El papa Francisco frente al declive de la Iglesia en Irlanda

El papa Francisco deberá esforzarse este fin de semana en Irlanda para que los irlandeses vuelvan a tener fe en su Iglesia, cuya influencia, antaño enorme, no ha dejado de caer a causa de los escándalos de pederastia y la evolución de las costumbres.

La Irlanda que va a descubrir el papa ha cambiado profundamente desde la última visita de un pontífice al país, la de Juan Pablo II en 1979. En aquella época, la Iglesia católica irlandesa era un actor clave en la vida de la isla.

Por no haber sabido anticipar los cambios socioeconómicos del país y haber defendido ideas ultraconservadoras, la Iglesia irlandesa ha perdido influencia año tras año.

También paga las consecuencias de su gestión desastrosa del escándalo de los curas pederastas, cuyas acciones fueron encubiertas en ocasiones por responsables del clero. Esas agresiones, reveladas en los años 2.000, se produjeron durante décadas y se cree que afectaron a unos 14.500 niños.

En una clara señal de la emancipación de la sociedad irlandesa respecto de la Iglesia, el país legalizó en 2015 el matrimonio homosexual, eligió a un primer ministro gay, Leo Varadkar, en 2017, y liberalizó el aborto, en mayo.

La visita del papa será una ocasión para que los irlandeses hagan balance sobre el lugar y el papel de la Iglesia católica en su sociedad.

«Mi esperanza es que el papa lleve a la Iglesia de Irlanda a cambiar», declaró el domingo el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, en una homilía. «El papa debe hablar francamente de nuestro pasado y también de nuestro futuro».

Oficialmente, el papa acude a Dublín para clausurar el Encuentro Mundial de las Familias, una cita que incluye celebraciones y mesas redondas.

Pero el pontífice aprovechará el viaje para entrevistarse discretamente con víctimas de abusos sexuales, indicó el Vaticano, que lidia con un nuevo escándalo tras la publicación, la semana pasada, de una investigación sobre agresiones sexuales que miembros del clero infligieron a un millar de niños en Estados Unidos.

En los seis discursos que pronunciará el papa, tendrá «muchas posibilidades, muchas oportunidades» de abordar la cuestión de los abusos, señaló el Vaticano.

«No basta con pedir disculpas»

El momento álgido de la visita será el domingo con una misa gigante en el Phoenix Park de Dublín, donde se esperan unas 500.000 personas, una décima parte de la población irlandesa.

Una cifra importante pero tres veces inferior al número de personas que fueron a ver a Juan Pablo II en el Phoenix Park en 1979, en la que fue probablemente la mayor concentración popular de la historia del país.

Para el ministro de Agricultura, Michael Creed, el hecho de que la Iglesia se haya alejado de los asuntos públicos del país es una evolución positiva.

Antes, «la Iglesia controlaba la política social con la ayuda de un gobierno sumiso y de una población temerosa», pero el «sombrío capítulo de los abusos y su disimulo cavó una profunda brecha entre numerosos fieles y la Iglesia», asegura.

«La historia reciente de la Iglesia en Irlanda vivió momentos sombríos», reconoce el arzobispo de Dublín. «Espero que (el papa) hable con bondad pero también con firmeza», añadió el clérigo. «No basta con pedir disculpas. Las estructuras que permiten o facilitan los abusos han de ser desmanteladas para siempre».

La visita de Francisco ha suscitado movimientos de rechazo impensables en 1979. Miles de internautas irlandeses llamaron en Facebook a «decir no al papa» boicoteando la misa de Phoenix Park y reservando cientos de entradas que no utilizarán.

Los organizadores de esa protesta pacífica celebrarán un acto distinto en Dublín, en el que participará la asociación de apoyo a los supervivientes de abuso «One in Four».

«La visita del papa es muy penosa para muchos supervivientes [de abusos]. Despierta viejas emociones: vergüenza, humillación, desesperanza, cólera», declaró su directora, Maeve Lewis. «Lo mínimo que se merecen durante esta visita papal es un compromiso claro de que la Iglesia católica tiene intención de afrontar los abusos sexuales de niños por clérigos».

Ante esas expectativas, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, afirmó al medio Vatican News que el papa transmitiría un mensaje de «esperanza» y «apertura» en Irlanda donde, según él, la Iglesia «reconoció sus errores, sus pecados» y tomó medidas al respecto.

(Con información de AFP)

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