China apuesta por los países de Europa del Este
China continúa con su ofensiva de seducción hacia los países de Europa central y oriental con ocasión de una cumbre este sábado en Bulgaria, una nueva etapa en su despliegue de infraestructuras en esta región, donde muchos ven al gigante asiático como un competidor de la Unión Europea.
Sin embargo, el contexto ha cambiado desde la última reunión de este grupo de países, llamado «16+1», a finales de 2017 en Budapest. China y Estados Unidos acaban de empezar «la mayor guerra comercial» de la historia con la entrada en vigor, el viernes, de los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos por valor de decenas de miles de millones de dólares.
Así que a Pekín le interesa no abrir otro frente con la Unión Europea, por lo que «el primer ministro chino Li Keqiang adoptará un perfil bajo» en la cumbre de Sofía, augura François Godement, jefe del programa UE-China del centro de reflexión European Council on Foreign Relations (ECFR).
China sabe que Bruselas no siempre ve con buenos ojos su voluntad de reforzar su presencia económica en el extenso espacio que va de los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) hasta la antigua Yugoslavia (Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro, Serbia, Eslovenia), pasando por el grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia) y otros países balcánicos (Albania, Bulgaria y Rumanía).
Y es por eso que Li trató de tranquilizar a los europeos el viernes en Sofía, donde se reunió con su homólogo búlgaro, Boiko Borsiov.
«Algunos podrían decir que la cooperación 16+1 puede dividir a Europa, pero eso no es cierto. La cooperación 16+1 no es de ningún modo una plataforma geopolítica», subrayó el primer ministro chino.
«China apoya la integración europea y la unidad de la UE (…), muy importante para la prosperidad global y la paz», que «apoyan el multilateralismo», añadió.
«Mi hermano el embajador chino»
China se ha vuelto «extremadamente educada y amable con la UE en los últimos meses», apunta Godement.
Pero sin renunciar a sus ambiciones en el este y en el sur de Europa.
En la última cumbre del 16+1, Li Keqiang anunció una línea de crédito de casi 3.000 millones de euros para proyectos en los países de Europa central y oriental. En el paquete, figuraban la construcción de autovías, puertos, parques industriales, centrales eléctricas, redes de fibra óptica y muchas obras que se inscribían en el marco de la «nueva Ruta de la Seda», imaginada por Pekín para facilitar el transporte rápido de mercancías entre Europa y Extremo Oriente.
El proyecto más simbólico es la construcción de una línea de tren de alta velocidad entre Atenas y Budapest, la capital húngara, pasando por Macedonia y Belgrado, la capital serbia, que abriría un pasaje entre el mar Egeo y el corredor de Europa.
De los Balcanes, Serbia, con sus 7,1 millones de habitantes, es el socio favorito de Pekín.
«Con mi hermano, (el embajador de China en Belgrado) Li (Manchang), trabajamos. Nos reunimos dos veces por semana y hablamos sobre varios proyectos», declaró esta semana el presidente serbio, Alekasandar Vucic, según la agencia de prensa Beta.
En 2014, responsables serbios y chinos inauguraron un nuevo puente sobre el Danubio en Belgrado, el primer gran proyecto de infraestructuras de transporte realizado por China en Europa.
De la promesa a la realización, no deja de haber un paso y «los países del Este están decepcionados por el nivel actual de las inversiones chinas», observa Godement, que señala «una falta de interés en los préstamos» chinos.
Las inversiones chinas solo constituyen el 3% de las inversiones totales en Europa central y oriental, destaca un informe del ECFR.
En cambio, el hecho de que China se reúna por separado con los países de Europa central y oriental, de los que 11 son miembros de la UE, diez días antes de una importante cumbre entre chinos y europeos en Pekín, no es baladí.
«China recurre al formato 16+1 para intentar dividir a Europa», considera Godement.
(Con información de AFP)