Oxitocina: el secreto del amor
La Habana. La oxitocina es conocida como la hormona del amor por el efecto que tiene sobre el cerebro humano y cómo hace fluctuar los sentimientos, dirigiendo nuestras relaciones a lo largo de la vida.
Esa sustancia, en realidad se clasifica como un nonapéptido (un péptido que contiene nueve aminoácidos) y puede llegar a actuar como una droga para el cerebro y generar un coctel de sensaciones.
Es muy importante a la hora de dar a luz, de iniciar la lactancia o de construir el intenso vínculo de apego entre madres e hijos, muy común en varias especies de mamíferos, no solo en los humanos.
Cuando estamos enamorados, el cerebro libera una combinación de dopamina, serotonina, y noradrenalina, gracias a la cual sentimos más energía, más pasión, más ganas de experimentar.
Pero realmente es la oxitocina la que media en esa mezcla sensorial, y quien favorece la liberación de dichas sustancias químicas entre las cuales, además, aparece otra aún más intensa: la feniletilamina.
Ese compuesto pertenece a la familia de las anfetaminas, y suele durar con gran intensidad en nuestro cerebro alrededor de unos 4 años, lo cual explica en ocasiones esa primera época de pasión intensa en todas las relaciones.
Pero la oxitocina también esconde un lado negativo, poco saludable e inadecuado para nuestra estabilidad emocional pues lleva a muchas personas a ser víctimas de relaciones dependientes y tóxicas, que no conducen a nada bueno.
Es decir, que, si alguna vez has estado en esa situación, preguntándote por qué no rompes el círculo vicioso, reconociendo todos los defectos de tu pareja y aun así, manteniéndote junto a él o ella, la culpable es esa sustancia que produce tu hipotálamo.
En las relaciones afectivas destructivas, la oxitocina muestra sus habilidades más oscuras, pues nos hace cautivos el uno del otro, olvidando aspectos esenciales de nuestra vida.
Los neuropsicólogos comparan sus efectos con la ebriedad, pues experimentamos una ‘sobredosis de amor’, y seguimos siendo dependientes de esa relación dolorosa, de la cual no podemos liberarnos.
Las relaciones tóxicas se caracterizan por exceso de celos, manipulación, y abusos verbales e incluso físicos, todo lo cual con el paso del tiempo deja mella en nuestra salud y bienestar físico y mental.
Entre sus efectos adversos, los doctores reconocen el insomnio, la depresión, ansiedad, aumento de peso, dolores de cabeza, problemas de salud mental, aumento de la presión arterial, afecciones del sistema inmunológico, colesterol alto, y cardiopatías.
Pero al final, los seres humanos tenemos la capacidad de razonar, y la decisión de seguir siendo víctimas de la oxitocina recaerá en el cerebro, el cual a veces puede llevarnos por caminos separados de lo que quiere el corazón.
(Con información de Prensa Latina)