El estrés y la angustia requieren atención médica
Ambas han sido normalizadas y por eso, a veces, no las identificamos con claridad, dice la Sociedad Mexicana de Psicología
En esta época en que transitamos hacia una nueva normalidad, la ansiedad y el estrés están presentes en muchos de nosotros, que incluso a veces normalizamos esas emociones y no las identificamos con claridad, consideró Alejandro Zalce Aceves, presidente de la Sociedad Mexicana de Psicología.
Por ello, resulta esencial conocer sus características y buscar ayuda profesional en casos de manifestaciones muy agudas en una persona, recomendó.
El especialista participó en el ciclo virtual El sofá de las neurociencias, organizado por la Facultad de Ciencias, con la charla Trastornos de ansiedad y estrés en vías de la nueva normalidad.
Explicó que la ansiedad (proveniente del término latino anxietas, que significa congoja o aflicción) es un estado de malestar psicofísico caracterizado por una sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o desasosiego ante lo que se vive como una amenaza inminente y de causa indefinida.
“La diferencia básica entre la ansiedad normal y la patológica es que esta última se basa en una valoración irreal o distorsionada de la amenaza. Cuando la ansiedad es muy severa y aguda, puede llegar a paralizar al individuo, transformándose en pánico”, detalló.
Aceves Zalce mencionó que hay distintos cuadros clínicos en los que la ansiedad es el síntoma fundamental. “Entre ellos estaría el trastorno por crisis de angustia (en el que la ansiedad se presenta en forma de episodios como palpitaciones, sensación de ahogo, inestabilidad, temblores o miedo a morirse); el trastorno de ansiedad generalizada (donde hay un estado permanente de angustia o trastorno fóbico, donde hay miedos específicos o inespecíficos), y el trastorno obsesivo-compulsivo (con ideas desagradables que pueden acompañarse de actos rituales que disminuyen la angustia de la obsesión).
La ansiedad se presenta también como reacción al estrés agudo o postraumático, y en los trastornos de adaptación a situaciones vitales adversas, precisó.
El psicólogo aclaró que sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Pero dijo que las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos internos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.
Esos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, son difíciles de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real y pueden durar un largo tiempo. “Con el propósito de prevenir estos sentimientos, puede suceder que se eviten ciertos lugares o situaciones. Los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia y continuar hasta la edad adulta”, acotó.
Amenaza real o supuesta
En tanto, Zalce Aceves definió al estrés como una amenaza real o supuesta a la integridad fisiológica o psicológica de un individuo que resulta en una respuesta fisiológica y/o conductual.
Comentó que dependiendo de la intensidad, predictibilidad y recurrencia de un estresor, las respuestas de los individuos pueden ir desde tolerancia y evitación del estresor a nivel individual hasta la rápida aparición de nuevos rasgos o extinción a nivel poblacional.
Especificó que un nivel moderado de estrés es esencial para el crecimiento y la diferenciación de los sistemas metabólicos de un organismo, y describió que el estrés es una respuesta que se da en tres etapas: fase inicial (alarma), que ocurre cuando se detecta la presencia del estresor; segunda fase (adaptación o resistencia), presente cuando se moviliza el sistema de respuesta volviendo al equilibrio, y tercera fase (agotamiento), que sucede si el estresor se prolonga en el tiempo y surgen las alteraciones relacionadas con el estrés crónico.
El especialista sostuvo que en la actual pospandemia la ansiedad se ha ido transformando hasta el nivel de normalizarse, ya que las personas no alcanzan a detectar que se están tensando sino hasta que las sobreviene un problema mayor de salud.
En tanto, el estrés en esta etapa se genera al salir de casa, se prefieren las actividades dentro del hogar y se han creado “burbujas sociales” (ya sea familiares, escolares o laborales). “En general se mantiene una tendencia a evitar situaciones de exposición”, finalizó.
(Con información de Gaceta UNAM)