Crónica sobre alcoholismo como problema de salud pública
Por fortuna, no somos un país que tenga un patrón de consumo diario de alcohol, como sucede sobre todo en Europa del este
Antonio comenzó a beber pulque cuando iba en la secundaria. Era un cobarde en el cuerpo de un niño que se escondía en el alcohol para sentirme valiente, especial, diferente, ¡pero a qué precio!, cuenta ahora que lleva 40 años sobrio gracias a que cuando tocó fondo (quiso matar a su padre) fue rescatado por Alcohólicos Anónimos (AA).
Su testimonio es como tantos que se escuchan en los más de 14 mil 500 grupos, con unos 250 mil miembros, que operan en cada rincón del país desde hace casi ocho décadas. Se encuentran incluso en poblaciones que no cuentan con centros de salud (rancherías, ejidos, colonias populares), señala Juan Arturo Sabines, integrante del cuerpo directivo de la agrupación.
A partir de este lunes, la Central México AA llevará a cabo la edición 14 de su Semana Nacional del Alcohólico en Instituciones y Entornos de Tratamiento (SNAIET). Se trata de una jornada de información a escala nacional que tiene la finalidad de trasmitir el mensaje de esa organización, sobre todo en hospitales y centros de salud; la finalidad primordial, reiteran, es ayudarse entre todos a enfrentar una enfermedad incurable, progresiva y mortal: el alcoholismo.
La organización se originó en Estados Unidos en 1935 cuando dos bebedores crónicos, Robert H. Smith y William Griffith Wilson (Bob y Will) compartieron sus trágicas experiencias y notaron que al apoyarse mutuamente lograron un estado de sobriedad permanente. Fue así que comenzaron a extender ese puente de comprensión para ayudar a otras personas con el mismo problema de salud. El programa llegó a México en 1946.
En entrevista con La Jornada, Sabines detalla que, de acuerdo con las recientes encuestas de AA entre sus miembros, cada vez hay más mujeres y jóvenes alcohólicos mexicanos que acuden a pedir ayuda.
Detalló que, por fortuna, no somos un país que tenga un patrón de consumo diario de alcohol, como sucede sobre todo en Europa del este, “pero cuando aquí se consume, se hace de manera excesiva, lo cual es peligroso porque el problema no es sólo el alcohólico que bebe hasta embrutecerse y perder el conocimiento, sino aquel que no consume de manera cotidiana y cuando bebe en exceso un día, se siente bien, conduce un auto y tiene un accidente. Según estadísticas es el problema real que tenemos.
De acuerdo con la Organización Mundial de Salud, entre las mujeres se considera excesivo tomar cuatro copas o más de alcohol por ocasión, y en caso de los hombres 5 o más.
Juan Arturo aclara que se suele asociar a Alcohólicos Anónimos con algo que no es. No somos anexos, no tenemos granjas, no somos un retiro, no recibimos donativos, no hacemos colectas. Somos sólo agrupaciones de ayuda mutua que colaboran entre sí, en grupos de pares, de manera altruista, para apoyar a cualquiera que tenga problemas con la bebida y que quiera dejar el alcohol. De manera habitual sesionamos una hora y media todos los días.
Precisamente por el espíritu que anima a la organización, a pesar de que hay granjas y anexos que usan indebidamente el logo AA, la Central México no entra en controversias. Se les invita a no utilizar nuestro nombre; legalmente podríamos demandar, pero no lo hacemos a menos que ya sea una situación muy fraudulenta y corrupta. Por fortuna son pocos los casos que se han dado.
Al igual que para todo el sector salud, para AA fue un reto enfrentar la pandemia de covid-19, “de acuerdo con datos a escala nacional, durante el confinamiento no hubo un aumento significativo de casos nuevos, aunque sí recaídas en compañeros.
Además, si bien se respetó la sana distancia y cerraron algunos grupos, otros se mantuvieron abiertos para atender temas de salud mental detonados por el encierro; también se crearon grupos virtuales que trabajaron sobre todo para personas con comorbilidades serias y que mantenemos funcionando hoy en día.
En AA existen voluntarios que se denominan Custodio Clase A, personas que no tienen problemas con la bebida y que por tanto pueden salir del anonimato precisamente para difundir a la agrupación, buscar apoyos e invitar a especialistas a dar charlas, como es el caso de Juan Arturo quien destacó que el modelo de ayuda mutua creado por Bob y Will “ha trascendido por mucho a nuestra agrupación y el legado de AA. Es un paradigma que llegó para quedarse en la salud pública pues también se replica en grupos como Neuróticos Anónimos, Comedores Compulsivos o Drogadictos Anónimos que comenzaron a recrear nuestro programa con sus propios pasos y tradiciones. El modelo ha crecido tanto que también se aplica para los pacientes con enfermedades crónico degenerativas y para sus familiares, ya hay grupos de ayuda mutua como una actividad complementaria a tratamientos profesionales, o grupos de tanatología.
Adicionalmente han surgido agrupaciones hermanas como Al-Anon para padres o parejas, porque al iniciar un alcohólico su proceso de recuperación la familia se da cuenta que también necesita ayuda, y Alateen, para niños con un papá o mamá alcohólicos, porque ellos también van a tener una transformación en su vida cotidiana.
Antonio no sólo tienen 40 años sobrio, también lleva cuatro décadas contando su historia en su reunión semanal de AA, un hábito que es para toda la vida. Ayuda a sus compañeros alcohólicos para dar el primer paso, que es “reconocer que eres incapaz de controlar la bebida, el segundo es hacer un inventario de los recursos con los que se cuenta para salir adelante y el tercero, disculparte con aquellos que ofendiste o agrediste en el proceso más agudo de la enfermedad.
“Me siento muy satisfecho de poder prestar un servicio, sobre todo cuando hablo con muchachos y les digo que yo también quise ser el rey del barrio, pero ahora se paga un precio mucho más alto; antes no había tanta maldad, no nos matábamos, a lo mucho nos dábamos de palazos y cadenazos, ahora balacean tu casa y hay alcoholismo con mucha droga.
Pero ahí está Alcohólicos Anónimos, busquen un grupo. Siempre estamos para quien quiera cambiar, concluyó el hombre de 64 años, orgulloso padre de dos hijos ya profesionistas, quien se alegra de no estar en la cárcel o en un siquiátrico o haber sido asesinado por su propio padre, también alcohólico, que le disparó en dos ocasiones.
(Con información de La Jornada)