Sentirse enfermo ayuda a acelerar la recuperación

Algunos antropólogos dicen que todos estos aspectos de estar enfermo son características de una emoción que llamamos «lasitud»

Ya sabes lo que es estar enfermo. Te sientes fatigado, quizás un poco deprimido, menos hambriento de lo habitual, más fácilmente náuseas y quizás más sensible al dolor y al frío.

El hecho de que la enfermedad tenga un conjunto distintivo de características psicológicas y conductuales no es un descubrimiento nuevo. En terminología médica, el síntoma de malestar abarca algunos de los sentimientos que conlleva estar enfermo. Los conductistas animales y los neuroinmunólogos usan el término comportamiento de enfermedad para describir los cambios observables de comportamiento que ocurren durante la enfermedad.

Los proveedores de atención médica a menudo tratan estos síntomas como poco más que molestos efectos secundarios de tener una enfermedad infecciosa. Pero resulta que estos cambios en realidad pueden ser parte de cómo combatir las infecciones.

Soy un antropólogo interesado en cómo la enfermedad y la infección han dado forma a la evolución humana. Mis colegas y yo proponemos que todos estos aspectos de estar enfermo son características de una emoción que llamamos «lasitud». Y es una parte importante de cómo los seres humanos trabajan para recuperarse de la enfermedad.

El cuerpo establece prioridades cuando luchas contra los gérmenes

El sistema inmune humano es un conjunto complejo de mecanismos que lo ayudan a suprimir y eliminar organismos, como bacterias, virus y gusanos parásitos, que causan infección.

Sin embargo, activar el sistema inmunitario le cuesta mucha energía al cuerpo. Esto presenta una serie de problemas que su cerebro y cuerpo deben resolver para luchar contra la infección de manera más efectiva. ¿De dónde vendrá esta energía extra? ¿Qué debe hacer para evitar infecciones o lesiones adicionales que aumentarían aún más los requisitos de energía del sistema inmunitario?

  • La fiebre es una parte crítica de la respuesta inmune a algunas infecciones, pero el costo energético de elevar la temperatura es particularmente alto. ¿Hay algo que pueda hacer para reducir este costo?

Comer o no comer es una opción que afecta la lucha de su cuerpo contra la infección. Por un lado, los alimentos en última instancia proporcionan energía a su cuerpo, y algunos alimentos incluso contienen compuestos que pueden ayudar a eliminar los patógenos. Pero también se necesita energía para digerir los alimentos, lo que desvía los recursos de su esfuerzo inmune total. El consumo de alimentos también aumenta el riesgo de adquirir patógenos adicionales. Entonces, ¿qué debes comer cuando estás enfermo y cuánto?

Los humanos dependemos mucho de los demás para cuidarnos y apoyarnos cuando estamos enfermos. ¿Qué debe hacer para asegurarse de que sus amigos y familiares lo cuiden cuando está enfermo?

Proponemos que los cambios distintivos que ocurren cuando te enfermas te ayudan a resolver estos problemas automáticamente.

  1. La fatiga reduce su nivel de actividad física, lo que deja más energía disponible para el sistema inmunitario.
  2. La mayor susceptibilidad a las náuseas y al dolor hace que sea menos probable que contraiga una infección o lesión que aumentaría aún más la carga de trabajo del sistema inmunitario.
  3. La mayor sensibilidad al frío lo motiva a buscar cosas como ropa abrigada y fuentes de calor que reducen los costos de mantener alta la temperatura corporal.
  4. Los cambios en el apetito y las preferencias alimentarias lo empujan a comer (o no comer) de una manera que respalde la lucha contra la infección.
  5. Los sentimientos de tristeza, depresión y miseria general brindan una señal honesta a sus amigos y familiares de que necesitan ayuda.

Por supuesto, estos cambios dependen del contexto. Es probable que cualquier padre que lea este artículo esté familiarizado con la experiencia de estar enfermo, pero lo supere porque un niño necesita atención. Si bien puede tener sentido reducir la ingesta de alimentos para priorizar la inmunidad cuando el individuo enfermo tiene muchas reservas de energía, sería contraproducente evitar comer si la persona enferma está al borde de la inanición.

Lasitud presenta las características centrales de una emoción: se desencadena por señales de un problema de adaptación (es decir, infección), genera una expresión facial característica (p. Ej., Músculos faciales flojos, párpados caídos, labios ligeramente separados) y tiene cualidades distintas (p. Ej., cansancio profundo, disminución del apetito, sentimientos de vulnerabilidad, percepción alterada de la temperatura, aumento de la sensibilidad al dolor).

La enfermedad como emoción

Entonces, ¿cómo organiza el cuerpo estas respuestas ventajosas a la infección?

La evidencia que revisamos sugiere que los humanos poseen un programa regulador que los espera, buscando indicadores de enfermedades infecciosas. Cuando detecta signos de infección, el programa envía una señal a varios mecanismos funcionales en el cerebro y el cuerpo. A su vez, cambian sus patrones de operación de formas útiles para combatir las infecciones. Estos cambios, en combinación entre sí, producen la experiencia distinta de estar enfermo.

Este tipo de programa de coordinación es lo que algunos psicólogos llaman emoción: un programa computacional evolucionado que detecta indicadores de una situación recurrente específica. Cuando surge una situación determinada, la emoción organiza mecanismos conductuales y fisiológicos relevantes que ayudan a abordar los problemas en cuestión.

Imagina que estás caminando por el bosque, pensando que estás solo, y de repente te sorprenden los sonidos que sugieren que un animal grande está cerca de la maleza. Sus pupilas se dilatan, su audición se sintoniza con cada pequeño sonido, su sistema cardiovascular comienza a trabajar más duro en preparación para huir o defenderse. Estos cambios fisiológicos y conductuales coordinados son producidos por un programa de emoción subyacente que corresponde a lo que podría considerarse un cierto tipo de miedo.

Algunos de estos programas de coordinación se alinean muy bien con las intuiciones generales sobre lo que constituye una emoción. Otros tienen funciones y características que normalmente no consideramos «emocionales».

Algunos psicólogos sugieren que estos programas emocionales probablemente evolucionaron para responder a situaciones identificables que ocurrieron de manera confiable durante el tiempo evolutivo, que afectarían la supervivencia o reproducción de los involucrados.

Esta forma de pensar ha ayudado a los investigadores a comprender por qué existen algunas emociones y cómo funcionan. Por ejemplo, el programa de disgusto de patógenos detecta indicadores de que algún agente potencialmente infeccioso está cerca. Imagina que hueles el hedor a heces: la emoción del asco coordina tu comportamiento y fisiología de manera que te ayuden a evitar la entidad riesgosa.

Otro ejemplo es la emoción de la vergüenza, que busca señales de que has hecho algo que hace que los miembros de tu grupo social te devalúen. Cuando detecta uno de estos indicadores, un ser querido lo reprende por hacer algo que los lastima, por ejemplo, la experiencia de la vergüenza lo ayuda a ajustar su mapa mental de qué tipo de cosas harán que otros lo devalúen. Presumiblemente intentará evitarlos en el futuro.

A partir de la disciplina emergente de la medicina evolutiva, mis colegas y yo ahora aplicamos la idea de estos programas emocionales a la experiencia de estar enfermo. Llamamos a esta emoción «lasitud» para distinguir el programa subyacente de los resultados que genera, como la enfermedad y el malestar.

Esperamos que nuestro enfoque de la lasitud ayude a resolver problemas de importancia práctica. Desde una perspectiva médica, sería útil saber cuándo la lasitud está haciendo su trabajo y cuándo está funcionando mal. Los proveedores de atención médica tendrían una mejor idea de cuándo deberían intervenir para bloquear ciertas partes de la lasitud y cuándo deberían dejarlos.

Autor: Joshua Schrock, Ph.D. Candidate in Anthropology, University of Oregon Fuente: The Conversation Feeling sick is an emotion meant to help you get better faster

(Con información de IntraMed)

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