Hay líneas de indagación para detectar litiasis renal y diabetes
Investigadores de la Facultad de Química ha realizado pruebas a 600 pobladores mayas; y estudian variantes genéticas en depresiones y suicidios
Las académicas Marta Menjívar Iraheta y Bárbara Peña Espinoza, de la Facultad de Química (FQ), estudian variantes genéticas en poblaciones mayas de la Península de Yucatán, las cuales podrían elevar el riesgo a desarrollar depresión mayor y, con ello, tendencias suicidas.
A través de un trabajo financiado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, el equipo de las universitarias ha realizado pruebas a 600 pobladores, tanto pacientes del Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán (HRAEPY) como adultos de Tahdziú, lugar con mayor porcentaje de pobreza extrema en el Estado.
Salud mental
La FQ, mediante el grupo de Menjívar Iraheta, trabaja desde hace cinco años en Yucatán, gracias a un convenio de colaboración con el HRAEPY, a partir de lo cual se creó la Unidad de Medicina Personalizada en este centro hospitalario, donde han desarrollado diversas líneas de investigación con comunidades mayas, entre ellas enfermedades como litiasis renal, depresión primaria o secundaria y diabetes.
“Con la actual pandemia, las enfermedades mentales caracterizadas por la ansiedad han afectado a los mexicanos: más de 15 millones padecen diferentes trastornos mentales; de ese total, 25 por ciento de la población económicamente activa (de 18 a 65 años) presenta algún problema de salud mental. Lo más alarmante es que sólo el tres por ciento ha recibido tratamiento. Las enfermedades mentales son de mayor frecuencia en las mujeres, pero en los hombres son de mayor letalidad”, señaló en entrevista Bárbara Peña.
En el caso de Yucatán, indicó, la depresión no deja fuera a ningún grupo etario, pues se presenta en niños, jóvenes y adultos mayores, además de tener una tasa alta.
Agregó que empezó a estudiar la depresión mayor como una antesala al suicidio en esta zona, debido a que Yucatán ocupa uno de los primeros lugares en las tasas de muerte por propia mano y la mayor parte se da por ahorcamiento.
Tras destacar que, en la cultura antigua, los mayas incluso tenían una diosa del suicidio (Ixtab), Peña indicó que la población de la Península presenta una estructura genética con un componente ancestral único: “La etiología de la depresión tiene diversos componentes: social, bioquímico (donde interactúa la dopamina, norepinefrina y serotonina), así como factores genéticos, con diferentes variantes genéticas involucradas. Nuestro grupo trató de elucidar si en esta población existen variantes genéticas que no han sido reportadas que los lleven a una mayor depresión y, por ende, a cometer suicidio”, detalló.
El grupo de investigación encontró en la muestra estudiada que 39 por ciento presenta depresión mayor, la cual está aunada con tendencia al suicidio; mientras que 44 por ciento sólo tiene depresión, sin otra patología: “de los 600 participantes, 25 por ciento tiene tendencia de riesgo suicida, dividido entre un riesgo leve, moderado y grave, el cual está acompañado por la depresión mayor”, explicó Bárbara Peña.
Esta línea de indagación se ha presentado en dos congresos, uno de ellos en el Congreso Nacional de Genética Humana, realizado en Acapulco, Guerrero; además se están escribiendo diversas tesis de los alumnos y artículos científicos. El trabajo cuenta con el apoyo de Margarita Rivera, experta en Medicina Interna, quien colabora con la aplicación de las entrevistas a la población, y Wildo Batún, de la especialidad de Bioquímica Clínica en Yucatán, quien participa en la parte experimental.
Bases de la enfermedad
“Lo que se está haciendo en la Unidad de Medicina Personalizada es buscar el conocimiento de las bases genéticas de la enfermedad (depresión), particularmente variantes genéticas de la depuración de fármacos, para que el tratamiento sea específico y dirigido al beneficio del paciente; así que el conocer qué polimorfismos tiene la persona, permite dirigir la terapia, lo cual ayuda mucho porque se actúa más rápido para que el medicamento llegue oportunamente, antes de que el enfermo vaya a cometer suicidio”, comentó por su parte la académica Marta Menjívar.
De esta manera, añadió, una parte del trabajo desarrollado en la “zona es conocer cuáles son los genes relacionados con la depresión, pero también cómo se depuran los medicamentos empleados para tratar este padecimiento, es decir, cómo el hígado los procesa; de hecho, ésa es otra área de investigación en el laboratorio”.
Parece ser, destacó la especialista, que esta población es altamente sensible, tanto adultos como niños: “es fácil entender que llegue a sentirse deprimida con facilidad y que en un ambiente propicio progrese al suicidio; debe haber programas nacionales y a nivel estado que motiven a los niños a expresarse, y esto es factible mediante las diversas expresiones culturales”.
En el caso de los adultos, dijo además Marta Menjívar, también se buscan salidas; por ejemplo, una vez detectado que presentan una carga genética que los hace susceptibles a la depresión, darles una consejería especializada con Erandi Bravo.
El proyecto, expuso más adelante, tiene como meta a mediano plazo conocer los factores genéticos que llevan a la depresión y suicidio de la comunidad maya, así como mejorar el manejo terapéutico y, a largo plazo, incidir en programas culturales del estado de Yucatán para adultos y niños, que puedan detener el número de suicidios que ocurren en la entidad.
Por su parte, Bárbara Peña mencionó que en la población estudiada se ha visto que la pobreza no es uno de los factores determinantes, “porque cuando se ven los estados que ocupan los primeros lugares en pobreza se advierte que las tasas de suicidios son mucho menores que en Yucatán; claro que tiene un papel importante la parte psicosocial, pero no es el factor principal”.
La universitaria añadió que una de las metas del proyecto a corto plazo es determinar las variantes genéticas que pudieran estar confiriendo un riesgo al desarrollo de depresión mayor y tendencia suicida: “Estamos trabajando siete variantes y tenemos resultados de la primera; el próximo año vamos a tener apoyo para abarcar más variantes en esta población y dar una idea de cuáles se encuentran en estas vías, para, a través del médico, buscar maneras de dosificación por medio de un abordaje piloto en la población y, con base en su genética, dar medicamentos”.
A largo plazo, concluyó, se plantean “evaluar tanto a niños como adultos y colaborar con disminuir la frecuencia de depresión y riesgo suicida en la zona maya”.
(Con información de Gaceta UNAM)