Honra izquierda alemana a activista Rosa Luxemburgo

Asesinada hace cien años, la periodista y oradora era una infatigable teórica del marxismo, muy apreciada por Lenin

La izquierda alemana, en baja forma y profundamente dividida, conmemora este domingo en Berlín a Rosa Luxemburgo, mítica figura revolucionaria asesinada hace cien años.

El centenario, que reúne a los nostálgicos de «Rosa la Roja» y de Karl Liebknecht, otro importante personaje de la izquierda alemana también asesinado en enero de 1919, podría acoger este domingo en el centro de la capital a más de 10 mil personas.

Varias conmemoraciones serán además organizadas durante toda la semana en Berlín, pese a los intentos de la derecha local prohibir estas manifestaciones en honor a los «enemigos de la democracia y de la sociedad libre».

«Rosa Luxemburgo suscita un gran interés en un público muy diverso», asegura Claudia von Gelieu, politóloga que desde hace años guía a los visitantes por los lugares más emblemáticos de la historia alemana.

«Ícono pop»

La izquierda alemana –cuyos dos principales partidos, SPD y Die Linke suman juntos menos del 25% de las intenciones de votos en los sondeos— atraviesa una profunda crisis, igual que en Europa y el resto del mundo.

En Alemania, en particular en los estados de la antigua Alemania del este, la izquierda sufre la competencia frontal del partido de extrema derecha AfD.

«El hecho de que Rosa Luxemburgo fuera asesinada tan pronto», antes del estalinismo, «la convierte en un ícono cuya aura e influencia siguen intactos», explica a la AFP el politólogo Stefan Heinz, de la Universidad Libre de Berlín.

El diario de izquierda Tageszeitung la presenta incluso como un «ícono pop».

Rosa Luxemburgo, periodista y oradora de talento, procedente de una familia de comerciantes judíos liberales de Lublin, en la Polonia rusa, era una infatigable teórica del marxismo, muy apreciada por Lenin.

Recorrió toda Alemania para movilizar a la muchedumbre, subida en un taburete.

Karl Liebknecht era un diputado socialdemócrata, que pasó a la posteridad por haber proclamado la «República socialista» el mismo día de la abdicación del emperador.

Juntos, crearon la Liga Espartaquista, en referencia a Espartaco, el esclavo y gladiador convertido en jefe de los parias sublevados.

Dos semanas antes de su asesinato, a los 47 años, ambos habían fundado el Partido Comunista de Alemania (KPD).

Este doble asesinato, el 15 de enero de 1919 supuso el punto de partida de la «semana sangrienta», uno de los episodios más sombríos de la sublevación de decenas de miles de soldados, marinos y obreros, iniciada en noviembre de 1918 tras la derrota alemana en la Primera Guerra mundial.

Los Cuerpos Francos, militares desmovilizados tras la guerra, mataron a Luxemburgo y a Liebknecht y lanzaron sus cuerpos a un canal berlinés.

Represión

El gobierno socialdemócrata de entonces, surgido tras la abdicación del emperador Guillermo II, y deseoso de restablecer el orden en víspera de las elecciones que darían nacimiento a la República de Weimar, había ordenado a los Cuerpos Francos una represión brutal de los revolucionarios.

Esta represión y el doble asesinato sellaron la ruptura entre socialdemócratas (SPD) y comunistas, que facilitaría el advenimiento del nazismo en 1933, una división que todavía hoy perdura.

Durante la Guerra Fría, los dos íconos fueron objeto de intentos de instrumentalización tanto en el Este, donde se erigieron monumentos en su gloria, como en el Oeste, que los presentó como figuras de la izquierda radical traicionadas por el estalinismo.

(Con información de AFP)

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