El G20 cambió la polaridad del mundo

Con la postura adoptada por la nueva administración estadounidense en el G20 de Baden Baden (Alemania), explícitamente contraria al libre comercio, el mundo ha entrado en un nuevo paradigma económico en el cual, el multilateralismo está más que nunca en entredicho.

La semana pasada, los ministros de Finanzas de este grupo de países, que encarna algo parecido a la gobernanza mundial liberal, debieron ceder y retirar cualquier crítica al proteccionismo en su comunicado final.

Fue la primera consecuencia concreta de la nueva doctrina de Estados Unidos: Donald Trump logró su victoria electoral denunciando los males de la globalización y del libre comercio, acusándolos de destruir empleos estadounidenses.

«Hay una dimensión histórica en el giro de esta administración» estadounidense, considera Sébastien Jean, director del centro de estudios en economía internacional Cepii, francés.

«Aunque se trate de un resultado inhabitual desde el punto de vista histórico para el G20 -y una desautorización a lo que se considera saber convencional, por no decir una doctrina- el comunicado no debería ser visto con sorpresa: refleja la nueva realidad estadounidense», señala Mohamed El Erian, exdirigente del titán de la inversión Pimco y figura internacional de las finanzas, en un editorial en Bloomberg.

¿El fin del multilateralismo?

Pero, ¿cuál es la nueva realidad? Más allá de lo que simboliza y de los debates semánticos alrededor del comunicado que poca gente leerá, Washington parece querer enterrar el concepto de multilateralismo.

«El texto estadounidense (propuesto en el G20) ya no incluía los procesos multilaterales», explicó el ministro francés de Economía y Finanzas, Michel Sapin.

El multilateralismo es un sistema según el cual, cuando un miembro de una organización desea negociar algo, debe tratarlo con el conjunto de la organización. La Organización Mundial del Comercio (OMC), por ejemplo, es el parangón del multilateralismo, y el Gobierno estadounidense no descarta reformarla.

«El ‘verdadero’ multilateralismo está muerto», considera Alicia García Herrero, jefa economista del banco Natixis en Asia. «El regionalismo y el bilateralismo son los nuevos juegos de moda», añade.

«Trump está confundiendo a todo el mundo para poder ponerse en situaciones de negociación más favorables que en un marco multilateral», considera la politóloga francesa Caroline Galacteros, directora del gabinete de asesoramiento Planeting.

A su juicio, «esta tendencia a la «renacionalización» de las relaciones internacionales responde al agotamiento del modelo precedente.

El multilateralismo, con sus problemas de inmovilismo, ralentiza todo, pero también los conflictos.

En un mundo regido por el bilateralismo y por lo tanto, por una relación de fuerzas, el riesgo de escalada descontrolada hacia una crisis aumenta.

«No sabemos dónde nos llevará todo esto», declara Sébastien Jean. «El comercio mundial no es como las finanzas, por lo que el castillo de naipes no se va a derrumbar», pero «no podemos excluir medidas un poco imprudentes en las represalias que serían difíciles de controlar». Aun así, «la realidad de los negocios servirá de cuerda de sujeción para evitar una confrontación demasiado dura».

Un «contramundo» híbrido

El mundo en el que existía un consenso tácito entre Washington, la OMC, la OTAN y la ONU ha dejado de existir, y ni China, ni mucho menos Europa, están en posición de tomar el relevo.

Ante el repliegue estadounidense, la «aparición en escena de otros países (…) crea otro tipo de orden geopolítico, un orden donde no hay mercado mundial liberalizado sino una economía híbrida, porque la mayor potencia mundial (China) aplica un capitalismo centralizado y autoritario», explicaba a la AFP a finales de enero el analista Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia Group, durante el foro de Davos.

«Los chinos intentan retomar la antorcha del multilateralismo, están construyendo un ‘contramundo'», un sistema alternativo, a la china», analiza Galacteros, evocando los múltiples acuerdos que los chinos van logrando de manera «paciente y metódica» en los distintos ámbitos, como su proyecto de nuevas rutas de la seda con el continente europeo, vías comerciales que Pekín desarrolla a golpe de talonario.

En cuanto a Europa, en ella soplan «aires de aislacionismo», recuerda García Herrero en referencia a las acometidas electorales hostiles a la globalización.

(Con información de AFP)

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