Hay 300 mil casos nuevos de tumores cerebrales cada año
En México, la media de edad de estos pacientes es de 45 años, afirmó Aliesha González Arenas, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas
En el mundo, la mayor incidencia de tumores de cerebro se da entre personas de 60 años; en México la media de edad es de 45 años, afirmó Aliesha González Arenas, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB).
“Es un dato impactante. No sabemos por qué tenemos estos cánceres con una diferencia de 15 años menos”, resaltó la científica.
Los tumores cerebrales ocupan el lugar 19 entre todas las neoplasias y el décimo entre las más letales. En el mundo se diagnostican cada año aproximadamente 300 mil nuevos casos y corresponden a 2.5 por ciento de la mortalidad por cáncer, de acuerdo con el sitio estadístico Globocan 2018.
En el país están poco estudiadas la incidencia y prevalencia de estas neoplasias. Se estima que el promedio es de 3.5 por cada cien mil habitantes y representa la segunda y quinta causa de mortalidad por cáncer en grupos de 0 a 18 años y de 18 a 29 años, respectivamente, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Según el estudio Clinical pronostic factors in adults with astrocytoma. Historic cohort, realizado por investigadores de los institutos nacionales de Cancerología, Neurología y Neurocirugía, así como de la Universidad de Guadalajara, 90 por ciento de 155 pacientes mexicanos con este tipo de cánceres tuvo una sobrevida menor a 15 meses, sólo nueve por ciento alcanzó dos años y el resto tres años, refirió.
División
Los cánceres cerebrales se dividen en malignos y no malignos. Los dos invaden tejido sano, pero los segundos pueden disecarse o retirarse mediante cirugía. En tanto, los malignos son altamente invasivos y crecen muy rápido, indicó la experta.
“Los más comunes en el mundo son los meningiomas, la mayoría son no malignos. En segundo lugar se encuentran los de la glándula pituitaria y los terceros son los glioblastomas, que son malignos y letales”, explicó la especialista del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del IIB.
Aliesha González, quien estudia los glioblastomas, apuntó que aún se desconocen los factores de riesgo para desarrollarlos, y el pronóstico de supervivencia de los pacientes depende de su edad, sexo, antecedentes familiares, y si son alcohólicos.
Las afectaciones se relacionan con el lugar en que se desarrolla el tumor: en la corteza frontal, la temporal o la parietal. Los más frecuentes son los de la frontal.
“Pueden dañar la audición y la motricidad. El primer síntoma es el dolor de cabeza por un periodo prolongado y que no se quita; otros son la midriasis (dilatación de pupila), caída del párpado y convulsiones. Algunos son tan infiltrantes que llegan hasta el quiasma óptico y dejan sin visión, pero en la medida que avanzan afectan el resto de las capacidades neurológicas”, subrayó la experta.
Además, hay una mayor incidencia en hombres que en mujeres, en una relación de tres a dos.
El tratamiento consiste en radioterapia y el suministro del fármaco Temozolamida, que inhibe la síntesis del ADN, por lo que ya no se pueden generar células nuevas. Este medicamento genera un metabolito activo capaz de atravesar la barrera hematoencefálica, formada por células llamadas astrocitos que controlan el paso de sustancias tóxicas entre la circulación sanguínea y el fluido cerebral.
Suma de esfuerzos por una cura
En la Universidad Nacional se realizan diversos estudios sobre los glioblastomas. González Arenas y su equipo en el IIB profundizan en los mecanismos moleculares por medio de los que estos tumores se desarrollan. Han encontrado que estas células tienen un alto contenido de autotaxina, una enzima que produce un lípido denominado ácido lifosfatídico, capaz de inducir la proliferación de células, y de manera interesante, la inhibición de su mecanismo de acción disminuye hasta en 30 por ciento la proliferación celular.
En colaboración con los investigadores Ignacio Camacho, de la Facultad de Química; Talia Wegman, Bernardo Cacho y Patricia García, del Instituto Nacional de Cancerología, efectúan pruebas de cultivos primarios de células derivadas de glioblastomas, y un protocolo con pacientes para encontrar un posible tratamiento para este mal.
Con el equipo de Marco Velasco, de la Facultad de Medicina, se trabaja en el reposicionamiento de fármacos autorizados por la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés), cuyos efectos ya se conocen y se estudia si pueden tener otros blancos terapéuticos que pudieran servir para el tratamiento de tumores.
“Debemos poner interés en este tipo de males, pues aunque su incidencia no es tan alta como la del cáncer de mama o de pulmón, también cobran vidas”, concluyó.
(Con información de Gaceta UNAM)