Reflexiones masculinas sobre machismo en espacios laborales
San Francisco. Ha sido una temporada confusa para los hombres que trabajan en Estados Unidos, pues el diálogo sobre el acoso en los sitios de trabajo ha revelado que se trata de una epidemia a nivel nacional —y muchos hombres se preguntan si participaron o ignoraron las señales—.
Un ejemplo es Owen Cunningham, director de la empresa de diseño de San Francisco KBM-Hogue. Cuando piensa en la fiesta corporativa de cada diciembre, se estremece.
“Decidí cancelar la fiesta decembrina”, dijo Cunnnigham, de 37 años, y añadió que solo lo hizo mientras descubre cómo deben interactuar los hombres y las mujeres. Dijo que se considera una persona progresista en asuntos de género, pero ha estado reflexionando sobre las conductas que ha observado en el pasado: “¿Qué coqueteo es correcto? ¿Alguna vez me he aprovechado del escaso poder que he tenido? Empiezas a preguntártelo”.
En muchas oficinas, los trabajadores comunes se están dando cuenta de la prevalencia de los ataques y acosos sexuales después de casos de alto perfil como los de Harvey Weinstein, Mark Halperin y Louis. C. K. Esos casos ayudaron a inspirar la campaña #MeToo o #YoTambién, en la que miles de mujeres han publicado en las redes sociales sobre sus propias experiencias de acoso.
Ahora muchos hombres que pensaban que trataban a las mujeres como iguales en su lugar de trabajo están reflexionando en retrospectiva sobre su propio comportamiento y se preguntan si también se han sobrepasado de maneras sutiles o explícitas que pudieran incluirlos en una publicación de #MeToo.
No creo que haya hecho nada malo”, dijo Nick Matthews, de 42 años, quien trabaja en PwC y vive en San Francisco. “¿Pero qué tal si algo que haya hecho se ha interpretado de otra manera?”.
En respuesta, algunos hombres están formando grupos de mensajes de texto de puros hombres en empresas o industrias para aportar ideas sobre asuntos de acoso. Algunos dijeron que planean ser mucho más cuidadosos al interactuar con las mujeres porque sentían que la línea entre ser amistosos y acosar sexualmente es muy fácil de cruzar. Otros batallan por reconciliar cómo pudieron suceder estos comportamientos incluso entre hombres que creen en los derechos igualitarios.
Joel Milton, de 30 años, un empresario de Denver que trabaja en Baker Technologies, una plataforma para dispensarios de cannabis, dijo que hace poco decidió ser más cuidadoso con sus encuentros corporativos fuera de la oficina después de ver el incremento de los reclamos de #MeToo.
“Cuando escucho que alguien de mi equipo tendrá una fiesta en una piscina, ahora digo: ‘Ah, creo que no deberían asistir los gerentes’”, dijo Milton, basándose en el tipo de información que muy probablemente abordan los manuales para el empleado de muchas compañías.
Añadió que el acoso no era algo en lo que hubiera pensado antes, pero que ahora consideraba su propio comportamiento más profundamente. “¿Alguna vez hice algo?”, dijo.
Muchas compañías han ordenado desde hace tiempo que haya capacitación en contra del acoso para educar tanto a hombres como a mujeres sobre el asunto. Sin embargo, en un informe del año pasado, la Comisión para la Igualdad en las Oportunidades de Trabajo de Estados Unidos encontró que gran parte de esas capacitaciones son ineficaces y que una gran parte del acoso en el lugar de trabajo no se reporta.
Jonathan Segal, un abogado del equipo especial contra el acoso de la comisión, dijo que ahora ha recibido preguntas extrañas de hombres sobre cómo comportarse en el trabajo. En un evento para recabar fondos, celebrado el mes pasado en Palm Beach, Florida, algunos hombres le preguntaron si estaba permitido abrazar a una mujer y dónde deben fijar los límites.
Segal dijo que les ha explicado a los hombres que el contexto importa y que pretender que hay una zona gris entre la amistad entre colegas y el ataque sexual es absurdo. Por ejemplo, les dijo, abrazar a una vieja amiga es muy distinto de tomar por detrás a una colega cuando está trabajando en su escritorio.
“Si no pueden entender eso, entonces quizá nunca deben dar abrazos”, dijo.
Owen Cunningham, quien trabaja en una firma de diseño en San Francisco, dijo que comenzó a preguntarse: «¿Qué coqueteo es correcto?». Credit Peter Prato para The New York Times
Segal, quien dirige una capacitación en contra del acoso, ahora está expandiendo parte del programa llamado Mentoría Segura, que enseña a los hombres cómo ser mentores de mujeres más jóvenes sin acosarlas. Hace poco, en una sesión, un supervisor habló sobre tener un boleto extra para un evento deportivo y sentir que solo podía invitar a colegas de sexo masculino; Segal les explicó cómo invitar a una colega sin acosarla sexualmente.
La respuesta al acoso no puede ser evitar a las mujeres”, dijo.
Sin embargo, algunos empleados dijeron que han comenzado a seguir “la regla Pence“, antes conocida como la regla de Billy Graham, por el predicador evangélico. Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, ha dicho que no come solo con ninguna mujer que no sea su esposa ni asiste sin ella a ningún evento si habrá alcohol. No todos tienen esa actitud.
Algunos hombres dijeron que el mejor camino es preguntarle directamente a las colegas si se sienten acosadas. Pat Lencioni, fundador del Table Group en Lafayette, California, que brinda asesoría ejecutiva a compañías sobre asuntos como la diversidad, dijo que estaba haciendo eso y le había preguntado a las mujeres de su oficina si estaban preocupadas por el acoso.
“Llegué a la oficina y dije: ‘Oigan, les tengo una pregunta: todo esto sobre el acoso y esas cosas, ¿les preocupa que alguna vez suceda aquí?’”. Recuerda Lencioni, de 52 años. “Y todas respondieron: ‘No, porque te conocemos. Sabemos quién eres’”. También dijo que cree que su enfoque debería adoptarse más ampliamente.
Con cada vez más denuncias de mujeres de comportamiento inadecuado, algunas empresas predicen que los eventos en los que haya alcohol después del horario de trabajo podrían ser incendiarios este año. Aunque muchas compañías tenían sus fiestas planeadas para un jueves o viernes por la noche, algunas las están cambiando a la tarde de un lunes o martes, dijo Sarah Freedman, vicepresidenta de operaciones de 23 Layers, una empresa que planea eventos con sede en Nueva York cuyos clientes incluyen a Google y West Elm.
La barra libre se está remplazando con áreas de juegos. Hace poco un cliente solicitó que la bebida de la fiesta sea el “John Daly”, una bebida con vodka pero muy rebajado, lo que Freeman consideró extraño pero quizá sabio.
Los eventos después del trabajo están en “primera fila” en cuanto al acoso y ahora las empresas quieren “medidas más seguras”, dijo.
(Con información de The New York Times)