Seguridad nacional en riesgo por ‘ratas’ de cuello blanco
Ciudadanos respetados, pero no respetables, cometen delitos, que evidencian los pactos políticos y de impunidad a gran escala, sentencia Edgar Morín
Durante el sexenio del presidente, Enrique Peña Nieto, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) realizó un análisis según el cual los delincuentes de cuello blanco representaban un riesgo de seguridad nacional, expone el doctor en Antropología, Edgar Morín.
Destaca también que la impunidad y los vicios institucionales dieron origen a otro tipo de delincuentes que ni siquiera se asumen como delincuentes: los de cuello blanco.
Son quienes, mediante redes de intereses, articulan el poder político, económico y criminal realizan crímenes que pueden afectar a decenas de personas. Son incluso personas que llevan una doble vida: ejemplar de un lado y criminal del otro.
Además, son personas que utilizan una serie de barreras, para protegerse que van desde los directores fiduciarios y empresas pantalla, hasta sistemas de acciones al portador.
Lo grave, indica, es que este tipo de poder, en algunos casos tiene capacidad de subordinar otros poderes legales.
Expone que durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) realizó un análisis según el cual este tipo de delincuentes representaban un riesgo de seguridad nacional.
A pesar de ello, el gobierno no hizo lo suficiente para contenerlo. Es más, el proceso de desincorporación de activos en manos del sector público iniciado desde sexenios atrás, contribuyó a que cometieran delitos de este tipo debido esos delincuentes se aprovecharon de sus relaciones políticas, familiares, sociales y empresariales para acceder a información privilegiada para hacer negocios.
A pesar del panorama que plantea, señala que el delito de cuello blanco sí puede combatirse lo cual implica fortalecimiento institucional y la participación de la sociedad para traspasar sus barreras de protección y enormes recursos que disponen para defenderse.
Un capitalismo “malacopa”
En México opera un capitalismo de cuates que comete delitos de cuello blanco, desde posiciones de poder, valiéndose de las zonas grises de la ley y, aun cuando alguno de sus exponentes aparentemente cae en desgracia, están dispuesto revelar complicidades para no pagar por sus crímenes, destaca.
El autor del libro Crímenes de cuello blanco. El capitalismo de amigotes y las redes en la mafia del poder, editado por Grijalbo, recuerda una frase atribuida al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, que ilustra cómo se conducen: “pues lo digo con humildad, pero tengo tiempo y recursos suficientes para romperles la madre”.
En entrevista, el doctor en antropología refiere que, con la llegada a la presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador, en todo caso, lo que hay en estos momentos son rounds de sombra entre los empresarios que se dedican a este tipo de actividades para incrementar sus fortunas y el nuevo gobierno, pero no encuentra evidencia que le permita pensar que los delitos de cuello blanco son algo del pasado.
“No. Para los delincuentes de cuello blanco siempre habrá estímulos y siempre habrá gente dispuesta a saltar las reglas, siempre seguirá la ambición; porque todo esto tiene que ver con ambición y codicia”.
Y es que ha documentado cómo alguien que lo tiene todo (dinero) no se conforma, la codicia lo traiciona y defrauda.
Además, señala que, “desde la lógica de poder, ningún poder va a querer ser totalmente transparente, más allá del discurso”.
En 366 páginas, el autor expone un fenómeno en el que ciudadanos respetados, pero no respetables, cometen delitos, que evidencian la existencia de pactos políticos y de impunidad a gran escala.
Parte del hecho de que los delitos de cuello blanco, además de cometerse desde posiciones de poder, ya sea financiera, económica o social, generalmente se hacen utilizando un sistema organizativo formal e informal, con estructura, lógica y método.
A diferencia de los códigos que hay en la delincuencia organizada, refiere, donde ser “soplón” es penado por la propia delincuencia, los delincuentes de cuello blanco, cuando caen en manos de la justicia, están dispuestos a hablar con tal de negociar.
Para abordar el tema relata la forma en la que, en México, durante la última parte del siglo pasado, en la delincuencia, se dio un fenómeno según el cual se pasó del protagonismo de delincuentes que, en lugar de recurrir a la violencia, se valían de su don para persuadir, engañar o falsificar a otro tipo de delincuencia a una delincuencia que ahora se caracteriza por utilizar altas dosis de violencia.
Refiere también que, en el pasado, se cometían delitos financieros en los que los delincuentes aprovechaban la ambición y la codicia de la víctima para defraudarla.
Incluso plantea que la impunidad abarató el costo del ejercicio de la violencia.
(Con información de El Economista)