La grasa sirve de banquete a los ácaros de la piel humana
El tejido cutáneo es un ecosistema con “muchos socios” que y evolucionado en la epidermis desde antes de que fuéramos Homo sapiens
La piel humana es un ecosistema con “muchos socios” que han vivido y evolucionado en la epidermis desde antes de que fuéramos Homo sapiens, apunta Rodolfo Acuña Soto, investigador de la UNAM.
Dos de esos tipos sin cuidado, habitantes habituales de este territorio cutáneo del tamaño de una toalla grande (aproximadamente dos metros en un adulto) son Demodex folliculorum y Demodex brevis.
Ambos son ácaros, pertenecientes a una subclase de arácnidos, como la garrapata y el arador de la sarna (Sarcoptes scabiei). Sin embargo, a diferencia de sus parientes, los Demodex son normalmente inocuos.
Desde “los humanos primigenios”, estos saprofitos sólo viven y se reproducen en nuestra piel. Como su nombre indica, los Demodex folliculorum (parece un gusanito con patitas) viven en los folículos pilosos.
La mayoría de la gente tiene Demodex, ya sea “la grandecita” folliculorum y/o “la chiquita” brevis que vive en las glándulas cebáceas. A ambas les encanta la grasa humana y el suero diluido que alimenta a las células de la dermis.
No les gusta vivir a temperaturas muy altas. La piel es una de las partes menos calientes del cuerpo: 24 C0. En cambio, el interior, la temperatura de hígado y corazón es 37 C0. Viven en las partes más expuestas, como la frente, donde les da el aire fresco.
También habitan en unas glándulas que secretan un lubricante para los párpados y la conjuntiva. Cuando se reproducen en exceso, causan blefaritis. En la raíz de las pestañas aparece como un color blanco. “Es un poco de sebo que se está secretando”. Para esa inflamación de párpados, que puede ser una molestia, “hay un montón” de tratamientos”.
Aunque no es factor causal, en las mujeres que padecen rosácea, Demodex se encuentran con más frecuencia en esa inflamación crónica cutánea que en la piel.
Aparecen también más en acné u otro tipo de lesiones como queratosis seborreica (esas costras color café en la piel de los adultos mayores), pero no son “un elemento primario” de su etiología ni complican esos padecimientos.
Están ahí “de pícnic” porque “hay mucho que comer”, subraya Acuña Soto, del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina.
Tres tipos de cuidado
Casi no hay reportes de Demodex en región de los genitales. En el vello púbico ocasionalmente andan las ladillas o piojos del pubis (Pthirus pubis). Las ladillas son uno de los tres tipos de piojos que atacan al ser humano. Los otros dos son el piojo de la cabeza (Pediculus humanos capitis) y el piojo del cuerpo (Pediculus humanus corpori).
El piojo del cuerpo, sostiene el doctor Acuña Soto, está asociado al tifo epidémico. Prolifera cuando hay hambrunas, migración forzada, refugiados de guerra que no se pueden bañar ni lavar su ropa. Esta epidemia, causada por la bacteria Rickettsia prowazekii que trasmite el piojo del cuerpo, puede ser mortal en un 15% de los infestados. Fue muy frecuente en México, ahora es muy rara.
Colonias protectoras
Nuestra piel es casa también de una diversidad de bacterias que viven de los detritus de las células descamadas. Muchas, agrupadas en colonias (solas o en interacción con otras) forman barreras protectoras contra bacterias dañinas tales como Firmicutes, Proteobacterias, Bacteriodetes y Actinobacterisa.
Diversas y dispersas en cualquier parte del cuerpo, son diferentes las del cuero cabelludo a las de la espalda, axilas, región genital y plantas de los pies. Todo esto coexiste con bacterias potencialmente dañinas, como el Streptococcus y el sthaphylococcus, que son causantes de enfermedad.
Algunas, muy poquitas, pueden estar relacionadas a abscesos. La mayoría de enfermedades de la piel no son causadas por la flora normal.
Varían también conforme a las diferentes poblaciones. Quienes viven en el Amazonas tienen una flora diferente en la piel a quienes radican en CDMX, Nueva York o el Ártico. “Son familias de bacterias comunes, pero las especies en particular pueden variar considerablemente”.
Polvito blanco
En las casas habitación hay también una gran cantidad de especies ácaros. Viven generalmente en el colchón y los sillones. Es normal que los humanos descamen: ese polvito blanco que se ve en la piel son células muertas. Los ácaros del colchón se lo comen.
Se la pasan “muy bien” en el colchón no solo por las células descamadas sino también por la humedad que trasmina uno cuando duerme. Los seres humanos estamos permanentemente vaporizando agua y transpirando CO2.
Los ácaros pueden vivir en diversos lugares, no solo entre telas, sino también en plantas y en animales, dice Acuña Soto, también profesor de Geografía Médica en la Facultad de Filosofía y Letras.
Cuando estos ácaros son inhalados continua u ocasionalmente, pueden causar asma, que es una reacción o hipersensibilidad a los antígenos de los ácaros del polvo, muertos o vivos. No se ven a simple vista. Miden entre 0.2 y 0.5 mm. Ésta puede ser una de las muchas causas posibles del asma.
Otra causa de asma son los polvos asociados a excremento y orina de cucarachas, por lo que Acuña Soto recomienda la limpieza básica en el hogar: aspirar para evitar la acumulación de polvo, sacudir camas y airear sabanas, así como guardar en frascos tapados, reservas como la harina o el arroz y no dejar restos de alimento ni dentro ni fuera de la casa.
(Con información de Gaceta UNAM)