén, el cuidado, la que de alguna forma mantienen la energía en ese baño de mujeres. ¡Lo sostenía! Ahí fue cuando me sentía atraída, no por el cabaret, sino por ese baño de mujeres y todo lo que se daba. En ese momento me acerqué y le dije que me interesaba mucho lo que pasaba en el baño, que me apetecía conocerlo más, quería visitarlas. Me dijo que fuera el martes a las nueve para hablar. Estuve el martes a las 9 y no paré, no dejé de ir desde entonces.
GU: ¿Por qué elegiste a La Mami y a Priscila como protagonistas?
LHG: La Mami es el sostén de la película y ese baño, cuida las energías. Es una madre postiza que las cuida, las ayuda a sostenerse en el vaivén de emociones de la noche. Priscila fue muy importante porque siempre quise que hubiera una chica nueva, alguien que entrara al cabaret para que la audiencia descubriera a través de ella de qué va el oficio de la noche, el oficio de las ficheras.
Fue un regalo del dios del documental, ella apareció justo un par de días antes de empezar a filmar. Llegó, hablé con ella, para entonces llevaba tres años trabajando en ese baño de mujeres para ganarme la confianza de las chicas y ella rápidamente aceptó participar, unirse a la “mubi”. Fue un trabajo apasionante porque, al final, la película se convirtió en un encuentro entre dos mujeres que de alguna forma se espejean. En la Mami, Prisicila puede ver en dónde acabará, cuál puede ser su futuro: replantearlo o aceptarlo.
Esto hace, para mí, que la película sume una capa mucho más importante.
GU: Son mujeres estigmatizadas, el documental trata de combatir esa imagen. Este es un trabajo, con sus particularidades, pero no deja de ser algo rutinario.
LHG: Las mujeres de este cabaret cargan con un estigma y un juicio social muy grande. Era importante quitarles todas esas capas que les ponemos desde afuera. Ellas son mujeres que están intentando ganarse la vida, sacar adelante a sus hijos. Todas son madres solteras, es muy importante para ellas y la sociedad quitar los estigmas que ponemos en el otro.
Simplemente porque tienen una profesión más moralizada, ellas siempre lo decían: “no hacemos daño a nadie, estamos intentando sobrevivir”. Me parecía super importante trabajar desde ahí. Mirarlas en su esencia, sus anhelos, sus sueños y así poder conectarnos.
GU: ¿Cómo fue el trabajo con todas las chicas? ¿Tuvieron miedo de salir a cuadro?
LHG: Cuando inicié el documental tenía muy claro que no quería un trabajo que estigmatizara o mirara por encima. Sin folclorizar. Para eso necesitaba hacer un trabajo profundo de acercamiento con ellas. Estuve como 3 años visitando el cabaret. La Mami entró muy rápido en confianza, pero las chicas tienen una vida donde sufren más el estigma. Fue más difícil para ellas.
Al inicio ninguna quería. Entendí, algo importante como documentalista, que invades el espacio del otro, yo invadí su espacio de trabajo y tenía que buscar soluciones para que aquellas que no deseaban participar pudieran ejercer su trabajo.
Entonces, fui hablando con unas y otras, son como 25. Les propuse diferentes formas de salir, podían aparecer o no, unas solo con voz, otras con voz y cuerpo pero sin rostro, o salir con todo. Con voz casi todas, pocas quisieron salir con todo. Conforme avanzó la grabación se fueron animando, cuidé una propuesta formal que me ayudara a proteger la identidad de las que no querían salir. Como yo era la directora de foto, cuidé esos momentos y las conocía muy bien a todas. Cuando una que no quería salir entraba (al baño), yo me protegía con un fuera de campo que las construía de otro lugar y construía alrededor de la colectividad que construían Priscila y la Mami. Son muchas mujeres y podrían ser muchas más porque han pasado muchas por ese baño.
Hablé mucho con ellas de las cosas que les importan, de cómo sufren el estigma y de alguna forma el documental podría ser un espacio para romperlo. No creo que vaya a cambiar mucho a la sociedad un documental, pero es un espacio para ponerlo sobre la mesa y mirar a estas mujeres más allá, ojalá en algunas personas cambie algo.
GU: ¿Qué opinas de la gentrificación que experimentó El Barba Azul en los últimos años?
LHG: Este espacio como muchos en México y alrededor del mundo se está gentrificando, es normal pero grave. Sobre todo porque es importante cuando hay un proceso de gentrificación, que los que invadimos de cierta forma el espacio y vienen de otra clase social respeten las dinámicas que se han desarrollado con los años, no se pueden romper.
Hay algo en el Barba Azul con las chicas, muchas decían “claro, si viene una güerita y baila con los clientes gratis porque los señores bailan muy bien salsa, a mi me quitan el trabajo, no me importa que bailen ¡pero que cobren!” Sólo así están en igualdad de competencia, pero como no cobran. Ellas me decían mucho “no me parece mal que vengan a fichar, pero bailen gratis con los clientes”. Es una invasión del espacio, es cruzar líneas que para las que habitan el lugar desde hace muchos años es muy sagrado.
Es importante respetar y no imponer.
GU: Uno de los puntos más importantes de la película es la manera en que las redes de apoyo surgen de manera casi espontánea.
LHG: Hay algo en ese baño de mujeres que rebota en muchos espacios más. Es un espacio de alianzas, comprensión, de palabra colectiva, de mirarse unas a otras. Es una habitación propia de Virginia Wolf es una burbuja de alianzas, para mi este cabaret representa un espacio micro, si lo miramos de forma más macro este cabaret representa a la sociedad, representa la colectividad feminista. Algo necesario en una sociedad patriarcal para que las juzgadas, estigmatizadas, violentadas podamos salir a la calle reforzadas después de construir alianzas en colectivo entre mujeres.
La programación de la décimo primera edición de FICUNAM estará disponible en las plataformas Cinépolis Klic y MUBI, así como en el micrositio Cine en línea, de la Filmoteca de la UNAM. Más información: ficunam.unam.mx
(Con información de Gaceta UNAM)