Apps para la salud mental pueden ser útiles, pero con reservas
Hay aplicaciones que funcionan con principios científicos; pero es difícil comprobar las credenciales de quienes ofrecen el servicio
En México “no hay profesionales de la salud mental suficientes para atender las necesidades que presenta la población en general”, explica Lucía Ledesma Torres, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina. Asimismo, prevalecen estigmas alrededor de los padecimientos de ese tipo.
De acuerdo con las cifras que publicó la Secretaría de Salud en 2020, por cada 100,000 habitantes hay 44 profesionales especializados en salud mental. “El número resulta considerable, aunque insuficiente y lo es aún más cuando se analizan las limitantes que tienen para tratar las necesidades que hay actualmente”, analiza la universitaria.
Panorama en México
De los 481,924 profesionales de la salud en el país que dan atención en los servicios federales y estatales, únicamente el 3.1 % (cerca de 15,000) son especialistas en salud mental y adicciones, de acuerdo con el Segundo Diagnóstico Operativo de Salud Mental y Adicciones que realizó la Secretaría de Salud (https://bit.ly/43K1YbK).
De esos casi 15,000 expertos, tres de cada cuatro, o cerca de 11,000, no se encuentran en centros de atención de primer contacto, sino que laboran en alguno de los 34 hospitales psiquiátricos de México.
El documento, el más actual hasta el momento y publicado en junio de 2022, señala que en la nación hay 434 establecimientos de salud mental y adicciones de la Secretaría de Salud federal y estatales, de ellos 335 (el 77 %) son Centros de Atención Primaria de las Adicciones, 65 (15 %) son Centros Integrales de Salud Mental y 34 (el 7.8 %) son hospitales psiquiátricos.
En sus conclusiones, el diagnóstico detalla: “Es insuficiente la disponibilidad de los recursos para salud mental y adicciones y están mal distribuidos entre los diversos estados del país. La Secretaría de Salud federal y las estatales cuentan con bajo acceso a los servicios y baja disposición de recursos, que son más notorios si hay que atender un problema que afecta a una quinta parte de la población”.
La poca accesibilidad que tiene la población a la atención oportuna en salud mental es un problema para el cual se han realizado múltiples propuestas. Entre ellas, están las campañas para sensibilizar a la población en general en materia de salud mental, la telementoría y las apps. “En instituciones públicas se desarrollaron herramientas tecnológicas para casos de orientación y consejería en salud mental para población en general o derechohabiente. Este fue el caso del ISSSTE”, comenta Ledesma Torres.
Las aplicaciones dedicadas a tratar la salud mental son recomendadas como apoyo complementario. “Hay algunas que tienen principios científicos, basadas en evidencias de relajación, entrenamiento en respiración, en imaginación guiada. Nos pueden ayudar a conciliar el sueño y disminuir los niveles de estrés fisiológico y síntomas de ansiedad”, agrega la académica.
Este auxilio de la tecnología debe ser coadyuvado con el autocuidado, la rutina, la obligación de generar un espacio, ejercicio y tiempo de meditación o reflexión. Por sí mismo no podrá ayudar de manera efectiva a un paciente. Lo mismo sucede con la telemedicina, la cual no llega a los rincones del país que carecen de acceso a internet.
Desventajas
Por otro lado, Ledesma Torres también enunció las desventajas que tiene el uso de la tecnología para acceder a tratamientos psicológicos y psiquiátricos. “No siempre es posible comprobar las credenciales de quien ofrece el servicio. A veces pueden haber aparentes profesionales que llevan a cabo intervenciones que no tienen una base científica ni metodológica”, apunta.
Se recomienda preguntar a un especialista en salud mental cuál aplicación o servicio virtual es más recomendable, investigar si alguna institución pública cuenta con una aplicación o un servicio similar: usualmente son gratuitas. Si se buscan opciones en las que hay un pago de por medio se debe pedir la identificación de la persona que está ofreciendo el tratamiento, junto con sus credenciales y cédula profesional.
Aunado a lo anterior se tiene que indagar sobre su esquema de trabajo, cada cuándo son las sesiones, qué enfoque tiene, si es un tratamiento, orientación o consejería. También es importante revisar si serán sesiones grabadas, de ser así preguntar para qué se usará esa información y si entrarán otras personas a la sesión.
Las tecnologías han llegado para quedarse, ya son una realidad para la prevención de condiciones psicológicas y psiquiátricas, pero no se puede tomar a la ligera; para eso se deben verificar los datos del servicio que se usará o contratará.
(Con información de Gaceta UNAM)