Crimen organizado, detrás del asesinato de activista en Cherán
Guadalupe Campanur Tapia, de 32 años, era muy activa en las rondas comunitarias, en las labores de guardabosques, en los talleres culturales. En fin, era una buena mujer, recuerda Margarita Tapia Capiz, su madre. La última vez que vio a su hija fue el domingo pasado.
El martes fue hallado el cuerpo de una mujer estrangulada en un predio ubicado a 17 kilómetros de Cherán, entre Santa Cruz Tanaco y Carapan, a la orilla de la carretera. Para todo el pueblo de Cherán fue sorpresa. Nadie imaginaba que el cadáver fuera el de Lupita, como la conocían. Supieron que era ella porque llevaba una identificación, comentó un tío que se negó a dar su nombre.
Salvador Campanur, el ex alcalde, líder de Cherán y familiar de Guadalupe, comentó que es probable que la delincuencia organizada esté detrás del asesinato, tras recordar que ha habido graves conflictos con los vecinos de Santa Cruz Tanaco, pero no es momento de hablar.
Comentó que a Cherán lo observan desde el exterior, desde el mal gobierno, el crimen organizado y los partidos políticos, que buscan cualquier detalle para tomar esta comunidad que se rige bajo el principio de usos y costumbres; es decir, no cuenta con un alcalde electo en las urnas, sino con un concejo designado en asamblea comunal.
No hay policía, sino una ronda comunitaria que garantiza la seguridad al ciento por ciento dentro de la comunidad, pero fuera del pueblo no hay control.
En la plaza municipal, las personas se reúnen en pequeños grupos y comentan en voz baja en torno del asesinato de la activista, quien desapareció el pasado fin de semana, pero no fue reportada ante las autoridades porque en ocasiones hacía guardia con la ronda comunitaria o se reunía con grupos de los cuatro barrios de Cherán, comentó Tapia Capiz.
Mario López Hernández, uno de los concejeros de este municipio purépecha, dijo que no quieren hablar mucho en torno del homicidio, hasta que la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) concluya las investigaciones. “Sabemos que Guadalupe fue levantada, pero no tenemos más detalles ni sabemos si iba acompañada o no”.
Pedro Chávez, presidente del concejo mayor, dijo que aunque no se tienen indicios de amenazas, no descartan que la delincuencia esté detrás del homicidio. No queremos adelantarnos, estamos esperando resultados de la PGR y de la procuraduría estatal, pero también estamos investigando.
Dijo que fue un golpe duro para la propia comunidad saber que una compañera con las características de Guadalupe fuera encontrada de ese modo a las afueras de nuestro territorio; entonces sí se enciende la alerta, nos preocupa porque somos vulnerables a situaciones de este tipo.
En abril de 2011, el pueblo de Cherán se enfrentó al crimen organizado que había saqueado los bosques. Desde entonces se desconoció a las autoridades municipales que estaban coludidas con los talamontes y se desarmó y destituyó a los policías. Muchos intereses fueron afectados y no están de acuerdo en cómo hacemos las cosas, dijo Salvador Campanur.
Guadalupe era una autodefensa, parte de la ronda al igual que toda la colectividad. Seguimos con las fogatas y tenemos cuatro barricadas en los accesos al pueblo. Ella participaba en seguridad y en labores sociales. El que la agredió está provocando a toda la comunidad y nos quieren decir algo, es por eso que estamos en alerta, a pesar de que garantizamos la tranquilidad en nuestro territorio hay inseguridad fuera de él, y la muerte de Guadalupe es un mensaje del crimen organizado y de otros frentes que se dedican al despojo, subrayó Salvador Campanur.
Lo mismo participaba en la defensa de los bosques que en la ronda comunitaria, pero también la veíamos en la entrega de apoyos para los grupos más vulnerables, por eso la agresión de la que fue víctima y que le costó la vida fue (dirigida) contra todos nosotros, dijo María Hurtado, integrante del concejo.
Guadalupe vivía a unas siete cuadras del centro de Cherán. Una vivienda humilde que compartía con su madre Margarita Tapia y su padre Rubén Campanur, así como con sus hermanos Florentino, Juan y Francisco, todos ellos campesinos, aunque también participan en las rondas comunitarias, que no son otra cosa que policías de Cherán.
De los aproximadamente 18 mil habitantes de Cherán, cientos de ellos laboran en Estados Unidos, incluso ha sido uno de los municipios indígenas que mayor número de personas ha exportado al vecino país del norte. Jesús, Gloria y Bertha, hermanos de Guadalupe trabajan del otro lado de la frontera.
En la pequeña habitación donde se veló el cuerpo de Guadalupe sólo queda una mesa de tablones con una manta blanca, flores, una foto de ella y un crucifijo. Sólo hay tristeza y dolor entre sus seres más cercanos, que a ratos salen de dos o tres cuartos al pequeño patio para tomar un poco de sol en este día frío.
(Con información de La Jornada)