Trata de personas, pobreza, marginación y exclusión

La UNAM, comprometida en atender y enfrentar los grandes problemas nacionales, dice catedrático

Las violencias son procesos interdependientes, simultáneos y, muchas veces, por la enorme fuerza de la estructura de los códigos penales, es un delito que puede ser castigado. Sin embargo, una gran cantidad de víctimas han vivido diversas agresiones, pero sólo se castiga aquellas que pueden documentarse en los expedientes, en lo que logra demostrarse, dijo Mario Luis Fuentes, titular de la Cátedra Extraordinaria Trata de Personas de la UNAM.

Al dar la bienvenida a los participantes del Taller Desafíos para la identificación, atención, protección y asistencia a víctimas de violencias con enfoque sensible al trauma (Énfasis en víctimas de trata de personas), el universitario señaló que “cuando hablamos de trata de personas, incluso de algunas otras violencias, únicamente estamos señalando a una y no toda la dimensión de aquellas que se estructuran alrededor de la pobreza, marginación y exclusión”. Es decir, procesos complejos interdependientes que afectan y trastocan las capacidades de los individuos.

“Ese concepto que tenemos para resistir y recuperarnos de las agresiones, incluso reinventarnos ante el enorme efecto de una estructura de desigualdades, pobreza, marginación, exclusión y violencias, entra en la dimensión del concepto de trauma.”

Precisó que este taller tiene como fin contribuir a entender que designar trastornos como trauma, depresión y angustias requieren de mucha mesura, “porque los expertos saben que implica diagnóstico y capacidad de comprender lo que se observa”.

La idea es repetir estos talleres y elaborar materiales que la Facultad de Psicología (FP) junto con la Cátedra Extraordinaria Trata de Personas puedan divulgar para dar cuenta de que la complejidad de lo social es cada vez más evidente, como también lo es que no haya estructuras conceptuales que la entiendan.

Resaltó el compromiso de la UNAM de atender y enfrentar los grandes problemas nacionales. “Este taller responde a ello, ser la Universidad de la Nación, comprometida a comprender, dar respuesta, resolver y enfrentar la enorme injusticia social que significan el hambre, dolor, tristeza, frustración, y una palabra que empieza a ser utilizada en lo social: incertidumbre, que está cada vez más cerca y es algo con lo que debemos lidiar”.

Por su parte, la directora de la FP, María Elena Medina-Mora, mencionó que tendemos a colocar todo dentro de una misma canasta y pensar que todos los casos son iguales; sin embargo, la violencia tiene un papel importante sobre la repercusión en la salud mental de los individuos, en particular cuando hay un trauma asociado a ésta, las consecuencias son más graves.

“Son trastornos que podrían ser prolongados y que desarticulan a las personas. La violencia se ha incrementado mucho; hoy más que nunca tenemos la obligación de encontrar mecanismos mediante los cuales podamos hacer algo al respecto.”

Agregó que la pandemia nos trajo la oportunidad de hablar de malestar emocional, algo que antes no se hacía. El punto es que alrededor de la mitad de las personas en algún momento de la vida tendremos un trastorno, “lo cual implica que es un problema de todos”.

Más profesionales, necesarios
Dení Álvarez Icaza, coordinadora del Seminario Salud Mental y Violencia con sede en el Seminario de Estudios Sobre la Globalidad de la UNAM, apuntó que hay una enorme necesidad de formar más servidores públicos e integrantes de organizaciones civiles para que conozcan más sobre las bases de lo que llamamos el trauma o los trastornos asociados a ello.

Planteó que, quizá, algunos de los participantes en el taller fueron expertos o incluso tienen mucho conocimiento de cómo abordar este problema desde el ámbito clínico, “pero no se requiere serlo en la atención al trauma para conocer un poco sobre qué le ocurre a una persona cuando ha sido sujeta a un evento traumático y cuáles son las manifestaciones que podemos llegar a ver”.

Además, qué podemos hacer para no dañar más a las personas en esa situación, y cuáles son las acciones mínimas, tal vez sencillas, para a ayudar a aliviar o paliar un poco el sufrimiento de alguien que ha estado afectado por un evento potencialmente traumático.

Consideró que esta formación debería ser parte integral del currículo de todos los servidores públicos, porque cada vez será más frecuente que encontremos en nuestra práctica (médicos, psicólogos abogados trabajadores sociales y servidores públicos en general) a personas que tal vez hayan pasado por una vivencia potencialmente traumática. “Parte de la idea del taller es que sea una construcción colectiva, a partir de las experiencias que cada uno hemos tenido”.

(Con información de Gaceta UNAM)

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