Recuperemos nuestra salud, digamos no a ultraprocesados
En las últimas décadas nuestra alimentación se ha transformado y nuestra salud física y mental se han deteriorado. Hemos abandonado los alimentos que históricamente han nutrido a la humanidad durante miles de años y los hemos cambiado por productos comestibles que son rápidos de preparar y muy apetecibles, pero que carecen de valor nutricional. A este tipo de productos se denominan ultraprocesados (PUP), nombrados así por un grupo de investigación brasileño encabezado por el doctor Carlos Monteiro, de la Universidad de São Paulo, Brasil.
A diferencia de los alimentos naturales, los PUP se hacen en fábricas mediante múltiples procesos industriales (de ahí el término ultraprocesados), a partir de materias primas baratas y contienen una larga lista de ingredientes que no tenemos en nuestra cocina. Todo esto tiene la finalidad de hacerlos irresistiblemente sabrosos, listos para comer en cuestión de minutos, con una larga vida útil en el anaquel y una textura y apariencia muy atractivas, con el objetivo de que nos gusten mucho y los consumamos cotidianamente.
Hoy en día, las investigaciones científicas en todo el mundo muestran que consumir PUP se asocia con el desarrollo de diversas enfermedades relacionadas con nuestras emociones, como depresión, ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria, así como muchas otras como diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, cáncer, demencia y en general muerte prematura. La situación es tan grave que en México en los últimos cuatro años la mala alimentación ha causado más del doble de muertes que la Covid-19 (800,000 vs. 340,000).
¿Cómo lo hacen? Los PUP dañan nuestra salud, ya que a menudo contienen grandes cantidades de azúcar añadida, sal y grasas, una larga lista de químicos industriales o aditivos alimentarios como espesantes, conservadores, antioxidantes, colorantes, potenciadores de sabor que generan adicción como el glutamato monosódico, así como sustancias contaminantes derivadas del procesamiento o de los empaques, como el bisfenol A, una sustancia cancerígena presente en el unicel. Es la combinación de carbohidratos refinados y grasas que tiene un efecto supraaditivo en los sistemas de recompensa del cerebro, por encima de los macronutrientes solos, que los hacen tan adictivos como los cigarrillos o la heroína.
Así, los PUP engañan a nuestro cerebro disminuyendo nuestra capacidad de sentir saciedad, así como predisponiéndonos a preferir productos ricos en azúcar y grasas y percibir las comidas naturales como desabridas. Esto nos lleva a comer de más y a desarrollar sobrepeso y obesidad abdominal, que son los principales factores de riesgo para la aparición de diabetes y enfermedades del corazón.
Por si fuera poco, los PUP alteran nuestra microbiota intestinal, esos millones de microorganismos con los que vivimos en una relación de simbiosis o ayuda mutua, nosotros les damos casa y comida y ellos nos dan sustancias que nos mantienen sanos. La comida de la microbiota se encuentra en los alimentos naturales como vegetales, frutas, leguminosas, cereales integrales, nueces, entre otros. Desafortunadamente, los PUP no contienen el balance adecuado de nutrientes que la microbiota necesita y, por el contrario, sí sustancias que la dañan, como los edulcorantes artificiales (aspartame y sucralosa…). Esto hace que la microbiota se altere, favoreciendo la proliferación de bacterias patógenas en el intestino y una barrera intestinal debilitada, lo que nos vuelve vulnerables a distintas enfermedades como colitis, diabetes, e incluso depresión.
Al consumir PUP, lo que haces es generar ganancias para la industria que los produce a expensas de tu salud. Incluyen una amplia gama de productos, como bebidas azucaradas (refrescos, juguitos, yogurts y lechitas saborizadas), cereales de caja, frituras, galletas y panes empaquetados, embutidos, pizzas, hamburguesas y nuggets de cadenas comerciales, dulces, por mencionar algunos. Los reconocerás por los sellos octagonales y leyendas precautorias que dicen cuando contienen demasiado azúcar, sal, grasas y edulcorantes. Consulta también las nuevas guías alimentarias para la población mexicana, que traen el nuevo plato del bien comer (https://www.ciad.mx/nuevas-guias-alimentarias-para-la-poblacion-mexicana-y-el-plato-del-bien-comer/) y lee la lista de ingredientes (en letras muy pequeñas para que sea difícil), ya que todavía no hay un sello que diga “ultraprocesado”. El consumidor tiene más poder si tiene acceso a la información correcta.
Los alimentos naturales no solamente nos nutren, sino que nos mantienen sanos y nos protegen de enfermedades. Además, estudios de la UNAM y del Instituto Nacional de Salud Pública han demostrado que comer sano cuesta, en términos económicos, lo mismo o incluso menos que comer PUP. Si bien la decisión no es individual ya que vivimos todos expuestos al ambiente ultraprocesado, tenemos el poder de pasar la voz acerca de lo que son los PUP y redescubrir los alimentos naturales en todas sus formas. UNAMos esfuerzos para librarnos de los ultraprocesados y tener una vida saludable.
(Con información de Gaceta UNAM)