El bienestar biológico y físico repercute en la salud mental
Tenemos condiciones que nos modifican el estado emocional, pero eso no es necesariamente catastrófico: Mónica Flores, del INPRFM
Al procurar nuestro bienestar biológico y físico, tendemos a mantener también la salud mental, es decir, a tener “mente sana en cuerpo sano”. Todas las mujeres merecen ser felices y tener acceso al bienestar y a una vida tranquila, señalaron en la UNAM especialistas de diversas áreas.
En la sesión Hablemos claraMENTE, organizada por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, Olga Robelo Zarza, académica del mismo, explicó que hablar de ese tema en la mujer “no significa que no tengamos dificultades en la vida cotidiana, sino que aprendamos estrategias, como el cuidado físico, de los pensamientos, de las emociones o de las relaciones que establecemos, para construir una vida valiosa”.
Recordó que los seres humanos somos integrales: la parte biológica implica el autocuidado, la alimentación o el sueño, entre otros aspectos; la psicoemocional, incluye los pensamientos, emociones y sentimientos, y la sociocultural, el tipo de relaciones que establezco con la familia, la comunidad, etcétera.
La verdadera filosofía de la vida es reaprender a ver el mundo, señaló; cuando aprendemos a resignificar lo que queremos, lo que valemos, lo que queremos construir, podemos establecer nuestras estrategias para lograrlo. Por ello, “es muy importante revisar qué tipo de relaciones establezco hacia mí y hacia los demás”.
Claudia Ramírez Ávila, psicoterapeuta y doctorante en el área de educación, dijo que se debe buscar que haya una experimentación del bienestar, que la persona tenga conductas que la aproximen a lo que considera valioso, que haya un cuidado en todas las esferas de su vida personal, pero también autocuidado en la parte de la salud física y emocional, de autorrealización y satisfacción, donde también se incluya al ser social, o sea, la interacción con los otros.
Cada quien, expuso, tiene una historia, un contexto, y antecedentes de salud mental en su familia, o de una enfermedad física que pudiera estar influyendo en la mental. Esto no desaparece, pero se puede hacer uso de recursos personales, de estrategias de regulación emocional, de identificación, expresión y experimentación de emociones, para alcanzar el bienestar.
Una mujer, sobre todo si es madre, es “multifuncional” y atiende necesidades y asuntos de su actividad profesional, hijos, adultos mayores a su cargo, etcétera, por lo que experimenta mayor estrés y su agenda de autocuidado se reduce a “cero minutos.”
Sin embargo, debe hacer un espacio para hacer una pausa consciente y anotar cómo se encuentra, tener la mente apagada de la agitación y estar tranquila al menos por un momento. También, recomendó la experta, debe visualizar su vida como un jardín donde cada planta representa un área de su vida; si la “planta” de la familia no da flores, hay que “abonarla” con más tiempo de convivencia, de interacción. Pero también hay que entrar en contacto con nosotras mismas, hacer ejercicio, aprender algo nuevo, buscar sentido y construir relaciones significativas. “Hay que tomar el timón de nuestra vida y dirigirlo hacia donde queramos”, puntualizó.
Mónica Flores Ramos, jefa de Enseñanza en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), explicó que para mejorar la salud cardiovascular hay que hacer ejercicio y alimentarnos sanamente, es decir, cuidar el corazón; cuando hablamos de salud mental “podemos decir que hay que cuidar la mente, todos los estímulos externos e internos que recibimos”.
Sabemos que la cognición mejora si hacemos ejercicio o podemos incrementar nuestra reserva cognitiva, es decir, la información que día con día obtenemos, mediante una lectura, un foro de análisis, etcétera, y todo ello es parte de la salud mental.
Las mujeres, aseveró, tenemos muchas condiciones biológicas que nos modifican el estado emocional, pero eso no es necesariamente catastrófico; “hay que saber cuando algo no está bien y consultar a profesionales, buscar ayuda y replantear las cosas”. Cada etapa de la vida permite hacer nuevos planteamientos, darnos cuenta si no hemos puesto atención en nuestra salud física y mental, para retomarla. Hay que resignificar las cosas, preguntarnos qué queremos hacer de nuestras vidas y hacerlo.
Etapas cruciales
Rachel Fiszman, médica especialista en ginecobstetricia con subespecialidad en biología de la reproducción, mencionó que la edad cronológica de una paciente puede alterar su salud. Hay etapas en la mujer que son cruciales: a la menarca (primera menstruación), la adolescencia o la perimenopausia se suman el inicio de la vida sexual temprana, embarazos no deseados, no lograr la concepción para formar una familia o postergar la maternidad.
Es importante el autocuidado, y nombrar las emociones para detectar cuándo no son las correctas, qué nos hace sentir mal y buscar apoyo y atención profesional de ser necesario, para que nos ayuden a explorar que es lo que está pasando en la mente y cómo repercute en el cuerpo y nuestro desenvolvimiento en la sociedad.
Hay que checar el colesterol, pero también la salud mental, que es igual de importante que la física, concluyó.
(Con información de Gaceta UNAM)