Proceso para rehabilitar a víctimas de quemaduras
Además de los daños por el fuego, quedan incapacitados para el trabajo y las tareas diarias que requieren del movimiento de las manos
Hay quemados que no mueren de ardor (contrario a lo que asegura el dicho popular), sino que además de padecerlo quedan incapacitados para el trabajo y las tareas diarias que requieren del movimiento de las manos.
A pesar de que las manos representan sólo seis por ciento de la superficie corporal, en 80 por ciento de los pacientes quemados, son las principales afectadas, junto con antebrazos, por quemaduras de diferente grado.
Una quemada profunda en las manos ocasiona discapacidad debido a secuelas como las contracturas, aseguró Michelín Álvarez Camacho, de la Facultad de Ingeniería.
Nos quemamos más las manos, explicó la investigadora del Centro de Ingeniería Avanzada, porque nos tapamos con ellas la cara, para evitar una quemadura en esa zona.
La piel sana es muy elástica, se mueve y deforma para permitirnos el movimiento. Al levantar un brazo, por ejemplo, se estira 40 por ciento.
Un paciente quemado, al ser salvada su vida luego del tratamiento en una terapia intensiva, se le colocan injertos de piel (suya en el mejor de los casos), para ayudar a cerrar sus heridas y promover una correcta cicatrización; pero, ¿qué tan natural y completa es la movilidad resultante?
Caracterización mecánica
Para saberlo a ciencia cierta, Gerardo Martín García y Michelín Álvarez Camacho, alumna de la carrera de Ingeniería en Sistemas Biomédicos de la UNAM e investigadora entonces del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra Ibarra (INRLGII), desarrollaron un proyecto sobre deformación y desplazamiento de la piel en pacientes quemados.
Su objetivo fue la caracterización mecánica de las quemaduras con el própósito de conocer cómo podría evitarse la discapacidad por las secuelas de la cicatrización por quemaduras.
El proyecto permitió desarrollar, con tecnología del INRLGII, un proceso de medición que servirá a cirujanos y rehabilitadores para ofrecer una mejor calidad de vida a pacientes quemados de manos y antebrazos.
En el INRLGII, con un equipo de correlación de imágenes digitales en 3D no invasivo, estudiaron “puntos de estrés, donde generalmente se romperá la piel o tendrá restricciones para moverse”. Sin tocarla, registraron y midieron cómo se estira y deforma la sana y la quemada.
Así, al medir la deformación y el desplazamiento de la piel de la mano y del antebrazo que se generan durante el movimiento articular, se trató de determinar las variables mecánicas relevantes que describen esta respuesta.
- Estudiaron puntos de estrés, donde generalmente se romperá la piel o tendrá restricciones para moverse. Sin tocarla, registraron y midieron cómo se estira y deforma la sana y la quemada. Información e imágenes fueron sincronizados en una base de datos, la cual esperan robustecer.
Información e imágenes fueron sincronizados en una base de datos inicial por Gerardo Martín García como parte de su investigación para titularse como primer egresado de Ingeniería en Sistemas Biomédicos de la UNAM.
Un puño normal tiene 90 grados entre los dedos y el dorso de la mano. Es fácil de medir. Pero cuando ya no se logran esos rangos de movimiento completos, es necesario medir cuántos grados de flexión hay y correlacionarlos con cuánto se estiró la piel. Después de seis meses, Martín García logró sincronizar “la medición óptica con ángulos de movimiento”.
Dicha base de datos e imágenes se espera robustecerla con más mediciones y otras variables (edad, peso, sexo, grasa subcutánea, tiempo de exposición al Sol, etcétera) de muchas personas sanas que servirán de referencia para los pacientes quemados.
Contracturas comunes
¿Cuánta es la diferencia de deformación-desplazamiento entre una piel sana y una quemada? En un paciente sano, la piel de la mano tiene aproximadamente 20 por ciento de deformación. En uno quemado, si es leve, puede ser el mismo porcentaje; pero en quemaduras profundas no se forma piel y la cicatriz puede ser muy rígida. El punto crítico es la piel que cubre los nudillos y la que está entre los dedos, ya que no hay flexión.
En una fase posterior de estudio, se analizarán otros movimientos de la mano. Por ejemplo, la oponencia, que es juntar el pulgar con el resto de los dedos. Este movimiento se complica en pacientes quemados, por lo que se dificulta –por ejemplo– cerrar la mano y tomar objetos, como una taza.
Hay diversos estudios en los que se han clasificado los movimientos de las manos y su utilidad. También en otros se han documentado las contracturas más comunes por quemaduras.
Álvarez Camacho señaló algunas: la parte anterior del cuello y el tronco generan una contractura en flexión, por lo que es difícil levantar la cabeza o girarla hacia la derecha o izquierda. Cuando la quemadura está en la parte interior del codo, el brazo se contractura flexionado, por lo que cuesta trabajo extenderlo.
Otras impiden mover los brazos a la altura del hombro o la muñeca. Muchos quemados de las manos no pueden extender los dedos, girar las palmas hacia arriba y hacia abajo, o levantar los pulgares.
Cuando las hay en los miembros inferiores no se pueden estirar las piernas o doblar por completo las rodillas, lo mismo sucede con los pies, aseguró la investigadora universitaria.
Prevenir accidentes, lo mejor.
Utilidad potencial
El sistema de correlación de imágenes en 3D y los resultados obtenidos en este primer estudio, pueden servir al cirujano para ubicar áreas de mucho estrés y hacer la planeación quirúrgica para colocar un injerto de piel y tenga así un poco más de movilidad el paciente.
La base de datos de personas sanas, puede servir también al médico antes de la primera cirugía, cuando el paciente está en estado crítico, para planear la extensión y la orientación del injerto para cubrir la herida y permitir el movimiento una vez que se tenga la cicatrización.
También podría ser útil en cirugías cosméticas y plásticas, en donde es importante verse bonita o guapo, y para una reconstrucción cutánea por algún accidente o por una cirugía extensa, como cáncer de mama.
Finalmente, sería esencial la prevención de accidentes como una explosión por “cuetes” o por huachicoleo, por citar dos ejemplos, que dejan gente incapacitada. Cuando estos eventos llegan a ocurrir, el INRLGII cuenta con el Centro Nacional de Atención a Quemados, en donde se les da una atención de muy alta calidad.
Álvarez Camacho considera fundamental el avance de proyectos de investigación en donde colabora la Universidad, por medio del programa de Ingeniería en Sistemas Biomédicos, e instituciones de salud, como en este caso; desarrollo de un proceso para la medición de deformación y desplazamiento de la piel por correlación de imágenes en 3D, pues se generan herramientas para colaborar en la rehabilitación de pacientes quemados, que permita su posterior reintegración a la actividad económica del país.
(Con información de Gaceta UNAM)