De la donación de órganos a la donación de cuerpos

Rubén Argüero Sánchez, académico de la Facultad de Medicina (FM), quien hace 30 años realizó el primer trasplante exitoso de corazón en América Latina, expresó que la donación es un acto altruista, un regalo de vida en el que todos debemos pensar continuamente.

“Cuando ya no se requieren los órganos, no deben enterrarse sino cederlos. De esa donación de órganos se tiene que pasar a la de cuerpos, pues gracias a éstos y a los simuladores de alta fidelidad se logra adiestrar a los alumnos en nuevos procedimientos, instrumentos y se disminuye en forma drástica la posibilidad de un evento adverso”, subrayó.

Inicio de una época

Al ofrecer una conferencia con motivo de los 30 años de aquella cirugía exitosa –que se cumplirán el 21 de julio–, indicó que ese momento también marcó el inicio de los programas de obtención de órganos en personas con muerte cerebral, así como de trasplantes de hígado, pulmón, páncreas, riñón y córneas.

En el Auditorio Doctor Alberto Guevara Rojas de la FM, el también exdirector del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI recordó que los esfuerzos por realizar esas intervenciones comenzaron desde 1982, cuando armó un grupo de cirugía en el Centro Médico Nacional La Raza, tiempo en que estaba vetado hacerlas en espacios distintos al Centro Médico Nacional Siglo XXI. “Eran ganas de hacer algo diferente, no sólo el trasplante”, comentó.

Para lograr su objetivo, él y su equipo tuvieron que vencer diversos obstáculos, desde no contar con los instrumentos necesarios hasta convencer a las autoridades de salud para que autorizaran los procedimientos.

Ante decenas de estudiantes y profesores de Medicina, Argüero Sánchez contó que el 21 de julio de 1988 operaría a la hermana de un médico y luego tendría una reunión para iniciar el programa de marcapasos. El trasplante de corazón estaba en análisis de autorización, pero surgió la potencial donadora.

En un principio, relató, la familia de ella se negó, pero al expresarles que significaba la posibilidad de que su corazón siguiera latiendo, aceptaron. Había tres posibles receptores del órgano y luego de varios estudios se realizó la operación, en la que participaron al menos 42 personas.

“Transcurrieron 18 minutos para que volviera a latir el corazón. Fueron los 18 minutos más largos de mi vida y cuando ocurrió, todo el ambiente cambió. Había un silencio secular y cuando vimos el primer latido, se convirtió en efervescencia.”

El receptor del corazón murió después de un año, a consecuencia de una trombosis. Había pasado varios años postrado en cama y recibir el trasplante le permitió “hacer una vida que jamás había imaginado”, concluyó el especialista.

(Con información de Gaceta UNAM)

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