Indígenas pagan con naranjas, café y maíz en hospital de Chiapas

Altamirano. Chiapas es el estado más pobre del país. En las comunidades del sureste, donde ir al hospital requiere un traslado de varias horas, un diagnóstico de cáncer implica llevar al enfermo a la capital del estado… o retirarse a casa a morir con la familia.

El Hospital San Carlos es quizá la única alternativa de atención médica para las comunidades indígenas más pobres del sureste de Chiapas. Entre caminos selváticos, habitantes de los pueblos Tzeltal, Tzotzil y Ch’ol recorren hasta ocho y doce horas para llegar al lugar que, desde 1976, atiende enfermedades de la región financiado por organizaciones filantrópicas y la sociedad civil, hasta ahora sin ayuda económica del Gobierno Federal.

Este hospital, ubicado en Altamirano, Chiapas, registra hasta 100 consultas diarias con 70 camillas, un médico cirujano y un anestesista. Es una de los cuatro proyectos que tiene la Fundación de Obras Sociales San Vicente.

Los benefactores del Hospital San Carlos son Fundación Merced para el fortalecimiento institucional, Direct Relief para médicos e insumos, la holandesa Schumacher Kramer Foundation para la construcción de infraestructura, y Nacional Monte de Piedad.

La casa de empeño mexicana aportó 13.8 millones de pesos en instalaciones y equipo entre 2005 y 2018, esto representa 13% del total de los fondos del hospital durante ese periodo, de acuerdo con el director general de la Fundación de Obras Sociales San Vicente, Gustavo Correa Cano.

¿Cómo funciona?

Los padecimientos que llegan con mayor frecuencia a estos consultorios son las enfermedades crónicas, como cáncer y diabetes. La desnutrición también origina una demanda de enfermedades epidemiológicas que en otros estados del país son casi inexistentes. Durante 2017, el Hospital San Carlos atendió 78 casos de enfermos por tuberculosis, mientras que en la primera mitad de este año recibió 36 casos, en su mayoría menores de edad.

La comunidad Tzeltal no necesita registro para recibir servicio médico en el Hospital San Carlos. “Sólo pedimos nombre, edad y región donde viven. El servicio es gratuito, pero los medicamentos no. Algunos tzeltales pagan con cosas simbólicas: naranjas, café y maíz, pero aquí no podemos hacernos de medicamentos con naranjas”, explica Sor Adela Orea, médico general por La Salle.

Retos interminables

El Hospital San Carlos ofrece servicio las veinticuatro horas al día, sin embargo, el trabajo de doctores y enfermeras todavía es limitado debido a carencias de insumos, recursos tecnológicos y especialistas.

Las sierras en esta zona geográfica dificultan la utilización de fibra óptica en la región. Los diagnósticos todavía se redactan en máquina de escribir y no existen computadoras dentro de los consultorios ni servicio de comunicación vía internet.

“Una de las deficiencias más fuertes del hospital son los insumos”, explica Marissabel Casas Marroquín, coordinadora médica. Desde material médico como un desfibrilador para reanimación en paros cardíacos, ultrasonidos para ecografías, monitores cardíacos para medición de signos vitales inestables y oxímetros de pulso pediátricos, hasta gasas, mallas quirúrgicas, sondas orogástricas para intubación.

Durante épocas de calor aumenta la demanda por infecciones como diarrea, enfermedades gastrointestinales y respiratorias, mientras que la atención de especialistas de otros estados de la República y del extranjero dura sólo dos semanas cada tres meses.

Los padecimientos que más atienden son las enfermedades epidemiológicas como paludismo y tuberculosis, mientras que las especialidades que más requieren son ginecología, anestesiología y otorrinolaringología y pediatría.

El tratamiento para cáncer todavía implica una de las limitaciones más costosas para la población indígena. La influencia cultural y familiar no permite la exploración médica en las mujeres, como es la prueba de Papanicolaou para la prevención de cáncer cervicouterino.

Después de un diagnóstico positivo de cáncer, el Hospital San Carlos no continúa la manutención de un tratamiento, por lo que la solución inmediata es canalizar a los pacientes hacia el Hospital de Alta Especialidad en Tuxtla Gutiérrez, “esto representa mayor desgaste físico, económico y emocional para las familias, a veces esto es imposible de cumplir”, explica Marissabel Casas Marroquín, coordinadora médica.

Sólo 1 de cada 7 mujeres diagnosticadas con cáncer acepta un traslado hacia Tuxtla Gutiérrez, el resto decide quedarse en Altamirano con su familia.

Este hospital realiza en promedio 70 cirugías al mes, con sólo un médico cirujano y un anestesiólogo. “Cuando llegan pacientes que necesitan cirugía en urgencias y el médico no está aquí porque ya terminó su jornada, lo contactamos y llega. Siempre está disponible, pero necesitamos más especialistas.”

Hasta ahora, la intervención que Hospital San Carlos tiene con el Gobierno Federal consiste únicamente en jurisdicción sanitaria. Algunos tratamientos requieren medicamento con regulación normativa, como es el caso de la tuberculosis. “No podemos conseguir medicamento de ese tipo en cualquier farmacia, tenemos que ir hasta el municipio de Ocosingo por regulación estricta. No hemos visto algún recurso económico gubernamental, sólo de sociedad civil”, argumenta Casas Marroquín.

Chiapas ocupa el primer lugar del país en pobreza extrema con 28.1%, sólo por encima de Oaxaca y Guerrero.  El estado registró 253 hospitales generales del sector público en 2017 y una población total de 5.3 millones de personas hasta el año pasado, de acuerdo con cifras de México, ¿cómo vamos?

Arquitectura y mantenimiento

Chiapas es segundo estado de la República que reportó más actividad sísmica durante el 2017, con 22.9% de los epicentros de los sismos en México, de acuerdo con un reporte del Servicio Sismológico Nacional (SSN).

Frente a ello, el arquitecto y diseñador mexicano para el Hospital San Carlos, Kees Grootenboer, explica que la estructura del lugar está fortificada con formas curvas para repartir la presión de choques sísmicos. “Las esquinas son puntos muy delicados en caso de sismo porque ahí se generan choques encontrados y entonces se rompe todo; en curvas se reparte la presión y tienen más posibilidades de resistencia.”

“La comunidad Tzeltal podemos sentirnos bienvenidos en el Hospital San Carlos. Los doctores nos traducen del español al tzeltal, eso nos ayuda a sentirnos en confianza y respeto. Yo digo que desde los tiempos de mi abuelo este es nuestro hospital, en otros lugares no nos hacen sentir tan bien”, platica Jesús, músico indígena de origen tzeltal.

(Con información de Forbes México)

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