Plantean ‘evolución asistida’ de las barreras de Coral
Gran Barrera de Coral. Después de zambullirse en el agua cristalina para inspeccionar un arrecife de coral, Neal Cantin se quitó la máscara y negó con la cabeza.
“Todo está muerto”, dijo.
Pero pese a que él y su equipo de buceo formado por científicos internacionales lamentan la devastación que el descuido humano ha infligido en el más grande sistema de arrecifes del mundo, también han tenido un motivo para tener esperanzas.
Durante esos días de trabajo en un trecho marino cercano al estado australiano de Queensland, Cantin y sus colegas habían salido con muestra tras muestra de coral vivo, que de alguna manera eludió la reciente extinción: sobrevivientes resistentes, que se aferraron a la vida en medio de un cementerio.
“Estamos tratando de dar con súper corales, los que sobrevivieron al peor estrés por calor de sus vidas”, dijo Cantin, un investigador que trabaja en el Instituto Australiano de Ciencias Marinas, en Townsville.
El Dr. Cantin con tanques que tienen distintos tipos de corales en el Instituto Australiano de Ciencias Marinas Credit David Maurice Smith para The New York Times
Los arrecifes de coral han sido apodados las selvas tropicales de mar porque, aunque ocupan un área pequeña, albergan a la gran mayoría de la variedad de fauna y flora de los océanos.
Los pólipos de coral son animales pequeños que son como agricultores, pues crían a plantas todavía más pequeñas —algas– que les dan comida. Los corales excretan una sustancia dura que forma el arrecife y le da a los pólipos y a otras criaturas un lugar dónde vivir.
El objetivo no es solo estudiarlos, sino encontrar aquellos con los mejores genes, multiplicarlos en tanques terrestres y en algún momento regresarlos a los mares, donde puedan continuar reproduciéndose. La esperanza es crear arrecifes más fuertes —básicamente acelerar la evolución— y poco a poco construir un ecosistema capaz de sobrevivir al calentamiento global y otros ataques ambientales causados por el hombre.
La investigación que tiene lugar aquí es parte de un impulso internacional que se hace cada vez más urgente. Después de décadas de acumular daños, seguida de una gran extinción en 2015 y 2016, algunos científicos señalan que creen que la mitad de los arrecifes de coral que existían a principios del siglo XX ya han desaparecido.
En lugar de quedarse parados viendo cómo desaparece el resto, una avanzada de expertos en arrecifes está decidida a actuar.
En Florida, están siendo pioneros en técnicas que podrían permitir el rápido restablecimiento de arrecifes muertos debido al estrés por calor. En Hawái, están estudiando la biología de los corales que de alguna manera lograron aferrarse a la vida pese a que una generación anterior de personas vertió aguas residuales sin tratar a una maravillosa bahía. En el Caribe, los países están uniéndose para crear un banco de almacenamiento genético de corales, un plan de respaldo por si todos los corales actuales se extinguen.
“Nosotros creamos estos problemas”, dijo Michael P. Crosby, presidente del Acuario y Laboratorio Marino Mote en Sarasota, Florida, una de las instituciones que encabeza estos trabajos. “Debemos participar activamente ayudando a los corales a resurgir”.
Sin embargo, este nuevo impulso para ayudar a los arrecifes del mundo implica riesgos y plantea muchas preguntas.
Un esfuerzo de restauración a gran escala podría ser muy costoso, y hasta ahora los gobiernos han proporcionado solo sumas modestas, a pesar del golpe que sus industrias turísticas multimillonarias podrían sufrir debido al deterioro continuo de los arrecifes. Los filántropos particulares —incluyendo a Paul G. Allen, cofundador de Microsoft— están gastando millones de dólares para pagar gran parte de estos trabajos tempranos. ¿Llegarían a contribuir con miles de millones de dólares?
Y aunque los científicos están tratando con enfoques modestos en primera instancia, quizá la estrategia más eficaz para salvar los arrecifes a la larga sea a través de métodos genéticos, incluyendo la reproducción selectiva o la transferencia de genes resistentes al calor a los corales. Eso se ha hecho con cultivos, pero ¿sería ético hacerlo en un entorno silvestre?
“¿Cómo decides qué intervenciones son correctas y cuándo intervenir?”, preguntó Madeleine van Oppen, profesora de Biología Marítima en la Universidad de Melbourne, quien dirige los experimentos en Australia encaminados a lo que llama la “evolución asistida” de los arrecifes de coral. “Hay un largo camino por recorrer, por eso estamos comenzando ahora”.
Incluso los científicos que han incursionado en este tipo de trabajos se están preguntando si es lo correcto y si alguna vez será suficiente dado el grado del impacto que se predice tendrá el cambio climático. “Pensar que hemos tenido que dar esta dirección a nuestra ciencia parece aterrador, pero es lo que debemos hacer”, dijo Ruth Gates, una investigadora de corales que dirige los trabajos en Hawái.
Los científicos primero advirtieron, hace varias décadas, que los arrecifes de coral eran particularmente sensibles al estrés por calor y que estarían entre las primeras víctimas del calentamiento global si no se controlaban las emisiones.
Se les ignoró y la humanidad siguió quemando combustibles fósiles con descuido, estableciendo una primera prueba sobre si las predicciones científicas sobre el calentamiento global podían creerse.
La mayor parte del calor atrapado por esas emisiones se ha ido a los océanos, que ahora se han calentado tanto que solo un poco más de calor puede causar extinciones masivas de corales. El golpe extra se da cuando los patrones climáticos de El Niño calientan grandes tramos de los trópicos.
(Con información de The New York Times, donde puede leer el artículo completo)