Frena crisis fronteriza diálogo de paz con el ELN
Ecuador decidió el miércoles marginarse del proceso de paz con el ELN y dejar de ser sede del diálogo entre el gobierno de Colombia y esa guerrilla, a raíz de la inusitada violencia que estalló en la frontera.
Los ataques y secuestros de los rebeldes disidentes de las FARC terminaron con el apoyo de Quito a los esfuerzos del gobierno de Juan Manuel Santos para terminar de cerrar el último conflicto armado de América.
Bogotá «comprende las razones por las cuales el presidente (Lenín) Moreno haya decidido apartarse de su condición de garante y de anfitrión de estas negociaciones», sostuvo la canciller María Ángela Holguín en un declaración a la prensa.
Quito acogía desde febrero de 2017 las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), considerada la última guerrilla activa en Colombia con unos 1.500 combatientes.
Tras agradecer el respaldo ecuatoriano, el gobierno de Santos anunció que trasladará la mesa de conversaciones a Brasil, Chile, Cuba, Noruega o Venezuela, países que apoyan el proceso con los rebeldes guevaristas.
Sin embargo, es muy poco probable que Venezuela sea la nueva sede ante las malas relaciones de los gobiernos.
Cuba, entretanto, acogió por cuatro años el proceso que condujo al desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Más temprano, Moreno había anunciado el fin de las gestiones de Ecuador como garante de los diálogos.
«He solicitado a la canciller del Ecuador que frene esas conversaciones y que frene nuestra condición de garante de ese proceso de paz, mientras el ELN no se comprometa a dejar de cumplir esas actividades terroristas», afirmó el mandatario.
Moreno tomó por sorpresa a Colombia y al mismo grupo rebelde al anunciar su decisión a través de una entrevista con el canal colombiano RCN.
Un mal momento
Las partes estaban negociando en Quito un alto al fuego bilateral tras descongelar el proceso de diálogo el 15 de abril, luego de la crisis que desató el recrudecimiento del conflicto en Colombia.
El fin del respaldo ecuatoriano podría comprometer aún más las posibilidades de que Santos alcance un acuerdo sólido con el ELN antes de terminar su mandato el 7 de agosto.
Aunque ni el gobierno de Moreno ni el de Colombia han interrumpido su relación por cuenta de los ataques en la frontera, cada vez es más notoria la molestia de Ecuador frente al desborde de la violencia del narcotráfico.
El problema tocó fondo con el asesinato en cautiverio de los tres miembros de un equipo de prensa ecuatoriano que había sido secuestrado el 26 de marzo.
Los cuerpos aún no han sido recuperados y se cree que están en el lado colombiano.
Uno de los grupos que se apartó del proceso de paz con las ya disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se adjudicó el hecho, y también se hizo responsable del secuestro de una pareja de ecuatorianos en la zona de frontera.
«El presidente Santos entiende el dolor del presidente Moreno y de los ecuatorianos por los trágicos hechos acontecidos en el pasado reciente», dijo la canciller Holguín.
Aun así, reiteró el apoyo de Bogotá a la lucha ecuatoriana por dar con el paradero de Walter Artízala, alias Guacho, jefe del grupo disidente que sembró el pánico en la zona limítrofe.
Los dos gobiernos están tras los pasos de esa organización en una intensa cacería en ambos lados de la frontera, una de las rutas para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y donde operan las temibles mafias mexicanas.
Este jueves anunciaron la captura de uno de los hombres cercanos a Guacho, identificado como Vicente Cánticus Pascal y conocido como Brayan.
El endurecimiento de Quito con respecto al ELN parecía inevitable ante la presión que enfrenta Moreno para entregar resultados.
El gobierno se marginó de los diálogos como «previsión (…), al fin de cuentas si suceden acontecimientos similares con fuerzas del ELN que no se atengan al proceso de paz, esto tendería un velo de complicidad», dijo a la AFP en Quito Michel Levi, analista de la Universidad Andina Simón Bolívar.
La arremetida de Guacho deja siete muertos y decenas de heridos desde enero.
Los dos países ofrecen una recompensa de 230.000 dólares por información que conduzca a su detención, «vivo o muerto».
(Con información de AFP)