El “día más triste del año”, pura mercadotecnia
Lo que sí es real es la llamada cuesta de enero, que afecta a 70% de los mexicanos, y un nuevo panorama político en nuestro país
El día más triste del año no existe. El denominado blue monday, correspondiente al tercer lunes de enero, se trata en realidad de un hecho seudocientífico o, en todo caso, de un concepto mercadotécnico.
Para muchas personas, enero es un periodo de autocrítica y evaluación, o de reflexión y melancolía –pero sin llegar a una situación patológica– una vez que concluyen las fiestas decembrinas y las reuniones sociales, aseguró Hugo Sánchez, académico de la Facultad de Psicología (FP).
Todo el tiempo experimentamos tristeza y ansiedad, sin llegar a ser una enfermedad, y como seres sociales no debemos esperar que haya un día específico para deprimirnos. Las condiciones en las que sentimos cualquier emoción, explicó, dependen de variables ambientales que cambian de acuerdo con el contexto, la edad, el género, entre otros.
Lo que sí es real es la llamada cuesta de enero y, en esta ocasión, un nuevo panorama político en nuestro país. La primera, afecta a 70 por ciento de los mexicanos e implica reducciones importantes del consumo; y el segundo, caracterizado por una forma de hacer política diferente a la que estábamos acostumbrados, trae como consecuencia incertidumbre e inquietud.
Campaña publicitaria
El blue monday, recordó Hugo Sánchez, se originó como base de una campaña para aumentar las ventas de viajes. En 2005, la empresa Sky Travel intentó buscar una manera de incrementar sus puntos de venta utilizando una ecuación desarrollada por el investigador inglés Cliff Arnal, la cual considera parámetros como el clima y las deudas ocasionadas por las fiestas de fin de año, para obtener por resultado el “día más triste del año”.
Por supuesto, expuso el especialista, esto no puede generalizarse dado que las condiciones de cada población son totalmente diferentes; no son las mismas para ingleses, mexicanos, chinos, árabes, estadunidenses, guatemaltecos o alemanes. “Sería imposible generar una ecuación válida para todo el mundo”. Por ejemplo, en nuestra nación “tendríamos que considerar una variable adicional que es: ¿tienes o no gasolina? Por eso, en términos reales, el blue monday no es un hecho científico”.
Los más vulnerables
Sánchez añadió que el problema del “día más triste del año” es que “hay un sector de la población que puede ser susceptible a sugestionarse con la idea: los jóvenes”. Así sucede en Japón, donde esa población, que hace uso importante de las redes sociales –aún más que en México–, se ha visto impactada con el incremento en el número de suicidios en esa fecha en particular.
“¿Podríamos inventar el día más feliz del año y preparar a la gente para eso? No, porque las condiciones para que alguien sea feliz dependen de los eventos que le suceden. Si el tercer lunes de enero consigues trabajo, estarás feliz.”
El integrante de la FP explicó que la población adolescente se deja influenciar con mayor facilidad; su cerebro lucha por dejar la dependencia de la infancia, pero todavía no tiene la madurez del adulto, y así se encuentra en un periodo de vulnerabilidad.
Se trata de un lapso en el que es difícil la toma de decisiones, no hay la capacidad de prospectiva de un adulto; ahí sucede el abuso de sustancias o la enajenación. Así, los chicos esperan lo que pasará ese día y hacen correlaciones que no existen; si se tropiezan y caen se lo atribuyen al blue monday.
En México no hay cifras que permitan conocer cuántas personas acuden a terapia psicológica en relación con ese día, o si hay un día donde se registren más suicidios. Ante el fenómeno, lo recomendable es que cualquier individuo verifique la información que recibe, porque no toda es veraz, alertó.
“Si estás deprimido, si experimentas sensaciones de soledad, desesperación y tristeza, no te guíes por las publicaciones de Facebook ni esperes el tercer lunes de enero para quitarte la vida. Ve a terapia, busca información, pregunta a tus profesores o a un profesional, acude a grupos terapéuticos e instituciones como el Instituto Nacional de Psiquiatría o la FP”, concluyó.
(Con información de Gaceta UNAM)