Estrategia de Peña: caerle bien al yerno de Trump con Videgaray
En la Francia absolutista el camino al rey era a través de sus seres cercanos. Si uno requería un favor, un nombramiento o incluso un capricho para el que necesitara permiso especial, sólo tenía que hablar con alguien que tuviera el oído del monarca.
Así, por lo menos, se le garantizaba una audiencia. Que el interesado fuese escuchado, o que se le otorgara lo que pedía, ésa ya era otra historia.
Tres siglos después, el camino a Donald Trump –quien se comporta como monarca del país más poderoso del planeta, a pesar de que sigue siendo presidente electo– parece ser el mismo que el de la Francia del siglo XVIII.
Para llegar a él hay que pasar por su hija, Ivanka, quien está presente en las reuniones con diplomáticos, así como del otro lado del teléfono cuando un presidente llama para conversar. O por Jared Kushner, su esposo, un hombre de 35 años sin experiencia previa en política, pero la voz de mayor peso en el pensamiento de Trump.
Esta estructura, que en pleno siglo XXI sobrevive en unos cuantos países –en las exrepúblicas soviéticas de Azerbaiyán y Kazajistán, por ejemplo, donde el acceso a los presidentes/dictadores también es a través de sus hijas–, ahora se erige en Estados Unidos y estará en pie durante, por lo menos, los próximos cuatro años. Gracias a ella, Luis Videgaray –el cerebro de Enrique Peña Nieto– es hoy responsable de las relaciones exteriores de México.
La estrategia parece tan sencilla que puede calificarse de ridícula: según The Wall Street Journal, Videgaray habló con Kushner y Kushner habló con Trump. Trump vino a nuestro país y se logró comportar durante unas horas.
Pero tan sólo poner pie fuera, regresó a ser el de siempre, y de paso rebajó la comunicación social de la presidencia mexicana al lodo: durante toda la tarde, la cuenta de Twitter del presidente emitió tuits comparables a los de un adolescente que grita “¡Obvio no!” cuando quiere negar algo.
Luis Videgaray, nuevo Secretario de Relaciones Exteriores. © Luis Videgaray, nuevo Secretario de Relaciones Exteriores. Luis Videgaray, nuevo Secretario de Relaciones Exteriores.
Pero, en el razonamiento del presidente mexicano, Kushner por lo menos escuchó a Videgaray y algo es algo. Y en tiempos en los que la economía nacional y la mundial penden de un tuit del presidente electo de Estados Unidos, para Peña Nieto esto es más que suficiente para darle la cartera de relaciones exteriores a un economista que en su primer discurso admitió no tener la más mínima idea de a dónde estaba llegando. (Junto con otras clásicas, “Yo vine a aprender” será una frase recordada por muchos años.)
Uno podrá dudar de que éste sea el motivo por el que se resucitó a Videgaray, quien para la opinión pública ya estaba sepultado como precandidato e incluso como actor político desde hace varios meses.
Sin embargo, como bien dice la navaja de Ockham, “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. En este caso, dado el actuar previo del gobierno mexicano, no hay que ir más lejos de un razonamiento tan precario. ¿O cuándo se ha visto un complot maquiavélico durante este sexenio?