Extinción: último llamado para salvar a los seres humanos
Se requiere urgentemente consolidar las políticas públicas y las acciones para la conservación de las especies
Con o sin cambio climático, en México y el mundo miles de especies están en riesgo de extinción por el crecimiento de la población humana, el consumo desmedido y el uso de tecnologías ineficientes.
Tan sólo en nuestro país, según un análisis reciente del doctor Gerardo Ceballos, de todas las especies de vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces), entre el 40% y 50% se encuentran en algún grado de riesgo.
Algunas de ellas, apunta el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, ya están incluidas en la norma mexicana de especies en peligro, pero muchas otras —inclusive varias descritas recientemente— todavía no.
Se sabe que en México alrededor de 40% de los vertebrados están en peligro de extinción, pero “no sabemos que ocurre con los invertebrados y las plantas”.
La extinción —explica Ceballos, miembro de la Academia de Ciencia de Estados Unidos— implica la pérdida de especies y poblaciones, algunas endémicas. Aunque muchas especies en riesgo de extinguirse en México habitan en otras regiones del planeta, hay que mantener la diversidad biológica nacional. Además, en el país también están en riesgo de desaparecer especies como el teporingo (Romerolagus diazi), que no existen en otra parte de la Tierra.
Causas de extinción
En las últimas décadas, la ampliación de la frontera agrícola y ganadera a costa de la destrucción de ecosistemas naturales (grandes áreas de selvas y bosques) ha llevado a muchas poblaciones y a muchas especies al borde de la extinción.
La reducción o la desaparición de poblaciones, insiste Ceballos, coordinador del Censo Nacional del Jaguar (Cenjaguar), es causada por la destrucción, la fragmentación y la sobreexplotación de su hábitat, así como por el tráfico ilegal de especies: se venden animales silvestres en riesgo en carreteras y en el mercado de Sonora, por ejemplo, e incluso por Facebook y otras redes sociales, en donde es prácticamente imposible capturar a quien comete estos ilícitos.
En los océanos la contaminación contribuye a su desaparición: plásticos y redes, donde quedan enredadas tortugas y otros animales marinos. Además, la sobreexplotación para venta de mascotas, pieles y órganos con supuestas propiedades afrodisiacas, causa estragos en sus poblaciones.
Al pescar a la totoaba con redes se ha afectado de manera incidental a la vaquita marina, mamífero endémico de México en grave peligro de extinción. Se mata a la totoaba para sacarle la vejiga natatoria, que se vende en China en un precio altísimo, de hasta 100 mil dólares por kilogramo, asegura Ceballos.
Son muchísimas las especies en peligro. Algunos ejemplos: el lobo mexicano, el bisonte, el berrendo y el cóndor de California (se extinguieron y se reintrodujeron), así como las ardillas voladoras, los manatíes, las guacamayas y todas las especies de perico.
El grupo de animales con más especies en peligro y con más especies extintas son los peces. “Hemos perdido más de 50 especies, tres de ellas eran endémicas de la Ciudad de México. Se extinguieron al desaparecer los lagos y los ríos en los que habitaban”.
No sabemos el impacto de la toxificación: en el medioambiente hay más de 100 mil productos químicos de los que se desconoce su riesgo “y, sin embargo, ahí están, causando estragos tanto a las poblaciones de especies silvestres como a las de los seres humanos.
¿Qué hacer?
Reconocer que el problema de pérdida de poblaciones y especies “se está incrementando todos los días, año con año” y que la ventana de oportunidad para poder mantener estas especies es pequeña, no más de 10 o 15 años.
Debemos fortalecer las leyes que impiden el tráfico de especies de animales silvestres; por ejemplo, que no permitan tener especies como leones, tigres y jaguares en cautiverio.
Establecer leyes mejores para incrementar las áreas protegidas y dotarlas de suficiente presupuesto para que tengan personal e infraestructura adecuados para su cuidado.
El país (todos los órdenes de gobierno, la sociedad civil y la iniciativa privada) tiene que ser más responsable del cuidado de la biodiversidad, que es fundamental para mantener la calidad de vida del ser humano.
Como individuos, debemos entender que nuestras acciones ayudan; por ejemplo, usar menos agua y no comprar animales silvestres para mascotas o colibríes como amuletos del amor.
Se requiere establecer una nueva política pública a nivel nacional tomando en cuenta la magnitud del problema de la pérdida de especies y de ecosistemas y cuáles son las posibles soluciones.
Ya hay evidencias de que, si se hacen bien las cosas, se pueden recuperar especies: el lobo mexicano, el cóndor de California y el bisonte son especies que se habían extinguido en México y que han sido reintroducidas con bastante éxito.
El caso de los bisontes tuvo un gran resultado. Se reintrodujeron 23 animales a la Reserva de la Biosfera de Janos y actualmente hay más de 300. El lobo mexicano y el cóndor de California tienen una reproducción más lenta tanto en cautiverio como en el medio silvestre. El jaguar incrementó en un 20% su población, según el Cenjaguar.
Última llamada
México, entre los países continentales —es decir, que no son islas—, es el que mantiene una mayor riqueza de especies endémicas o exclusivas del país. Además de la vaquita marina, hay tres o cuatro especies de conejos, una de zorrillo, muchísimas de reptiles, anfibios y peces y más de 100 especies de aves.
El problema de perder una especie endémica es que en otras áreas del planeta no hay poblaciones para reintroducirlas a nuestro territorio. El caso de la vaquita marina es enormemente triste, porque, con base en los estudios y la información que tenemos, se podía haber salvado.
La mayoría de las especies endémicas pueden salvarse con voluntad política y de la sociedad civil. Tenemos toda la ciencia y la tecnología para hacer mejor las cosas, pero se requiere un nuevo marco de referencia nacional para la conservación de las especies en los siguientes 15 años, así como recursos y que los científicos se involucren más con esta problemática.
Si México salva sus especies endémicas, demostraría que es un país que tiene futuro. Quien no salva su biodiversidad no tiene futuro, ni ambiental ni político ni social, advierte Ceballos.
La conservación de las especies y de los ecosistemas es uno de los retos más importantes que enfrenta la humanidad. Cuidar la naturaleza nos permitirá seguir contando con servicios ambientales (agua potable, alimentos, prevención de enfermedades como la COVID-19). “Estamos a tiempo, pero la ventana de oportunidades se está cerrando. Este llamado es uno de los últimos que podemos hacer para salvar la diversidad biológica del planeta y, consecuentemente, a la civilización y al ser humano”.
(Con información de Gaceta UNAM)