Comienza un cambio de régimen político en México

Transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical. Suena pretencioso, pero… ¿a qué se refiere el Presidente Andrés Manuel López Obrador con ello? Sencillo: la corrupción ha perneado tan profundo en prácticamente todas las instituciones que ha imposibilitado un progreso más parejo, eso es real, no imaginación. Por años, nos hemos quejado de ello, aunque… la solución no estaba precisamente en las manos de los ciudadanos… ¿cómo comprender que las mismas leyes que se supone castigarían el robo de recursos públicos, o sea, corrupción, contemplaban penas irrisorias? Una propuesta magnífica es precisamente que la corrupción tenga penas severas. Sino, justamente se vuelve la mejor invitación para continuar desfalcando las arcas públicas.

Neoliberalismo: sinónimo de corrupción en México

Y para reforzar el asunto, dio cifras demoledoras: según la última medición de Transparencia Internacional ocupamos el lugar 135 en comparación con 176 países evaluados. Ocupamos el lugar 135 en corrupción, entre 176 países evaluados y pasamos a ese sitio luego de estar en el lugar 59 en el 2000, subir al 70 en el 2006, escalar al 106 en el 2012 y llegar en 2017 a la vergonzosa posición en que nos encontramos. El distintivo del neoliberalismo es la corrupción, enfatizó el Presidente y recordó cómo la privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. “Desgraciadamente casi siempre ha existido este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”.

Un breve recuento de la historia

“En la época de la llamada, o del llamado desarrollo estabilizador, o compartido, que va de los años 30 a los 70 del siglo pasado, los gobernantes no se atrevieron a privatizar las tierras ejidales, los bosques, las playas, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, las minas, la industria eléctrica ni mucho menos a enajenar el petróleo, pero en estas últimas tres décadas las máximas autoridades se han dedicado, como en el Porfiriato, a concesionar el territorio y a transferir empresas y bienes públicos, e incluso funciones del Estado a particulares nacionales y extranjeros. No se trata, como antes, de actos delictivos individuales, o de una red de complicidades para hacer negocios al amparo del gobierno. En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político, por eso si me piden que exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad”. Imaginen la cara del ahora ex Presidente Peña Nieto, escuchando sin poder moverse de su asiento…

No endeudaré más a México: AMLO

Entre los muchos aspectos que abordó el nuevo Presidente, enfatizó uno demoledor: cuando terminó el sexenio del presidente Fox la deuda pública era de 1.7 billones. Cuando dejó el gobierno Calderón, la deuda aumentó a 5.2 billones, más de 200 por ciento. Y en esos dos sexenios fue cuando se recibió más dinero por la venta de petróleo al extranjero y todo se derrochó o se fue por el caño de la corrupción. Ahora la deuda es de 10 billones. Nada más para pagar el servicio de esa enorme deuda tenemos que destinar del presupuesto del año próximo alrededor de 800 mil millones de pesos. Por eso, ya no va a aumentar la deuda pública. Ese es nuestro compromiso, dijo. Sigan imaginando la cara del ex Presidente…

No habría juzgados ni cárceles suficientes

Aún con estos datos, mencionó AMLO un aspecto polémico: “en el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental, es evitar los del porvenir (…) Pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo”. Habrá muchos quienes no estén de acuerdo y sí, es difícil pensar que quienes han saqueado, vayan ahí por la vida como si nada. Solo de pensar en ex servidores públicos como Borge, los Duarte, Moreira, y tantos más, parecería imposible aceptar un borrón del asunto. No habría juzgados ni cárceles suficientes, y lo más delicado, lo más serio, según afirma AMLO, meteríamos al país en una dinámica de fractura, conflicto y confrontación, y ello nos llevaría a consumir tiempo, energía y recursos que necesitamos para emprender la regeneración radical de la vida pública de México, la reactivación económica y la pacificación del país. Cuesta trabajo aceptarlo, pero… habría que elegir: en seis años apenas si dará tiempo para reformar lo podrido, para reconstruir lo distorsionado… habría que pensar si debemos dedicarnos al pasado o abocarnos a recomponer… en lo personal, creo que tiene razón: construyamos hacia el futuro…

Facebook: yvette.hesse        Twitter: @YvetteHesse

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