Hace falta acudir al médico para atender la depresión
Datos de la Secretaría de Salud revela que dicha condición es la primera causa de discapacidad en mujeres y la novena en hombres
Ciudad de México. Muchas profesiones disfrazadas de estoicismo impiden a quienes las ejercen mostrarse vulnerables.
“Pero tampoco lo pueden hacer las personas obreras o de la manufactura, por ejemplo. El decir ‘no puedo, hasta aquí llegué y necesito ayuda’” es un lujo para las trabajadoras y los trabajadores más pobres, dice la psicoterapeuta Nora Ivette Flores del Ángel. “¿Afectar la producción porque alguien tiene depresión?, ni pensarlo”.
Este 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión y, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSa), dicha condición es la primera causa de discapacidad en las mujeres y la novena para los hombres.
En septiembre del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que, a nivel global, es la mayor causa de discapacidad.
La depresión es un estado de ánimo alterado que va más allá de estar triste, puede conducir incluso al suicidio, advierte Nora Flores, de la Asociación de Psicólogas Feministas Sorece. “La visión de la psicología y psicoterapia feminista es no encasillar a las personas en una enfermedad mental, quitar esa etiqueta”.
Su origen se encuentra en múltiples factores, explica en entrevista, “como el componente biológico, pero también social, en el que entra la parte laboral. Y con la pandemia, esto se ha agudizado, no es nada fácil saber que estás peligro, que puedes enfermar, que nuestro trabajo pende de un hilo y no poder estar en contacto con nuestras familias y seres queridos”.
Que sirva esta efeméride para traer nuevamente el tema y desnudarlo de estigmas que solamente bloquean la sanación, invita la terapeuta. Llevar la discusión a las oficinas, las juntas, los chats laborales, los reportes de producción.
Desde el Estado se dio un gran paso para atender este creciente problema desde el ámbito laboral con la NOM-035 sobre factores de riesgo psicosocial en el trabajo, dice, pero aún tiene huecos regulatorios y hace falta una mejor implementación por parte de las empresas.
El empleo es una parte importantes de la vida, no sólo provee ingresos, sino que es una manera de expresar nuestra formar de ser y cumplir algunos de nuestros objetivos, dice.
Pero al mismo tiempo, las actividades laborales nos pueden afectar en otras áreas, “muchas veces llevamos los problemas del trabajo a casa o viceversa. Es importante recordar que no somos entes laborales, sino entes completos”.
¿Cómo se ve la depresión?
Antes de señalar los síntomas, es necesario apuntar que “no aparecen al mismo tiempo, tampoco se pueden presentar todos. Quizá un día se pueden sentir super bien, pero otros días o semanas incluso les cuesta levantarse de la cama. Pueden salir con amigos y su cuerpo está ahí, pero su mente no”.
La pérdida de interés y de capacidad de disfrutar las cosas que antes se disfrutaban, alteraciones del sueño como dormir mucho o poco, no tener apetito o comer más y falta energía y de concentración, son algunos de los indicativos.
Alrededor de esta condición hay muchos mitos, dice, como la idea de que alguien no salga de la cama. Y si bien algunas personas se sienten así, otras “nos volvemos funcionales, pero porque la sociedad nos exige eso, vamos al trabajo y cumplimos otras obligaciones”.
De acuerdo con Nora Flores, la depresión provoca una “percepción alterada de uno mismo, de nuestras propias capacidades. La gente se siente incapaz de hacer ciertas cosas, con culpa, se siente tonta”, lo cual puede traer graves repercusiones en el empleo.
Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de 2017, indican que el 32.5% de la población se ha sentido deprimida y la mayor parte es mujer.
Esto último tiene un doble filo, advierte. Por un lado, los estereotipos de género les impiden a los hombres reconocer sus sentimientos y “socialmente, a nosotras se nos permite”. Pero por el otro, “se nos cataloga como enfermas mentales”.
No dejar que los hombres hablen de lo que sienten y aceptar que las mujeres lo hagan, pero minimizarlas por ello, es un absurdo que no deja avanzar a nadie. “La mejor herramienta que tenemos contra la depresión es hablar”.
Motivos para deprimirse
El racismo, el clasismo y el componente geopolítico son otras causas de la depresión, agrega. El 40.7% de la población se encuentra en pobreza laboral, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), eso significa que más de 52 millones de personas se esfuerzan diariamente, pero los resultados no le dan ni para comer adecuadamente.
En México, si el español no es la lengua materna de una persona, sino una indígena, tiene 140% más probabilidad de trabajar en un empleo de baja calificación y remuneración, de acuerdo con el estudio Por mi raza hablará la desigualdad, de Oxfam.
Según el documento, el color de piel, el idioma y la cultura a la que se pertenezca definen en gran parte el futuro laboral de la gente en este país, y eso influye en la salud mental, comenta la psicoterapeuta.
La violencia por la identidad y expresión de género también afectan en el trabajo. El Diagnóstico Nacional sobre Discriminación hacia personas LGBT indica que el 29% de las mujeres trans señala haber tenido dificultades para encontrar empleo. Este es el porcentaje más alto dentro de las diferentes poblaciones de la diversidad sexual.
Y las mujeres lesbianas son quienes con más frecuencia han tenido que ocultar su orientación sexual para obtener o mantener un empleo. Junto con las mujeres trans, son también quienes tienen los salarios más bajos.
“S ha habado mucho acerca de que el futuro empresarial y del trabajo es generar empleos flexibles e innovadores. Pero esto tiene que ir profundamente ligado a la plena conciencia de que las personas sentimos y pensamos en muchos ámbitos, no nos partimos. Claro que cumplimos diferentes roles, somo empleadas, amigas, mamás o papás, activistas, pero todo eso incluidas en una sola persona”.
La relevancia de buscar ayuda
De acuerdo con el Programa de Sexualidad, Salud y VIH de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el 80% de las personas trabajadoras ha presenciado un acto de acoso laboral contra alguien más y el 74% asegura que esa conducta es ejercida principalmente por los jefes.
Según la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, en 2020 más de 2 millones de mujeres fueron violentadas o acosadas sexualmente en el trabajo, y alrededor de 95,000 fueron orilladas a renunciar por esos motivos. “Esos problemas pueden ser un detonante o causa de depresión”, indica Nora Flores.
En 2019 inició la primera etapa de aplicación de la NOM-035, en la cual los centros de trabajo debieron implementar una política de prevención e identificación del personal expuesto a acontecimientos traumáticos severos.
Y desde 2020 entró en vigor de lleno, con la evaluación del entorno organizacional mediante cuestionarios al personal. Así como con la aplicación de exámenes médicos y el registro de los resultados.
“Pero la NOM-035 no es una fórmula de A más B nos da tal resultado. Es un buen inicio, pero falta definir qué deben hacer las psicólogas y psicólogos con las evaluaciones. Hay un hueco legal en el que las empresas se pueden deslindar de darle seguimiento a los casos que se presenten”, apunta la especialista.
Es indispensable además sensibilizar e informar a las personas líderes y a toda la base trabajadora sobre “esta enfermedad del siglo, como se le ha llamado”. Dejar de normalizar que trabajar todo el día, con salarios mínimos, sin descanso y con un ambiente laboral pésimo es la realidad y hay que asumirla, dice.
“En la psicoterapia feminista hablamos de los límites emocionales y físicos, pues atendemos casos incluso de violencia sexual en el trabajo, que se traspasan. En terapia nos damos cuenta en qué momento ocurrieron y vemos que ha pasado una y otra vez y en distintos trabajos. Parece que la violencia nos persigue”. Hablarlo, buscar ayuda es lo mejor que se puede hacer, recalca.
Sorece ofrece consultas a bajo costo, pero también hay una red de instituciones públicas y de la sociedad civil que pueden brindar ayuda psicológica de manera gratuita.
(Con información de El Economista)