Iglesia Católica ¿es suficiente mostrar vergüenza?
Ya hay que hablar claro y directo, no hay de otra. El papel de la Iglesia no es proteger a los poderosos, sino a los indefensos, no a los culpables, sino a los inocentes. Esta semana la Corte Suprema de Pensilvania, Estados Unidos, publicó el informe de un Gran Jurado que documenta 300 casos de “sacerdotes depredadores” sexuales en seis de las ocho diócesis del estado. Tras investigar denuncias de abusos de menores identifica a 1 mil víctimas, pero no crea que desde hace poco, sino desde 1940. El Informe ha sacudido al mundo y está dañando seriamente la imagen de la iglesia católica.
Lo peor de todo es que por supuesto no es el primer caso. Ya desde hace años se sabe de circunstancias similares en varios países del mundo… y no pasaba nada… El modus operandi ha sido igual desde décadas: una vez enterados de uno o varios sacerdotes abusadores de niños y jóvenes, la solución no era castigarlos severamente sino… solo cambiarlos a otra parroquia para… empezar de nuevo, como si nada hubiese pasado. Y así la historia se repetía en el nuevo lugar… nuevos abusos y luego de un tiempo, volverlos a cambiar de parroquia… sin duda una situación excesivamente perversa…
Una catástrofe moral
Y ¿cómo es que lo de Pensilvania está cimbrando más fuerte que otros casos? La palabra Vaticano aparece 45 veces en el informe del Gran Jurado lo que destapa una maquinaria de silencio y encubrimiento ante los excesos de los curas; es decir, Roma fue informada en repetidas ocasiones tanto de las agresiones sexuales como del hecho de que la Iglesia estadounidense estaba encubriendo a curas pederastas. Aun así, no tomaron acciones; dejaron que siguieran abusando de los niños; cómodamente, voltearon a ver a otro lado…
Convencer o intimidar a pre adolescentes para abusar de ellos, realmente resultaba muy sencillo: muy listos los sacerdotes, les decían que irían al infierno de no acceder a sus exigencias. Emplearon la propia fe de las víctimas y su confianza en ellos como líderes religiosos no solo para abusar sino para silenciarlos. Nada más por mencionar algunas situaciones descritas por el Gran Jurado: en la rectoría de una parroquia, cuatro curas hicieron que un niño se desnudara y posara como Jesucristo en la cruz mientras le tomaban fotos. Todos se reían y decían que las imágenes serían utilizadas como referencia para nuevas esculturas religiosas. Otro cura contó a un niño al que estaba acariciando que lo que hacía estaba bien porque él era “un instrumento de Dios”.
Celibato: dogma de la edad media
Según el informe, algunos niños fueron manipulados con alcohol o pornografía. A otros les hicieron masturbar a sus agresores, o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados oralmente, algunos vaginalmente, algunos analmente… Los curas también utilizaron el sacramento de confesión como una oportunidad para atacar a menores. En el Vaticano dicen estar muy avergonzados de la situación. ¿Será suficiente?
¿No sería momento de tomar una acción drástica para ya terminar con este desastre? ¿Qué tal eliminar el celibato que muy probablemente es la causa de los delitos de abuso sexual? El dogma católico del celibato se remonta a la Edad Media, tiempos muy diferentes a los actuales donde se sabe la importancia de practicar una sexualidad saludable. Ahí es quizá donde está el verdadero problema que la iglesia no quiere o no le conviene ver: reprimir lo natural.
En México: que las víctimas tienen cola
Y si en el Vaticano solo están avergonzados, en México la visión es de pena ajena… Previo a oficiar una misa en la Catedral de Veracruz, el Cardenal Sergio Obeso fue cuestionado sobre el asunto de los sacerdotes pederastas y, primero como que no quería abordar el tema… y sí, debió mejor quedarse callado porque solo le echó más gasolina al fuego: señaló que, aunque muchas de las acusaciones sí son ciertas, son hechas por gente que debería tener tantita pena…
“Son acusaciones que se hacen, que en algunos casos son ciertas, pero mal de muchos, consuelo de tontos, porque a veces quien los acusa debería tener tantita pena, porque suelen tener una cola que les pisen muy larga”. No solo es una posición cínica y que avala los delitos, sino que abona a perpetuar un problema: el no querer reconocerlo… ¿Qué postura tomará el Papa? ¿Dejará que pasen los días para se enfríe la información y siga la vida como si nada? Urgen acciones drásticas de su parte o que no le extrañe que continúe el éxodo de feligreses hacia otros rumbos más congruentes…