Las abejas tienen capacidad de sumar y restar
“Una conclusión sería que no necesitamos un cerebro muy complicado para hacer matemáticas”, dice Carlos Cordero
Como en muchos países, en México la materia a la que le teme la mayor parte de los estudiantes, desde la primaria hasta la licenciatura, son las matemáticas, las que según Friedrich Gauss es la reina de las ciencias.
Sin embargo, no sólo los humanos utilizamos las matemáticas, también muchos animales las utilizan en su vida diaria. Uno de estos animales son las abejas, que han sido estudiadas principalmente por su danza, que es una forma de transmitir al panal información sobre una fuente de alimentos. A partir de los trabajos del etólogo austriaco Karl R. von Frisch abundaron los estudios sobre esta forma de comunicación.
Son menos conocidos los trabajos sobre la capacidad de las abejas para sumar y restar, y aunque no son muchos, uno reciente señala la capacidad de estos insectos para sumar y restar una unidad.
En un artículo publicado en Science Advanced a principios de marzo de este año, investigadores australianos demostraron que las abejas pueden realizar sumas y restas.
En su trabajo, “Numerical cognition in honeybees enables addition and subtraction”, los investigadores, dirigidos por Adrian G. Dyer, del Departamento de Fisiología de Monash University, en Australia, trabajaron con algunas abejas para prepararlas para estas operaciones aritméticas.
“Hay una amplia bibliografía sobre la capacidad de aprendizaje de las abejas, pero este estudio es el primero que demuestra que también pueden sumar y restar”, explicó Carlos Cordero, del Instituto de Ecología. “Este trabajo es bastante claro porque es el estudio de la capacidad cognitiva de estos insectos; una forma sencilla de referirse a la cognición es pensar, y los estudios sobre la capacidad de pensar de las abejas tienen una larga tradición, sobre todo a partir de la danza de las abejas, que es todo un sistema de comunicación”.
Agregó que estudios previos encontraron que las abejas tienen la capacidad de contar, pero en este artículo se menciona que también pueden aprender conceptos como izquierda/derecha, arriba/abajo, grande/ pequeño e igual/desigual; ahora se ha encontrado que pueden contar y discriminar números cuando se les entrena usando premios y castigos.
“Estos investigadores las entrenaron para realizar una tarea, y ya que aprendieron a hacerla se les cambió el escenario para ver si lo aprendieron mecánicamente o si pueden innovar a partir de las reglas aprendidas”, dijo el investigador.
El experimento
Los investigadores no trabajaron con abejas de laboratorio, sino con abejas silvestres. En el campo prepararon muchos panales con el fin de tener abejas disponibles para su experimento. Las abejas eran de las llamadas de ‘vuelo libre’, no estaban encerradas en el laboratorio, pero les pusieron comederos cercanos al lugar del experimento para que algunas los visitaran.
De las abejas que llegaron a los comederos capturaron algunas y las marcaron. Fueron 14 abejas con las que trabajaron. En su artículo, los investigadores explican cómo las entrenaron para que identificaran colores (azul o amarillo) como representación simbólica de la suma o adición (azul) o de la resta o sustracción (amarillo), y de esta manera elegir el resultado correcto en una operación aritmética.
Las abejas fueron entrenadas para entrar en un laberinto en forma de Y. En la entrada había una placa con algunas figuras geométricas (cuadrados, triángulos o círculos) que servirían como estímulo. Si tenían que sumar se utilizaba una placa de color azul la cual se colocaba en la entrada del laberinto junto a un orificio para pasar a la cámara de decisión. La placa tenía dos figuras geométricas.
En la cámara de decisión había dos cámaras, cada una con una placa similar a la de la entrada. En una había una figura geométrica, en la otra había tres. Como la operación consistía en sumar una unidad al conjunto de la entrada (dos figuras geométricas) la respuesta correcta era elegir la placa que tenía tres figuras. Si la abeja elegía ésta, como recompensa debajo de la placa encontraría una gota de una solución azucarada. Si elegía la equivocada, entonces la gota era de quinina, de sabor muy desagradable.
En el caso de la resta, en la entrada del laberinto había una placa amarilla con tres figuras geométricas, junto a la cual estaba el orificio de entrada. Dentro de la cámara de decisión había una placa con dos figuras geométricas y otra con tres. Si elegían la correcta (la placa con dos figuras) el premio era la gota de agua azucarada, en caso contrario, la gota de quinina.
En esta fase de aprendizaje a las abejas se les hizo repetir este ejercicio cien veces, utilizando los colores y número de figuras geométricas de manera aleatoria; durante esta fase las decisiones correctas fueron de más de 80 por ciento, con lo que se encontró que estos insectos aprendieron de manera simultánea a sumar y a restar a partir del color de la muestra en la entrada del laberinto.
También se observó que cada insecto aprendió de manera diferente, quizá entre otras razones a las diferentes capacidades cognitivas de cada uno.
En la fase de prueba a las abejas se les hizo un examen en el que no había premios o castigos al aplicar los conceptos aprendidos de la suma y la resta. En lugar de la gota de agua azucarada o de quinina, se les puso una gota de agua.
Se les practicaron cuatro tests, dos de sumas y dos de restas. Los resultados demuestran que las abejas pudieron aplicar lo aprendido en sumas y restas en problemas diferentes a los de la fase de aprendizaje.
“En el experimento se encontró que las abejas pueden manejar símbolos. En este caso, el color amarillo para la resta y el azul para la suma. Los humanos utilizamos el signo + para la suma y el de – para la resta que aprendimos de niños, pero las abejas aprendieron a sumar y restar con el color”, explica Carlos Cordero.
“Los humanos suponemos que ciertas habilidades son exclusivas de nosotros, como las matemáticas, que para mucha gente son muy difíciles de entender, por lo tanto, se piensa, cómo van a poder resolver problemas matemáticos los animales, así sean muy sencillos”, dice el investigador.
“Una conclusión sería que no necesitamos un cerebro muy complicado para hacer matemáticas. Se calcula que una abeja tiene un millón de neuronas mientras que el cerebro humano tiene 85 mil millones. Además, se pueden hacer matemáticas incluso sin tener la cultura humana”, dice Carlos Cordero.
Otra conclusión importante es que las necesidades que enfrentan los animales pueden explicarnos la evolución de estas capacidades. “Este logro de las abejas es una lección de humildad. Otro logro es haber demostrado experimentalmente lo que estos insectos pueden hacer”, finalizó el investigador.
(Con información de Gaceta UNAM)