Investigación mundial sobre el origen del Homo sapiens
El Homo sapiens ya busca sus orígenes en la cuna de la humanidad. La UNAM, mediante el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), continúa con la ejecución del proyecto internacional Ocupación Temprana de Homo sapiens en la Pluviselva Tropical de Guinea Ecuatorial: Rift de Uoro-Río Wele, el cual es encabezado por Alejandro Terrazas Mata del Laboratorio de Prehistoria y Evolución Humana.
Se trata del primer gran trabajo global dedicado a entender cómo y por qué se generó el Homo sapiens, así como indagar y comprender cómo participó una tercera parte del continente africano, es decir sus selvas tropicales, en el origen de nuestra especie.
“Por vez primera un proyecto de paleoantropología mexicano se desarrolla en el continente africano y es cien por ciento coordinado desde nuestro país, aun con colaboradores del ámbito internacional”, dijo Terrazas Mata, previo a su partida a África Central.
Intervienen también botánicos y antropólogos de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, así como de las universidades de Calgary, Canadá; Berkeley, Estados Unidos, e instituciones de educación superior de España.
En la parte de la generación y proceso del conocimiento en laboratorios en México, participan 17 universitarios integrantes del IIA, así como de los institutos de Física, de Geofísica y de Geología de la UNAM. Además de la labor interinstitucional con académicos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Gran desconocimiento
Sabemos que nuestra especie, explicó el investigador, se originó en el continente africano; los fósiles más antiguos que se le pueden atribuir a ésta provienen de allá. Sin embargo, hay una gran parte de ese territorio que se desconoce por completo (África Central), debido a que está cubierto de selvas y ahí es muy difícil encontrar fósiles o sitios y herramientas arqueológicas.
“Por eso elegimos Guinea Ecuatorial, porque su selva es la más biodiversa y llena de endemismos; es muy antigua, aparentemente tiene 12 millones de años. Si encontramos restos de seres humanos ahí, significa que es muy probable que ya vivían en la selva, no en el bosque ni en la sabana; es decir, ya habían logrado desarrollar adaptaciones económicas, tecnológicas y biológicas a los problemas de dicho lugar”, indicó.
Así, enfatizó Terrazas Mata, nos introduciremos en sitios donde nunca ha habido un arqueólogo, solamente se realizó una expedición en los años 80 del siglo pasado y eso es todo, por lo que somos los primeros en indagar dicha región.
Con la investigación y documentación previas, Alejandro Terrazas pudo establecer que en África Central el sapiens habitaba en pequeños poblados al aire libre. No obstante, cree que es muy posible que enterraran a sus muertos en lugares especiales. Por ello, se harán revisiones en cuevas con el objetivo de encontrar fósiles que indiquen si pertenecen al Homo sapiens.
“Sabemos que en Guinea Ecuatorial hemos estado viviendo por lo menos durante 35 mil años, hemos compartido este ecosistema con gorilas, chimpancés, elefantes, una gran cantidad de fauna y de vegetación y no la destruimos, esto no siempre es así.
“Este lugar es el ejemplo perfecto de una coexistencia armónica entre los seres humanos y su ecosistema, uno de los más delicados del mundo. La evolución humana no ha sido necesariamente destructiva para nuestro planeta; en ese sentido, buscamos un conocimiento del pasado que nos sirva para diseñar un futuro de relación no negativa con los ecosistemas”, agregó.
El proyecto es de largo aliento, la primera etapa llevará unos tres años, y para tener resultados firmes hay que determinar la antigüedad de los sitios arqueológicos, cómo vivieron, qué cazaban, qué recolectaban, en qué medio ambiente vivían y reconstruir el modo de vida.
Para ello, abundó, la colaboración se extiende con otras universidades del orbe, que apoyarán el proyecto en la realización de estudios especializados para conocer la antigüedad de los lugares, con dataciones por paleomagnetismo y termoluminiscencia.
“Además, tenemos que llevar muestras de tierra, minerales y piedras, así como los artefactos arqueológicos; de modo que se analizará el tipo de herramientas, su composición, el tipo de sedimentos y qué clase de paleoambiente había.”
Guinea Ecuatorial
El reto se robusteció para Alejandro Terrazas cuando se percató que México no tiene embajada en Guinea Ecuatorial. “Busqué un correo electrónico de quien fuera, no había ninguno; logré hacer un contacto por medio de colegas españoles botánicos que no tienen nada que ver con nuestra carrera y pude establecer comunicación, pero éste fue un proceso de cinco años”.
El viaje de manera total es de 50 horas, incluye escalas en Madrid, Casablanca, Libreville en Gabón, para arribar a Malabo, capital de Guinea Ecuatorial; de ahí, se aborda otro avión para llegar al continente, y más adelante un vehículo todo terreno que lleva a los poblados donde se elaboran las investigaciones, y finalmente se emprende una caminata de varias horas a los sitios bajo estudio.
“Se come yuca fermentada y tienes que tener un estómago muy resistente, es un tubérculo que proviene de América; la dieta en sí es monótona para los mexicanos. Llevamos muy poco alimento, el viaje anterior comimos boa, no me hizo feliz, sentí pena; allá cazan de todo para sobrevivir.”
Esta será, recordó, “la tercera vez que trabajamos en este país; es la segunda temporada oficial ya con fondos de la UNAM e iremos a campo cuatro personas (dos mexicanos y dos españoles, sólo yo oficialmente de la Universidad Nacional)”.
El regresó está planeado para el próximo 13 de octubre. “Todo esto lo hago por curiosidad, los científicos somos un poco niños, seguimos en la etapa del ‘por qué’, de volvernos locos por no tener las respuestas”.
(Con información de Gaceta UNAM)