Vitamina D, mitos, realidades y su efecto en la salud humana

Las vitaminas se han convertido en objeto de controversia por el verdadero papel que desempeñan en el cuerpo humano, mientras que la sociedad cada vez se toma más en serio la persecución de sus niveles óptimos por su posible influencia en la prevención o la formación de enfermedades.

Y si hay una vitamina que destaca entre todas, esa es la D, una de las más enigmáticas para la ciencia por la ausencia de evidencias sobre su papel real en el cuerpo humano, si bien diversos estudios relacionan los bajos niveles de vitamina D con una mayor mortalidad por distintas causas.

«La única evidencia concluyente y definitiva que tenemos sobre el papel de la vitamina D en el ser humano es en la regulación de los minerales y su impacto en nuestra salud ósea», explica Diana Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Sin embargo, subraya que «existe una clara, evidente y muy fuerte relación entre los niveles de vitamina D y la mortalidad por cualquier causa». Un misterio para la ciencia con un preocupante dato de fondo: la mayoría de la población tiene carencia de vitamina D, a pesar de la facilidad para adquirir un nutriente que puede protegernos de muchas enfermedades.

¿ES LA VITAMINA D UN BIOMARCADOR PARA DETECTAR ENFERMEDADES?
Según los últimos estudios, el 75 % de la población española presenta bajos niveles de vitamina D. Pero aquí, de nuevo, la ciencia se topa con un desafío: no se miden los niveles de vitamina D en la población como norma general, por lo que se desconoce el estado real de la cuestión.

Además, la organización científica médica Endocrine Society acaba de publicar una actualización de sus directrices en la que elimina el tradicional límite de 75 nmol/L (30 ng/ml) por debajo del cual se considera que una persona tiene bajos niveles de vitamina D, y recomienda no hacer un cribado a la población general, sino únicamente a diversos grupos de riesgo, como niños y adolescentes (para prevenir el raquitismo, una enfermedad ósea), personas mayores de 74 años, mujeres embarazadas o personas con diabetes.

A pesar de la polémica que ha suscitado este cambio de enfoque, porque impedirá conocer la realidad de esta vitamina en la población, la ciencia empieza a pensar que la carencia de vitamina D es más un indicador de una enfermedad subyacente que un problema en sí mismo. «Podría haber un error en nuestro entendimiento del funcionamiento de esta vitamina, que además tiene funciones más hormonales», razona la experta.

En este sentido, «la vitamina D podría funcionar únicamente como un biomarcador que nos alerta de que algo está fallando«, por lo que incrementar de forma artificial o natural sus niveles puede provocar que no estemos tratando «la causa real del problema», apunta.

¿CÓMO SE CONSIGUE LA VITAMINA D?
En todo caso, se sabe que la vitamina D se obtiene, principalmente, a través de la exposición solar. Algo que resulta llamativo si se tiene en cuenta que, en los países mediterráneos, que gozan de muchas horas de sol a lo largo del año, se han encontrado niveles especialmente bajos de vitamina D.

Los expertos lo achacan a un excesivo celo con la exposición al sol, que lleva a las personas a utilizar crema de protección bajo cualquier circunstancia, y a cambios estacionales en los que se reduce la cantidad de horas de sol y en que, debido al frío, nos cubrimos con ropa que impide que los rayos solares penetren en nuestra piel.

Encontrar el equilibrio entre protegernos del sol e incrementar los niveles de vitamina D no parece sencillo en una población en la que se tiende a buscar suplementos para cubrir carencias o donde, directamente, se empiezan a poner en duda los filtros solares por peligrosas modas virales.

¿FUNCIONAN LOS SUPLEMENTOS DE VITAMINA D?
La carencia de vitamina D no se compensa en todos los pacientes, ya que no suelen indicarse suplementos en la población general, en parte porque no se ha demostrado su efectividad en todos los pacientes, sino únicamente en grupos específicos, que son los que ahora considera la Endocrine Society, lo que ayudará a enfocar mejor el problema.

«Recalquemos que su deficiencia no puede atribuirse como causante de ningún problema de salud», recuerda la experta de la UOC, por lo que «medirla en población no indicada puede suponer un marcador de deficiencia al que no podemos atribuir ningún problema de salud real». Eso sin olvidar que los niveles bajos de vitamina D se relacionan con problemas musculoesqueléticos, enfermedades metabólicas, patologías infecciosas, problemas cardiovasculares y enfermedades autoinmunes.

¿SIGNIFICA ESO QUE LA VITAMINA D NO SIRVE PARA NADA?
Es mucho decir, porque sí hay evidencias sobre su «impacto en los minerales y la salud ósea», señala la doctora Díaz Rizzolo. Y si se tiene en cuenta que alrededor de tres millones de españoles sufren osteoporosis, según los cálculos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera esta enfermedad el segundo problema de salud más importante tras los cardiovasculares, quizás la carencia de vitamina.

«No estamos seguros de su utilidad, pero, frente a la existente duda que nos atañe en general siempre en la ciencia y en la medicina, su uso no es contraproducente y podría ser beneficioso si en los próximos años desentrañamos más sobre el papel de esta vitamina en el cuerpo humano«, zanja la doctora.

Así que, ante la duda, y mientras la ciencia hace su trabajo, lo mejor es que tratemos de mantener nuestros niveles de vitamina D en su punto óptimo, aprovechando que un simple paseo por la calle puede ayudarnos a conseguir este escurridizo bien para nuestra salud.

(Con información de noticiasensalud.com)

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