El adiós a López Tarso, un actor de época

Su vida fue el teatro, las tablas, pero también el reconocimiento nacional e internacional lo obtuvo en cine y televisión

Ciudad de México. El actor Ignacio López Tarso falleció este sábado confirmó su familia. Fue un hombre fuerte, lúcido, de impresionante memoria, congruente, siempre activo, dio cátedra de vida y profesionalismo a lo largo de 98 años; pero desde hace más de una semana sostuvo una gran batalla por recuperarse de una oclusión intestinal y una neumonía grave, la cual finalmente ayer terminó con su prolífica trayectoria de más de siete décadas dedicadas a “contar historias de gran calidad”. El sepelio continúa hoy en la funeraria García López del Pedregal.

López Tarso, quien era “una biblioteca impresionante” nació un 15 de enero de 1925 en la Ciudad de México. Nunca quiso dejar de trabajar, salvo cuando se vio obligado por enfermedades o la pandemia; incluso se adaptó a las redes sociales, al streaming y a las entrevistas por Zoom durante el aislamiento social, cuando recibió con alegría sus vacunas del covid 19.

Su vida fue el teatro, las tablas, a donde siempre quería regresar; pero también el reconocimiento nacional e internacional lo obtuvo en cine y televisión; aunque en fechas recientes aseguraba que en estos formatos las oportunidades eran escasas para trabajar. Fue político y sindicalista. Siempre se enorgulleció de la época que le tocó vivir.

En sus últimos momentos de vida, Juan Ignacio Aranda, su hijo, le puso música de Vivaldi, pero ya estaba seminconsciente y con insuficiencia renal, cardiaca y pulmonar.

Mi vida es el teatro

El intérprete de la célebre película Macario y El hombre de papel dijo hace un par de años a La Jornada: “Para un actor no cambia nada si se presenta en televisión, cine, teatro o por streaming, pero el arte escénico es mi alimento, mi diversión, mi negocio, mi mayor interés y justifica mi vida; de manera que siempre ando en busca de un nuevo montaje para hacerlo sobre un escenario, pero igual interpreto para cine, televisión, lecturas dramatizadas, o lo que sea”.

Mi vida, sostuvo el histrión es el teatro. “Me hice actor para ser de teatro; porque cuando estudiaba todavía no había televisión en México; ya en 1950 entré muy pronto a la pantalla chica y conocí a don Emilio Azcárraga Vidaurreta, un hombre de gran empuje y visionario” que sentó las bases de lo que ahora es un poderoso medio de comunicación.

Acompañado siempre por su hijo Juan Ignacio Aranda, con quien también compartía escenario y preparaban con esmero sus obras, el histrión comentó sobre los streamings que transmitieron en pandemia y de la motivación que sentía por regresar a los escenarios: “estamos trabajando directamente para el público; eso es lo que sueña un actor; comunicarse con los asistentes y sentir su reacción inmediata, los aplausos, casi oír su respiración y los latidos de su corazón cuando el recinto está en silencio, eso es maravilloso”.

Afirmó: “Uno no se acostumbra nunca a lo virtual, a no tener a los asistentes; uno sabe que te están viendo, pero nosotros no los vemos y eso nos quita ese gran estímulo, porque aunque permanecen en silencio, la evidencia de que están ahí, hace que el actor se emocione, disfrute y goce estando sobre el escenario”.

Así “he gozado yo el resto de mi vida, con el público presente en una sala de teatro; he recorrido casi todos los teatros del país y los de la Ciudad de México; tuve la fortuna de inaugurar alrededor de 60 recintos que construyó el Instituto Mexicano del Seguro Social, con una inversión inmensa y maravillosa. Nunca el teatro tuvo tal apoyo de parte del Estado; entonces se forjó el teatro popular, con funciones en plazas al aire libre, donde se presentaron Edipo Rey o El tío Vania, de Antón Chéjov”.

Incluso, López Tarso podría haber sido considerado al récord guiness porque “no existe ningún actor de 96 años, en activo, que en plena pandemia haya hecho seis streamings; tan sólo en 2016, realizó tres obras y estuvo de gira; además a lo largo de dos semanas ofreció 20 funciones, más que cualquier actor”, comentó en esos días Juan Ignacio Aranda.

A finales de mayo de 2022, el primer actor fue ovacionado en el teatro Hidalgo Ignacio Retes durante el festejo del 60 aniversario de ese recinto, del cual tenía infinidad de anécdotas. “Sesenta años de inaugurado este teatro. Recuerdo cuando llegó el presidente López Mateos. Me saludó de mano y me reconoció como político, porque en el Partido Revolucionario Institucional mi tío era secretario general. Entonces trabajaba en Bellas Artes, me pagaban poco y mi tío me dijo ‘vente conmigo al PRI’. Ahí recibí varias veces al licenciado López Mateos, que llegaba a saludar y a hablar de política. Agregó: “Los teatros del IMSS en los 60 y 70 han sido la mejor época del teatro mexicano. López Mateos y Benito Coquet –entonces titular del instituto– tuvieron una idea filosófica y maravillosa de que la seguridad social no sólo debe atender la necesidad del cuerpo, sino la del alma, espíritu y la mente”.

Recientemente López Tarso protagonizó Una vida en el teatro, de David Mamet y Leonardo y La máquina de volar, de Humberto Robles, junto con su hijo. Le quedaron pendientes más proyectos escénicos y fechas que tenía programadas.

La biografía de Ignacio López Tarso, refiere que es uno de los actores mexicanos más reconocidos en todo el mundo y suma en su carrera más de mil programas unitarios, series y telenovelas como La tormenta, El carruaje, Senda de gloria, Imperio de cristal; además grabó ocho LP, con 100 corridos como: Zapata, Villa, Benito Canales, El Desertor, La Maquinita y Valente Quintero y ha recibido más de 200 premios nacionales y extranjeros.

Prestó su voz en el doblaje del abuelo en Hotel Transylvania y protagonizó más de 50 películas, entre las que destacan, Macario, El hombre de papel, El gallo de oro, La vida inútil de Pito Pérez, Nazarín, Pedro Páramo, y recientemente Más sabe el diablo por viejo.

Mientras que para teatro “su gran pasión” interpretó más de 100 obras como Edipo Rey, Hipólito, Macbeth, Otelo, El rey Lear, El avaro, Cyrano de Bergerac, Querido embustero, Drácula, 12 Hombres en pugna, Macario, Elsa y Fred, La tempestad, El cartero, Un picasso, Aeroplanos y El padre, entre muchas otras.

Premios y reconocimientos

Fue galardonado en dos ocasiones con el premio Golden Gate a mejor actor, la primera por su trabajo en El hombre de papel (1963), de Ismael Rodríguez y la segunda por Macario (1960), de Roberto Gavaldón. En los premios Ariel López Tarso fue ganador por mejor actuación en 1973 por Rosa Blanca; El profeta Mimí (1974) y Rapiña (1975), estuvieron nominadas a mejor actuación. En 2007 obtuvo el Ariel de Oro por trayectoria fílmica y ha sido premiado por su actuación en diversas telenovelas. Fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015.

Fue dirigido por Xavier Rojas, Salvador Novo, Celestino Gorostiza, Álvaro Custodio, Ignacio Retes, Seki Sano, Alejandro Jodorowski, José Solé, por mencionar algunos. Entre los directores con los que trabajó en cine se cuentan: Luis Buñuel, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez, Julio Bracho, Luis Alcoriza, Jorge Fons, John Huston, Miguel Sabido, y Alan Jonsson.

Otro aspecto, que demostró su disciplina, lo contó Ignacio López Tarso a este diario: “fumaba mucho y me dijeron ‘le hace daño’, y lo dejé. Tomaba mucho café, me dijeron ‘le hace daño’ y lo dejé; bebía tequila, cognac, vodka o martini –me gustaba–, me dijeron ‘le hace daño y lo dejé’. Así dejé todo lo que me perjudicaba; tengo restricciones y las cumplo”.

Hace tres años sostuvo: “Estoy bien, a pesar de mis 95 años, que ya es una carga pesada, difícil; se dicen fácil, pero es complicado llegar bien a esta edad, con esta calidad de vida, como estoy. Estoy agradecido con los doctores; a mis hijos, Gabriela, Susana y Juan Ignacio, que viven cerca de mí, además de mis nietos y bisnietos. Estoy bien acompañado y cuidado; estoy sano y contento”.

Así, se fue este sábado el gran Ignacio López Tarso acompañado por toda su familia; hijos, nietos, sobrinos; todos reunidos acompañando a su jerarca, quien “siempre fue extraordinariamente fuerte y de memoria prodigiosa”.

(Con información de La Jornada)

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