Alertan por el repunte de enfermedades prevenibles

Antes de la llegada de las vacunas en los años 1970, se estima que el sarampión mataba entre 7 y 8 millones de niños al año

En 2018, 19 millones 400 mil niños menores de un año no habían recibido la vacuna de base contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP) o contra el sarampión.

«Esto significa que más de 1 de cada 10 niños no recibe la totalidad de vacunas que necesita», explicó una responsable de la OMS, Kate O’Brien, al presentar el informe.

Cerca de dos tercios de estos niños no vacunados viven en 10 países: Angola, Brasil, Etiopía, India, Indonesia, Nigeria, Pakistán, Filipinas, República Democrática del Congo y Vietnam.

Globalmente desde 2010, la tasa de cobertura para la vacunación DTP y contra el sarampión se estanca a 86%. Aunque es un dato «elevado» es también «insuficiente», según la OMS, para quien se tendría que alcanzar 95% para protegerse de las epidemias.

Para el sarampión, esta tasa desciende a 69% si se tiene en cuenta no solo una sino las dos dosis de vacuna recomendadas.

La OMS estima que la vacunación permite actualmente evitar de 2 a 3 millones de muertes anuales. Sin embargo, «se podrían evitar 1.5 millones de decesos suplementarios si la cobertura mundial mejorara».

¿Cuáles son las consecuencias?

La más espectacular es el fuerte recrudecimiento del sarampión en el mundo.

Más de 360 mil casos fueron declarados en enero, es decir, la cifra «más elevada» desde 2006, según la OMS.

Aunque es a menudo benigna, esta enfermedad viral extremadamente contagiosa puede tener complicaciones graves: respiratorias (infecciones pulmonares) y neurológicas (encefalitis), especialmente en personas frágiles.

Antes de la llegada de las vacunas en los años 1970, se estima que el sarampión mataba a entre 7 y 8 millones de niños al año en el mundo.

Entre 2000 y 2016, el número de muertos debido al sarampión disminuyó gracias a las campañas de vacunación, pasando de 550 mil a 90 mil, según la OMS. Pero aumentó a 110 en 2017.

¿Por qué la vacunación se estanca?

Hay dos motivos principales: la desconfianza hacia las vacunas sobre todo en los países ricos y los problemas de acceso a las vacunas en los pobres.

Francia, patria del pionero de la vacunación Louis Pasteur, es el país más desconfiado: uno de cada tres franceses no cree que las vacunas sean seguras, según un estudio mundial publicado en junio por el instituto de sondeo estadounidense Gallup para la ONG médica británica Wellcome.

Le siguen en desconfianza Gabón, Togo, Rusia y Suiza. Según este estudio, este recelo está extendido en los países ricos, especialmente en Europa.

En cambio, en Bangladés o Ruanda, la casi totalidad de la población asegura confiar en las vacunas.

«En estos países, hay más enfermedades contagiosas y sus habitantes se dan cuenta sin duda de qué es lo que sucede cuando uno no se vacuna», explicó a la AFP Imran Khan, autor principal del estudio.

¿Por qué esta desconfianza?

Muchos «antivacunas» se apoyan en una publicación de 1998 que relacionaba la vacuna SRP (sarampión-rubéola-paperas) con el autismo. Sin embargo, quedó establecido que su autor, el británico Andrew Wakefield, había falsificado los resultados y varios estudios mostraron desde entonces que la vacuna no aumentaba el riesgo de autismo.

Pero esta teoría continúa propagándose gracias sobre todo a las redes sociales.

La desconfianza puede estar motivada también por creencias religiosas.

El Estado de Nueva York, confrontado al resurgimiento del sarampión en zonas con una amplia población judía ortodoxa, votó en junio suprimir las exenciones religiosas que los padres podían invocar para sortear las vacunas obligatorias en las escuelas.

En Afganistán y Pakistán, la vacuna contra la polio está en el punto de mira de los talibanes y algunos líderes religiosos. Según ellos, las vacunas son una conspiración occidental diseñada para esterilizar a los niños musulmanes o para menoscabar su fe en el islam.

En RD Congo, una grabación sonora circuló este año en las redes sociales llamando a atacar con machetes a los profesionales que vacunan contra el ébola, cuya epidemia dejó ya más de 2 mil muertos.

Según la OMS, la desconfianza hacia las vacunas es una de las 10 amenazas para la salud mundial, junto entre otras la contaminación, el ébola y el virus del sida.

(Con información de AFP)

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