¿Existe clínicamente la tremofobia?
No hay estudios que justifiquen una aversión exagerada a los movimientos telúricos, expresa especialista de la UNAM
El pasado 19 de septiembre muchos adultos recordaron con angustia lo que ocurrió durante el temblor de esa misma fecha pero de 1985. Otros, más jóvenes, se asustaron al evocar lo sucedido en 2017, también en el mismo día y mes.
De nuevo vimos escenas de gente llorando y temblando en las calles, y escuchamos testimonios de personas alteradas relatando que un estado de pánico incluso las paralizó. Las redes sociales se inundaron de comentarios que plasmaban emociones exacerbadas por el terror que causó el sismo del lunes pasado.
Las secuelas de estos tres eventos (1985, 2017 y 2022) han dejado heridas en los mexicanos y sus repercusiones suelen llegar a su salud mental, porque al mínimo aviso de un nuevo sismo, cualquier alerta sísmica, remitimos a miedos desbordados y ansiedades.
Entonces, surgió la palabra tremofobia ¿Qué es eso? Es el término acuñado para referirse al temor persistente, incontrolable y desmesurado frente a los movimientos sísmicos; un problema que puede llegar a alterar las relaciones sociales y familiares.
Pero determinar que hay una fobia a los temblores, como se ha especulado, es erróneo, de acuerdo con los profesores de la Facultad de Psicología Hugo Sánchez Castillo y Ricardo Trujillo Correa, quienes aseguraron que el término no es clínicamente válido.
Sánchez Castillo considera que este concepto iría un poco más ligado a las secuelas que dejan los sismos como “la ansiedad y el estrés postraumático, pero en sí no se encuentra en dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5), que es la obra más completa y actualizada de la práctica clínica, a disposición de los médicos especializados en salud mental y de los investigadores”.
Por su parte, Trujillo Correa criticó el mal uso del término tremofobia, debido a que no hay evidencia, relevancia ni trabajos y mucho menos peso científico que sustente la fobia a los temblores. “Me parece que estamos nutriendo esto de patologizar la vida cotidiana. A todo lo que nos sucede, ya le queremos dar un significado distinto. Si se muere mi perro, es válido que esté triste, pero si ese sentimiento dura una semana, ya muchos señalan que tengo depresión y lo mismo pasa al usar este término´”, manifestó.
Un sentimiento normal
Por otro lado, ambos coincidieron en que sentir miedo a los temblores es algo normal y que no se debe esconder ni tener pena por mencionarlo, ya que es algo que forma parte de nuestra naturaleza y que incluso nos permite estar alerta ante estos movimientos telúricos.
“El miedo nunca desaparece. Nosotros como psicólogos trabajamos para que las personas resignifiquen esa emoción y tengan una forma diferente de afrontarla. No debemos ver lo que sentimos debido a los sismos como algo negativo, sino como una adaptación. No se debe remover, sino aprender a vivirlo”, explicó Ricardo Trujillo.
Hugo Sánchez por su parte manifestó que sentir miedo a los temblores resulta fundamental para la supervivencia, es algo natural e incluso saludable, aunque dejó en claro que cuando se agudiza y se vuelve patológico es necesaria la atención con especialistas.
Los simulacros deben continuar
El pasado jueves 21 de septiembre Laura Velázquez Alzúa, coordinadora nacional de Protección Civil, informó que se plantea la posibilidad de que se realicen dos o tres simulacros nacionales al año. Esto si bien fue apoyado por la población en redes sociales, también tuvo sus contrapartes negativas, ya que algunos señalaron que “se atrae a los temblores de esta forma” y “que realizarlos de manera reiterativa es una pérdida de tiempo”.
Ante esa situación, ambos académicos manifestaron que es necesario seguir haciendo estos ejercicios, ya que nos permiten relacionar la alerta sísmica con algo positivo que nos facilita crear una respuesta de sobrevivencia.
“Los simulacros no debemos tomarlos como juego, la cultura de prevención debe ir más allá y es indispensable aceptar que vivimos en una zona sísmica para que cuando llegue otro evento de este tipo, hagamos lo correspondiente y no nos afecte de la misma manera”, concluyó Ricardo Trujillo.
(Con información de Gaceta UNAM)