Plaguicidas matan 4 mil millones de abejas en México

Ciudad de México. En México, las abejas están desapareciendo a un ritmo acelerado gracias a la mano del ser humano, pero se trata de una problemática multifactorial. Entre el calentamiento global y el uso de insecticidas están provocando que los insectos mueran, lo que ocasiona un desequilibrio en el medio ambiente y supone un riesgo para la producción alimentaria.

En entrevista para SinEmbargo, el doctor Octavio Gaspar Ramírez, del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco AC, remarcó que, en el país, las abejas están muriendo específicamente a causa de los plaguicidas.

Por ello, explicó que lo catalogado como insecticida cuenta con cierto grado de toxicidad y dentro de los más letales para las abejas y otros polinizadores invertebrados –como las mariposas y las avispas– se encuentran los neonicotinoides.

“Los insecticidas no son selectivos con las especies, entonces ponen en riesgo a las abejas y a otros polinizadores invertebrados”, puntualizó. Y agregó que la situación “es muy grave porque la abeja es el indicador del impacto de los plaguicidas en el ecosistema”.

En el mismo sentido, Sandra Laso, vocera de la campaña “Comida Sana Tierra Sana” en Greenpeace México, expuso que dichos insectos “funcionan como termómetro del ecosistema”, y son elementales en la producción de alimentos.

“Si estamos viendo que las abejas están mal, significa un efecto dominó para nosotros. La desaparición de las abejas va a afectar nuestros alimentos y por lo tanto nuestra vida”, remarcó.

En su oportunidad, Enrique Estrada, líder de la Federación Mexicana de Apicultores AC, dijo a este diario digital que sólo entre el periodo de 2015 y 2016, más de 100 mil colmenas –cada una de ellas con 40 mil abejas– colapsaron.

Es decir, en sólo un año alrededor de 4 mil millones de abejas murieron en el país. Los estados donde se dio el mayor declive fueron Jalisco, Durango, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas y Chihuahua, además de zonas de la Península de Yucatán –integrada por Yucatán, Quintana Roo y Campeche–, donde, por si fuera poco, hubo un problema de sequía que acentuó la problemática.

El apicultor explicó que Jalisco ha sido el estado más dañado, donde 50 mil colmenas colapsaron, de acuerdo con información de Salvador Hernández Lleneras, quien funge como presidente de la Federación Mexicana de Apicultores de ese estado.

Mientras tanto, Pedro Serna González, presidente del Sistema Producto Apícola del Estado de San Luis Potosí, expuso la pérdida de 24 mil colmenas. Jesús Márquez Morales, presidente del Comité del Sistema Producto Apícola de Chihuahua, reveló que en aquel estado hubo 10 mil colmenas muertas.

Francisco Salazar Talavera, presidente del Sistema Producto Apícola señaló que en la Comarca Lagunera –que comprende 5 municipios de Coahuila y 10 de Durango– colapsaron 5 mil colmenas; y de acuerdo con reportes de prensa, en Zacatecas también hubo muerte masiva que oscila entre 12 mil y 18 mil colmenas.

¿Qué tan grave es la situación? Los polinizadores por excelencia son sin duda las abejas. Estrada citó el dato que Mauricio Quesada Avendaño, miembro del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) y de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reveló hace un año: de los 115 cultivos de frutas y verduras que se siembran en todo el planeta, el 75 por ciento depende de dicho proceso que consiste en la transferencia de polen.

Alimentos bajo amenaza

De acuerdo con el informe “Alimentos bajo amenaza. Testimonios sobre la importancia de las abejas”, realizado por la organización internacional Greenpeace, en 2014, la muerte de los insectos “es un problema preocupante, puesto que de ellos depende en gran medida nuestra seguridad alimentaria y la biodiversidad en el planeta”.

“El papel de las abejas en el medio ambiente es importantísimo. Cuando se mueren las abejas se mueren los polinizadores que se encuentran en el medio ambiente y ponen en riesgo el mantenimiento de especies vegetales”, subrayó Estrada.

Ante este panorama, el apicultor lamentó que el papel del Gobierno “ha dejado mucho que desear”, pues para repoblar las comunidades de abejas, los apicultores requieren recursos económicos de los que carecen.

“Esto apenas es el comienzo, pero tenemos que atacar el problema desde ahora. Han muerto muchas colonias de abejas y tenemos que buscar desde ahora la manera de inferir porque una gran parte de los apicultores mexicanos no tienen recursos para repoblar sus colonias, son de muy bajos recursos y no tienen manera de hacerlo. El Gobierno debe apoyar en esto”, alertó.

En México, –coincidieron el especialista, el apicultor y la activista– la regulación en plaguicidas es “sumamente laxa”.

México no atiende recomendaciones

En reiteradas ocasiones, la Organización de la Sociedad Civil (OSC) ha acusado a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), –órgano descentralizado de la Secretaría de Salud (SSa)– de otorgar la autorización para el uso de plaguicidas que en algunos casos no están permitidos en otros países y el Endrín, que incluso se encuentra prohibido en México.

Laso citó el caso del glifosato –un plaguicida considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como cancerígeno–, que está prohibido en países como Francia, Holanda, El Salvador, Dinamarca y Bélgica, pero es permitido en este país.

Asimismo, el Imidacloprid y clotianidina -comercializados por Bayer- y Tiametoxam, de Syngenta y Novartis, son tres insecticidas neonicotinoides prohibidos en la Unión Europea desde 2013, pero permitidos en México y a pesar de que están enlistados como plaguicidas altamente peligrosos por su alta toxicidad en abejas, en el país son los más utilizados para el control de plagas de maíz y agave tequilero en Jalisco, explicó Laso.

El doctor Gaspar Ramírez alertó que, si se continúa permitiendo el uso de plaguicidas letales para las abejas, la población de los insectos seguirá disminuyendo drásticamente y en juego se encuentran la producción de los alimentos, la biodiversidad e incluso la economía del país.

(Con información de Sin Embargo)

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