Buscan científicos mejorar la eficiencia de fármacos
Utilizando unas macromoléculas llamadas dendrímeros, con una estructura muy ramificada que se repite dentro de una arquitectura esférica y fractal, Patricia Guadarrama Acosta, científica del Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la UNAM, encapsula y acarrea dentro de ellas diversos fármacos para mejorar su eficiencia e incluso reducir dosis.
“Con esta metodología, los fármacos pueden quedar adheridos químicamente en la superficie de la macromolécula o dentro de ella en diversas cavidades y dirigirse específicamente al sitio de destino”, indicó.
La doctora en química orgánica detalló que los dendrímeros (del griego dendron = árbol), también llamados moléculas cascada, son macromoléculas bien definidas, altamente ramificadas, construidas a partir de un núcleo iniciador con respecto al cual crecen capas ramificadas, covalentemente unidas de forma radial, llamadas generaciones.
“Son macromoléculas naturales, como los polímeros o las proteínas, que se encuentran en la naturaleza. Están formadas por muchos átomos de carbono y otros elementos. La peculiaridad de los dendrímeros es su estructura altamente ramificada, son globulares, tridimensionales y tienen una superficie que se puede funcionalizar químicamente, es decir, pegar diferentes grupos de moléculas en la superficie; pero también tienen cavidades en donde se pueden albergar fármacos que necesitan una ayuda para expresar su poder terapéutico al 100 %”, expresó.
La científica explicó que casi todos los fármacos son insolubles en medios acuosos, y al ser encapsulados pueden ser acarreados para un mejor destino terapéutico.
Mediante procesos fisicoquímicos, la investigadora y sus colaboradores logran que el fármaco entre en la cavidad del dendrímero, o por reacciones químicas pueden pegarlo en la superficie del dendrímero. “Son dos escenarios posibles de acarreo de fármacos”, comentó.
Al ser encapsulado en una molécula más grande, les garantiza que el fármaco no se elimine tan rápido, permanezca más en el cuerpo, y si además se pega una molécula que haga reconocimiento molecular con el tejido que se quiere curar, se consigue una terapia más dirigida.
En el laboratorio, Patricia Guadarrama Acosta y sus colegas hacen síntesis orgánica, copian la estructura natural de los dendrímeros y los sintetizan en laboratorio para poderlos manipular.
“Hasta ahora hacemos pruebas in vitro en laboratorio, no hemos avanzado a otras en modelo animal. Nuestras pruebas son para saber que los contenedores no son citotóxicos y comprobar que tenemos una concentración mayor de fármaco cuando está incluido en la macromolécula”, precisó.
Para poder llevar esta técnica a los pacientes, la científica y sus colaboradores tendrían que pasar a pruebas con modelos animales y posteriormente a un protocolo con humanos, asunto que aún se vislumbra a largo plazo.
(Con información de Gaceta UNAM)