Vivir entre la curiosidad y el miedo, de ida y vuelta
Pero la vida también es un regalo, una oportunidad para aprender más de nosotros mismos, para querernos y respetarnos
La vida es un camino misterioso que podemos recorrer de diferentes maneras… Cada cual a la suya. Creo que la vida es un misterio porque no podemos saber lo que nos deparará el mañana. Y aunque esto nos pueda dar un poco de miedo, también es lo que le da su magia.
El ser humano ha evolucionado por ser precavido e intentar anticiparse a los posibles problemas que pudieran surgir. Pero también ha sido nuestra curiosidad innata lo que nos ha traído hasta este siglo tecnológico.
Siempre que pienso en la vida, siento que es un camino. Pero no es un camino recto… no. En realidad es un camino lleno de bifurcaciones, de senderos que salen del camino principal, de cuestas y de bajadas, de valles donde todo está en calma y de tormentas que se llevan lo antiguo para dejar paso a algo nuevo.
Y es que en la vida todo es cambio, todo es creación y disolución. Porque si no fuera así, siempre seríamos iguales, no cambiaríamos nada ni evolucionaríamos internamente. El cambio nos da miedo, puede incluso que hayamos aprendido que los cambios siempre traen cosas negativas, que supone la pérdida del bienestar anhelado.
En ocasiones vivimos el cambio desde el miedo porque nos confronta con lo desconocido, con partes de nosotros mismos que no nos gustan, con heridas de la infancia que aún están por sanar. Y por eso nuestra primera reacción ante el cambio, puede ser de pánico y miedo.
Debes saber que es una primera reacción para protegerte, porque es más fácil rechazar algo que no encaja contigo. Pero si te das tiempo y espacio para ver más allá del temor, comenzarás a observar que el cambio es natural, que esa situación no podía continuar así por siempre… aunque te duela.
Y cuando salimos de esa angustia y miedo, comenzamos a vivir con curiosidad.
Vivir desde la curiosidad
Tal vez te estés preguntando… ¿Qué es la curiosidad? La curiosidad son muchas cosas…
- Mantenernos abiertos a lo que la vida traiga.
- Abandonar juicios de “bueno-malo”.
- Aceptar las cosas, emociones, pensamientos y personas como son.
- Convertirnos en detectives para comprendernos mejor.
- Observar con calma para comprender las cosas y a las personas.
- Es ir acompañados por el miedo, pero sin que nos secuestre.
- Es mirar un poco más allá, adentrándonos en el misterio de la vida.
- Convivir con nuestro niño interior, lleno de sabiduría y amor.
Como has comprobado, la curiosidad son muchas cosas y tenemos que hacer un esfuerzo consciente para vivir desde la curiosidad.
Es un esfuerzo que merece la pena porque así dejamos de vivir como autómatas, dirigidos por miedos interiores, por heridas sin sanar. Y poco a poco comenzamos a seguirle el ritmo a la vida y a su magia.
Porque transitar por la vida con curiosidad, es vivirla y experimentarla tal y como es. Con lo que nos gusta y con lo que no, con lo que nos hace sentir bien y con la sensación de malestar. Porque al vivir la vida con curiosidad, nos abrimos a todo, aceptamos todo, nos conectamos a todo.
El camino de la vida puede parecer muy largo a veces, especialmente cuando sufrimos y sentimos que nada tiene sentido.
Pero la vida también es un regalo, una oportunidad para aprender más de nosotros mismos, para querernos y respetarnos. Porque al fin y al cabo, para eso estamos aquí.
Conectar con nuestro niño interior
Nuestra infancia es el inicio de todo, es el momento en que nuestra mente se comienza a programar. Y esa programación depende de lo que ocurre fuera de nosotros… de las actitudes de nuestros padres o cuidadores, del amor que recibimos o dejamos de recibir, de las necesidades cubiertas o abandonadas, de las experiencias traumáticas que nos pueden ocurrir.
El caso es que no tenemos control alguno sobre la programación de los primeros años de nuestra vida, porque somos como esponjas que absorbemos lo que hay a nuestro alrededor.
A partir de esa programación inicial, creamos el molde con el que viviremos nuestra adolescencia y vida adulta. Y llega un punto en el que comenzamos a sentir que ese molde, somos nosotros, que no hay separación entre nuestra esencia, nuestro verdadero yo y esa programación inicial.
Pero no temas… que el niño o niña que fuimos, sigue vivo en nosotros. Sigue vivo el niño o niña llena de curiosidad y alegría, lleno de amor y generosidad. Pero también están presentes las heridas que ese pequeño o pequeña, ha experimentado.
Y en mi experiencia personal, las heridas de mi niña interior, se re-abren de vez en cuando hasta que decido mirar de frente eso que me asusta, eso que me pone triste, eso que me hace sentir mal. Y al mirar la herida, puedo sanarla, puedo comprender de dónde viene y por qué he decidido el camino vital que he decidido tomar.
Al principio da miedo comprender que hay heridas abiertas, que las decisiones más importantes de tu vida, han sido tomadas desde la herida y el sufrimiento. Pero hay esperanza. Puedo sanar mis heridas, puedo comprenderme mejor y puedo decidir de manera consciente recorrer mi camino vital desde el amor y no desde el miedo.
Es a veces un camino solitario y oscuro, pero es la oscuridad previa a hallar mi luz interior. Por eso es necesario conectar con mi niña interior para transitar la vida con curiosidad.
Porque la curiosidad es más fuerte que el miedo.
Si tú también sientes bloqueos en tu vida y crees que pueden ser heridas de la infancia, te recomiendo que busques a un psicólogo que te acompañe por este camino de auto-descubrimiento, para re-conectar de nuevo con tu curiosidad.
(Con información Elena Alameda/noticiasensalud.com)