Tras matanza de 20 civiles en Bagdad, temen más violencia
Un dron lanzó un mortero contra la casa del líder chiita Moqtada Sadr, un ataque que podría «desencadenar una guerra civil», dicen
Miles de iraquíes volvieron a salir a las calles el sábado para protestar contra el régimen y su aliado iraní, después de la muerte de 20 manifestantes a manos de un grupo armado en Bagdad, lo que hace temer una escalada de la violencia.
Poco después de esta matanza el viernes por la noche, un dron lanzó al amanecer un mortero contra la casa del líder chiita Moqtada Sadr, un ataque que podría «desencadenar una guerra civil», advirtió su portavoz, Salah al Obeidi, que pidió al mismo tiempo «moderación».
Moqtada Sadr, político versátil y exjefe de milicia que entregó oficialmente las armas, pero conserva miles de combatientes, no se encontraba en su domicilio en el momento del ataque.
El líder chiita fue el primero que había reclamado la salida del gobierno de Adel Abdel Mahdi, cuya dimisión fue aceptada el 1 de diciembre por el Parlamento.
El sábado, los manifestantes acudieron en masa a la plaza Tahrir, epicentro de la protesta en Bagdad, y a las calles en las ciudades del sur, para reclamar la caída del todo el sistema, a pesar del gran despliegue policial.
Por la noche, una manifestante dijo que temía más violencia. «Las fuerzas de seguridad bloquean las calles que llevan a Tahrir y los manifestantes no pueden entrar, pero los mismos [asaltantes] que nos atacaron, sí pasan».
Sin embargo, decidió manifestarse pese a lo que ya se conoce como «la masacre de Senek», por el nombre del puente cercano a la plaza Tahrir en Bagdad donde ocurrió la matanza.
El Estado asegura que no puede identificar a los agresores ni detenerlos, en un país donde las facciones armadas proiraníes tienen cada vez mayor influencia.
Corriendo y gritando
El viernes por la noche, hombres armados no identificados atacaron un aparcamiento de varias plantas que ocupaban los manifestantes en las inmediaciones del puente Senek. Murieron 20 manifestantes y cuatro policías, y un centenar de persona resultaron heridas, según un último balance de fuentes médicas.
El caos de los disparos, que fue grabado por manifestantes corriendo y gritando y difundido por las redes sociales, continuó durante varias horas hasta entrada la noche.
Miembros no armados de las Brigadas de la Paz de Moqtada Sadr se desplegaron para «proteger» a los manifestantes, según fuentes del movimiento.
«Las fuerzas de seguridad estaban a un kilómetro de allí y no hicieron nada», afirmó un médico a la AFP.
«Los disparos contra los manifestantes eran intensos, fueron despiadados, no dejaron que la gente evacuara a los heridos, fue una matanza», insistió un manifestante.
Fuentes policiales aseguran que tenían informaciones sobre el deseo de facciones armadas pro-Irán de atacar a los manifestantes, que ahora esperan algo peor.
Para Amnistía Internacional, «el ataque bien coordinado» de varios hombres «fuertemente armados y a bordo de un largo convoy de vehículos» abre «graves interrogantes sobre cómo pudieron atravesar los controles en Bagdad y cometer tal masacre».
Ataque de dron
Tras la matanza, el presidente iraquí Barham Saleh pidió a las fuerzas de seguridad «proteger a los manifestantes pacíficos» y encontrar y juzgar a «los criminales».
«Los actos de violencia liderados por bandas, que emergen de lealtades al exterior podrían poner a Irak en un camino peligroso», advirtió la ONU.
Poco después de lo ocurrido, «hacia las 03H00 de la madrugada, un dron lanzó un proyectil de mortero sobre la casa de Moqtada Sadr» en la ciudad santa chiita de Nayaf, al sur de Bagdad, indicó una fuente de su movimiento. No provocó daños humanos ni materiales, según la policía.
Moqtada Sadr se encuentra actualmente en Irán, afirman varias fuentes cercanas al dignatario chiita. El líder mantiene una complicada relación con Teherán: si bien se le ha visto en público junto a dirigentes iraníes, aboga por la independencia política de Irak.
El jueves, miles de partidarios de las fuerzas paramilitares proiraníes del Hashd al Shaabi, ahora integradas en las fuerzas de seguridad, se acercaron a la plaza Tahrir, pero no se produjeron incidentes.
Irán se encuentra ahora en primera línea de las negociaciones políticas, pero también más expuesto que nunca a la ira de los manifestantes, que lo acusan de ser el arquitecto del sistema político iraquí.
Los manifestantes reclaman una nueva Constitución y una nueva clase política, después de que la actual, inmutable desde hace 16 años, hiciera desaparecer con la corrupción el equivalente al doble el PIB de este país rico en petróleo.
En total, unas 445 personas han fallecido violentamente desde el inicio de las protestas en Irak hace dos meses, y unas 20 mil han resultado heridas, según un balance recopilado por la AFP.
(Con información de AFP)