Beber agua del grifo en Pakistán, un peligro a causa del arsénico

Basharat Ali tenía 15 años cuando sus piernas empezaron a fallar. El suyo es un caso entre tantos en su pueblo de Kot Assadullah, tristemente conocido en Pakistán por el número de habitantes con malformaciones atribuidas a la contaminación del agua.

Cuando era pequeño y se dieron cuenta de que no tenía suficientes fuerzas para cargar con su mochila hasta el colegio, Basharat Ali fue llevado al hospital, donde los médicos dedujeron que su mal estaba causado por el agua que había bebido, cargada de arsénico y diferentes metales y minerales.

«Fue una enorme conmoción para mí. Tuve que interrumpir mis estudios para seguir un tratamiento», cuenta este hombre, de 32 años, muy delicado y cuyos dientes, amarillentos, están muy deteriorados, sobre el tejado de su casa, a 45 km de Lahore, la segunda ciudad de Pakistán.

Desde allí, Basharat Ali tiene una vista directa sobre las fábricas de los alrededores, que producen plástico, productos farmacéuticos y cables eléctricos. A menudo se las acusa de contaminar el agua que los lugareños beben.

Según la Cámara de Comercio e Industria de Lahore, el 90% de las empresas vierten sus desechos industriales sin tratarlos antes.

Los medios locales se han hecho eco de la situación en Kot Assadullah desde hace más de diez años. Se han desplegado equipos médicos y expertos en medio ambiente. Se excavaron nuevos pozos. Pero la situación no ha mejorado y el agua sigue contaminada.

Según Basharat Ali, al menos 200 niños sufren malformaciones en los huesos y en los dientes desde el año 2000. Ya adultos, «se quedan escondidos en sus casas» y «no reciben ninguna propuesta de matrimonio», se queja el treintañero, que tiene una pierna más corta que la otra y apenas puede caminar.

‘La gente nos reconoce’

La pequeña ciudad de 6.000 almas se ha hecho famosa por la desgracia que golpea a su población. «La gente de otros pueblos nos reconoce y nos dice: ‘ustedes son de Kalalnwala'», el otro nombre por el que se conoce a Kot Assadullah, lamenta Muhamad Mujtiar, un comerciante de 26 años.

En una visita reciente de la AFP, hombres, mujeres y niños hacían cola frente a los grifos que dispensan agua filtrada que una oenegé instaló el año pasado.

Se está construyendo otra depuradora, pública. Pero esos dos centros no bastarán para abastecer al conjunto de la población, según los habitantes.

Las autoridades de Panyab, que tiene su capital en Lahore, declinaron responder a las preguntas de la AFP.

Según el doctor Jalid Yamil Ajtar, un médico que visitó la zona a cuenta de los poderes públicos, el arsénico puede provocar vómitos, diarreas y problemas intestinales. También puede afectar al hígado, los pulmones, los riñones o incluso a todo el sistema gastrointestinal.

La mayoría de los pacientes que lo consultaron sufrían neuropatía -un disfuncionamiento nervioso que puede causar deformaciones o el entumecimiento o debilitamiento de los miembros-, generalmente vinculada al «agua contaminada por toxinas de las fábricas de los alrededores», según él.

Algunos casos también podrían deberse a causas genéticas, afirmó.

Envenenamiento

La concentración de arsénico en el agua es particularmente preocupante en Pakistán. Un estudio dirigido por el experto suizo Joël Podgorski a partir de 1.200 muestras de agua subterránea recogidas por todo el país muestra que hasta 60 millones de paquistaníes podrían envenenarse con ese elemento.

La investigación, publicada el pasado año, identificó fuertes concentraciones de arsénico en el río Indus y en sus afluentes, con «puntos calientes» en torno a las grandes ciudades como Lahore y Hyderabad (sur), de 12 y 2 millones de habitantes respectivamente.

El Consejo Nacional de Investigación del Agua (PCRWR), una entidad pública, niega esos resultados, considerando que la muestra es demasiado limitada, aunque admitió que existía un problema con el arsénico.

Según sus propios análisis, realizados desde 2012, entre el 69 y el 85% de las aguas de Pakistán están contaminadas y/o no son aptas al consumo.

«Incluso hallamos arsénico en el agua embotellada», destacó Lubna Bujari, encargada de calidad del agua en el PCRWR.

A falta de lluvias regulares, las bombas van extrayendo agua, cada vez, de capas freáticas más profundas, donde la concentración de arsénico es más importante.

La situación es preocupante, más si cabe teniendo en cuenta que la población de Pakistán, en pleno auge, se encontrará en «escasez absoluta» de agua para 2025, según la ONU.

Y sin embargo no existe ningún plan nacional para descontaminar el agua, ni tampoco para preservarla. Corresponde a las provincias ocuparse de los asuntos medioambientales, pero estas no consiguen gestionar el problema, a falta de fondos.

Han pasado veinte años desde que se detectaran las primeras malformaciones en Kot Assadullah y prácticamente nada ha cambiado.

Naveed, un jornalero de 25 años, explica que sus piernas empezaron a deformarse cuando tenía 3 años. «No tengo ninguna esperanza», lamenta. «Porque somos pobres y nadie nos escucha».

(Con información de AFP)

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