Mejoran tratamientos para la migraña

Si nunca has tenido migraña, hay dos cosas que tengo que decirte: Eres increíblemente afortunado. No puedes ni imaginarte lo terrible que es. Yo tuve migrañas —tres veces al mes, cada una de tres días— desde los 11 años y hasta la menopausia.

Aunque mis migrañas no se acercaban ni un poco a las que sufren muchas otras personas, sí afectaban mi trabajo, mi vida familiar y mis diversiones. De manera atípica, no estaban acompañadas de náuseas ni dolor de cuello ni siempre tenía que recluirme en un cuarto oscuro y silencioso y acostarme sin moverme hasta que cedieran. Sin embargo, no eran solo un “fuerte dolor de cabeza”, pues el dolor perturbaba mi vida y me obligaba a quedarme lo más quieta posible.

A pesar de ser la séptima causa de incapacidad en todo el mundo, la migraña “ha recibido relativamente poca atención como un problema de salud pública importante”, escribió hace poco Andrew Charles, un neurólogo de California, en The New England Journal of Medicine. Puede comenzar en la niñez, se hace más común en la adolescencia y alcanza su prevalencia de los 35 a los 39 años de edad. Afecta a entre el doble y el triple de mujeres que hombres, y una de cada veinticinco mujeres padece migrañas crónicas más de quince días al mes.

Aunque durante mucho tiempo el enfoque se ha puesto en el dolor de cabeza, las migrañas son más que eso. Constituyen un trastorno que afecta a todo el organismo y las investigaciones recientes han mostrado resultados de “un estado anormal del sistema nervioso que implica a múltiples partes del cerebro”, dijo Charles, del Programa Goldberg sobre Migraña de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles. Me dijo que espera que el artículo en la revista instruya a los médicos que dan consulta —quienes aprenden poco sobre las migrañas mientras estudian Medicina—.

Antes de que fuera posible estudiar la función cerebral a través de resonancias magnéticas o tomografías, se pensaba que las migrañas eran causadas por vasos sanguíneos inflamados y palpitantes en el cráneo que, por lo general —aunque no siempre—, afectaban un lado de la cabeza. Este síntoma clásico de la migraña dio pie al uso de medicamentos que contraían los vasos sanguíneos, que solo ayudan a algunos pacientes y no son seguros para personas con una cardiopatía subyacente.

Los remedios tradicionales solo ayudan a una minoría de quienes padecen migrañas. Van desde el acetaminofén, que se vende sin receta, y los antiinflamatorios no esteroides —como el ibuprofeno y el naproxeno—, hasta triptanes como el Imitrex, opiodes inadecuadamente recetados, y ergóticos usados como aerosol nasal. Todos tienen efectos secundarios que limitan cuánto pueden usarse y con qué frecuencia.

Los neurólogos especializados en la investigación y el tratamiento de la migraña (“de ninguna manera hay suficientes, dado lo común de la aflicción”, dijo Charles) ahora abordan la migraña como un trastorno con base en el cerebro, con signos y síntomas que pueden comenzar un día o más antes del inicio del dolor de cabeza y que permanecen durante horas o días después de que el dolor cede. Con base en esta nueva comprensión, ahora hay tratamientos más potentes y menos perjudiciales que ya están disponibles o esperan su aprobación, aunque su costo ciertamente limitará su utilidad.

Para ser más eficaces, las nuevas terapias pueden requerir que los pacientes reconozcan y respondan a los signos que les advierten sobre una migraña en su llamada fase prodrómica: cuando los síntomas como bostezos, irritabilidad, fatiga, antojos de comida y sensibilidad a la luz y el ruido se presentan uno o dos días antes del dolor de cabeza.

Incluso con los remedios actuales, la gente por lo general espera hasta que tiene una cefalea avanzada para comenzar el tratamiento, lo que limita su eficacia, de acuerdo con Charles. Su consejo para los pacientes es que aprendan a reconocer sus síntomas tempranos, o prodrómicos, que señalan que iniciará un ataque y comiencen el tratamiento de inmediato, antes de que se establezca el dolor.

“Es posible que muchas terapias sean eficaces, incluyendo la respiración meditativa y las técnicas de relajación, que no ayudan una vez que el dolor se disparó”, dijo.

Hasta los estudios clínicos de remedios para la migraña usualmente incluyen a pacientes en la fase aguda del dolor del ataque y, por lo tanto, a menudo muestran beneficios solo para una minoría de las personas. Aunque los triptanes, por ejemplo, están entre los remedios más eficaces, alivian el dolor por completo a las dos horas en solo entre el 9 y el 32 por ciento de los pacientes, según los informes publicados.

Una vez que un ataque de migraña cede, con frecuencia hay síntomas posprodrómicos, como fatiga, ánimo decaído y efectos cognitivos como concentración y comprensión deficientes. Esto puede empujar a los doctores a solicitar estudios de imagenología cerebral innecesarios para descartar algo más serio, como un tumor o un coágulo (las “señales de alerta” que ameritan que se investigue más a fondo incluyen un inicio repentino de un dolor de cabeza intenso, en especial en alguien que nunca antes ha tenido uno, fiebre asociada o un nuevo inicio de cefalea en alguien de más de 50 años).

Tanto los pacientes como los doctores confunden la migraña con la sinusitis, lo que conduce a pruebas innecesarias y terapias ineficaces.

Las condiciones que pueden disparar una migraña en las personas susceptibles incluyen saltarse comidas, una ingesta irregular de cafeína, hábitos de sueño erráticos y estrés. Así, Charles sugiere practicar hábitos constantes en cuanto a la dieta, el sueño, el consumo de cafeína y el ejercicio, para limitar la frecuencia de las migrañas.

Las mujeres —yo incluida— a menudo presentan migrañas justo antes y durante su periodo menstrual. Cuando seguí un calendario de mis ciclos menstruales y migrañas, descubrí que también me daban cuando ovulaba. Recordé que mis dolores habían sido peores décadas antes, cuando tomaba anticonceptivos orales, y me di cuenta de que la falta de estrógeno disparaba mis ataques. Para entonces ya estaba cercana a la menopausia, pero “complementando” con estrógenos orales en los momentos adecuados de mi ciclo, pude prevenir los dolores de cabeza.

La terapia preventiva “debe considerarse si la migraña ocurre por lo menos una vez a la semana o bien cuatro o más días al mes”, escribe Charles. Los posibles tratamientos incluyen medicamentos para la presión arterial, como los betabloqueadores; los agentes anticonvulsivos como el topirimato; y los antidepresivos tricíclicos como la imipramina. Además, la toxina botulínica, o bótox, está aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos como un preventivo para la migraña.

Sin embargo, más emocionantes aún son los remedios enfocados al cerebro, que tienen pocos o nulos efectos secundarios. Incluyen dispositivos manuales o bandas para la cabeza, como el Single-pulse TMS (estimulación magnética transcraneal de pulso único) y el Cefalyt t-SNS (neuroestimulación supraorbital transcutánea), que transmiten energía magnética o eléctrica a los nervios a través del cráneo y hacia el cerebro.

Una nueva clase de medicamentos dirigidos directamente a los péptidos que se cree que disparan los ataques de migraña están cerca de obtener aprobación federal en Estados Unidos. Incluyen anticuerpos monoclonales inyectados o intravenosos, y los llamados antagonistas CGRP (péptido relacionado con el gen de la calcitonina) orales.

(Con información de The New York Times)

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