Vestigios de hogueras de hace 10,500 años en Q. Roo

Hacen evidente estrategias de supervivencia, capacidades de organización y planeación, además del sentido simbólico de los primeros americanos

Científicos de la UNAM participaron en el descubrimiento de los vestigios más antiguos de hogueras usadas por los habitantes originarios de América, en la cueva inundada Aktun-Ha, cerca de Tulum, Quintana Roo (QR). Se trata de fogatas con antigüedad de 10 mil 500 años, colocadas en lugares estratégicos que permiten obtener fuego e iluminación, y son una guía para regresar a la superficie.

“Constituyen una evidencia de las estrategias de supervivencia, capacidades de organización y planeación, además del sentido simbólico y ritual de las cuevas para los primeros habitantes”, precisó Alejandro Terrazas Mata, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA).

La investigación realizada en el Instituto de Geología (IGl), con el apoyo del IIA, y en conjunto con integrantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue dada a conocer hace unos días en la revista internacional Geoarchaeology, y confirma la hipótesis de que se trata de vestigios del uso de fuego de los pobladores originarios de la Península de Yucatán.

Aktun-Ha es una cueva inundada –cenote–, en total oscuridad, que hace 15 mil años, cuando el nivel del mar era 150 metros más bajo que el actual, estaba seca. Los primeros pobladores pudieron usarla de morada o para rituales.

En ese sitio único, a 30 metros bajo el agua y unos cien metros de la entrada, en el salón o galería conocido como Cámara de los Ancestros, arqueólogos de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH encontraron 15 acumulaciones de carbón, posibles hogueras que fueron cuidadosamente documentadas, medidas y muestreadas, junto con los expertos de esta casa de estudios, informaron Terrazas Mata y Elizabeth Solleiro Rebolledo, del IGl.

Esqueletos de 10 individuos

El universitario explicó que hace por lo menos 13 mil años llegaron poblaciones del centro de México al territorio que ahora ocupa Quintana Roo. En los sistemas de cuevas cercanas a Tulum se han encontrado 10 individuos (esqueletos) “que hemos estudiado, y vemos que la forma del cráneo no se parece a la de sus contemporáneos”.

Sus antepasados venían de climas más fríos, al norte del continente. “Sus cráneos eran más largos y angostos, muy diferentes a los de las poblaciones indígenas actuales, que son de cara más ancha”. Además, descubrió el arqueólogo, su peso y estatura eran menores, eran más pequeños y ligeros que otros grupos de cazadores y recolectores.

Se sabe que la población prehistórica de Quintana Roo no habitaba en las cuevas, sino que las usaban como contextos funerarios y rituales. “Posiblemente entraban para depositar los cuerpos de personas importantes para la comunidad, pues eran considerados lugares sagrados”, abundó Terrazas. Aquélla perduró más de cuatro mil años y en ese lapso se diferenció del resto de los grupos del continente. Es decir, los esqueletos de Quintana Roo tienen variantes en comparación con los hallados al norte o sur de América, “seguramente por el aislamiento geográfico en el que vivieron, probablemente en un ambiente selvático, de clima húmedo parecido al actual”.

Pero, reconoció el especialista, se requiere más evidencia, pues a pesar de dos décadas de indagación falta todavía aquella de tipo cultural asociada a los esqueletos, como herramientas de piedra u ofrendas; se desconoce cómo era su tecnología o su adaptación cultural, “sin embargo, el estudio de las fogatas da una idea de su estrategia para adentrarse en cavernas y depositar a los muertos o efectuar cualquier otra actividad ritual”.

Plano comparativo del nivel del mar. Hace 10 mil años estaba 30 metros por debajo del nivel actual.

Evidencia arqueológica

Elizabeth Solleiro detalló que el sistema geológico Aktun-Ha está ubicado en el corredor de Playa del Carmen a Tulum, donde se conecta un conjunto de cuevas y fracturas. La entrada de la cueva se encuentra en el cenote, para ingresar a la Cámara de los Ancestros es indispensable buceo especializado. En dicho lugar no se halló más evidencia arqueológica que las posibles hogueras y restos de rocas que parecían quemadas.

“Se tenía que verificar que realmente esos restos eran carbón y si las evidencias eran producto de la actividad humana o se habían trasportado por las aguas superficiales y subterráneas hasta llegar al sitio. Para ello, se instrumentó una metodología en tres fases: experimental, quemando rocas para determinar sus cambios físicos por el fuego; de campo, con la toma de muestras de carbones y rocas quemadas, y de laboratorio, para el análisis y datación de los carbones, entre otros aspectos.”

Se determinó, entre otros resultados, que la edad de las hogueras es de 10 mil 500 años y que los carbones se produjeron in situ; de este modo, el fuego se originó ahí mismo y las temperaturas alcanzadas en dichas fogatas fueron de entre 200 y 600 grados centígrados.

Posiblemente algunas de las hogueras se utilizaron para la preparación de comida o para calentar, y las que estaban en una especie de nichos podrían haber servido para iluminar el lugar, concluyó Elizabeth Solleiro.

El trabajo de investigación contó con el financiamiento y colaboración de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, la Universidad de Santiago de Compostela, España, y National Geographic Society.

(Con información de Gaceta UNAM)

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