Alteró epidemia los ritmos circadianos de las personas
La falta de rutinas tuvo un efecto mu negativo; así que si queremos mantenernos saludables, debemos cuidar la luz y oscuridad nocturna
En el Museo de las Ciencias Universum se realizó la quinta edición de Neurofest, con la charla ¿Carrera contra el Tiempo?: Cronobiología, Cerebro y Salud, en la que Carolina Escobar Briones y Lucia Mendoza precisaron que actualmente la gente tiene una menor calidad de sueño, pese a que duerme más.
Esto “tiene que ver con la ansiedad colectiva que hace que nos tardemos más en dormir y nos vayamos a dormir más tarde. Justamente la falta de rutinas tuvo un efecto bastante negativo en los ritmos circadianos”, afirmó Lucia Mendoza Viveros, posdoctorante en el Instituto de Investigaciones Biomédicas.
Detalló que esos cambios están directamente relacionados con el llamado ciclo circadiano o reloj maestro que recibe la información sobre la hora del día a través de la intensidad de luz o la oscuridad, y avisa al resto del organismo, mediante complicados mecanismos, lo que tiene que hacer.
“Se considera al cerebro como el reloj maestro porque va a sincronizar, a partir de la información del ambiente, a otros relojes para que, por ejemplo, sea mucho más fácil para nosotros estar atentos, tener tiempos de reacciones rápidos en el día o descansar por la noche”, abundó la ganadora de la Beca para Mujeres en la Ciencia de L’Oreal-Unesco- Conacyt-AMC 2019.
Importancia de la repetición
Cuando estos procesos se ven alterados por la realización de viajes constantes o cambios de trabajo, entre otros, lo más importante para reajustar el horario del cuerpo es generar nuevos hábitos, pues el reloj maestro se regula gracias a la repetición de un evento.
“Lo ideal es básicamente tener rutinas, explorar qué actividades desempeñamos mejor durante el día y realizarlas con regularidad. La cuestión de las comidas es esencial y otra de las cosas que se han desorganizado durante el confinamiento, pues personas que viven solas comen lo que encuentran y a veces ni siquiera da hambre, lo que altera el reloj biológico”, comentó.
Con ella coincidió Carolina Escobar Briones, profesora del departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina, quien destacó que parte del problema es que además del inicio del día o la noche, las señales sociales como el despertador, el acudir al trabajo o a la escuela se han perdido debido a la contingencia.
La actual presidenta de la Sociedad para las Neurociencias capítulo México agregó que la sociedad moderna se niega a seguir rutinas, alterando la exposición a la luz y la oscuridad, por lo que hay muchas personas que reportan problemas en su descanso.
“Si queremos mantener ritmos circadianos saludables debemos cuidar la luz y oscuridad de noche. Quiero pensar que el reloj biológico siempre lo podemos volver a echar a andar. Estudios clínicos han mostrado que justamente al dar señales de tiempo bien organizadas podemos volver a activar nuevamente el reloj”, dijo Escobar Briones.
Trabajo neuronal
El Neurofest fue inaugurado por María Emilia Beyer Ruiz, directora del Museo, quien resaltó que este encuentro está destinado a poner nuestras neuronas a brillar, a pensar, a jugar, a retarlas y para comprender cómo funciona nuestro sistema nervioso.
El pasado fin de semana, en la página de Facebook del museo fue posible encontrar seis charlas, video-cápsulas, talleres sobre el cerebro, la memoria y el aprendizaje desde la más tierna infancia hasta como envejece, además de cuatro juegos que se efectuaron por medio de aulas virtuales.
Universum contó para la reunión, con el apoyo de expertos de las facultades de Ciencias y Psicología, del Instituto de Fisiología Celular, del grupo Students Interested in Neurology Group, capítulo México, SING, por sus siglas en inglés, y de la AANS UNAM.
(Con información de Gaceta UNAM)