Indispensable, finalizar corrupción y especulación inmobiliaria

Desde la Universidad somos responsables de formar arquitectos socialmente conscientes, apegados a lo que marcan las normas

Después de que se confirmó que la caída de varios edificios y viviendas durante los sismos de 2017 se debió a que estaban mal construidos y que además se violaron reglamentos y normas básicas de seguridad, el director de la Facultad de Arquitectura, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, consideró que es indispensable terminar con la corrupción y la especulación inmobiliaria para reducir riesgos y garantizar construcciones más seguras.

El especialista destacó que para nuestro país es muy importante seguir impulsando el desarrollo inmobiliario, pero nunca basado en la especulación salvaje, es decir, no lucrar con la construcción de viviendas, por lo que es necesario que arquitectos, ingenieros y constructores asuman una mayor responsabilidad social y antepongan la ética profesional por encima de los negocios y las ganancias económicas.

“Desde la Universidad somos responsables de formar arquitectos socialmente conscientes de apegarse estrictamente a lo que marcan las normas y reglamentos de construcción y poner por encima de todo la seguridad de los usuarios. La construcción es uno de los sectores en el que históricamente la corrupción termina incidiendo y afectando seriamente el patrimonio de las familias, con acciones indebidas que van desde el cambio de la fórmula en el concreto que se va a utilizar, hasta el hecho de respetar el diámetro de las varillas que exige la norma, sin dejar de subrayar las múltiples irregularidades que se presentan en la supervisión de las obras”, enfatizó.

Añadió que después de las experiencias lamentables con los sismos de 1985 y 2017, resulta inconcebible que se sigan levantando grandes edificios en la Ciudad de México, al margen de las leyes, y que siga habiendo zonas o barrios en donde sólo porque alguien se las “arregla” para adquirir varios predios, se abroga el derecho para construir edificios de 15 o 20 niveles, sin respetar el uso de suelo y en la mayoría de los casos, en contra de toda lógica de una infraestructura urbana y sobre todo de un estricto apego a las normas de seguridad.

Del Cueto Ruiz-Funes indicó que aún hay una percepción o un sentimiento popular de que todos los edificios que se vinieron abajo durante los sismos es porque estaban mal construidos, pero lo cierto es que muchas viviendas dañadas contaban con los estándares de seguridad y de calidad en su edificación, y en esos casos, la magnitud de los sismos y la cercanía del epicentro, influyeron directamente en las graves afectaciones que se registraron varios edificios.

Recordó que los sismos de 2017 causaron severos daños no sólo en la capital del país, sino también en estados como Morelos, Oaxaca y Guerrero, y después se han registrado varios sismos significativos; sin embargo, lamentó que a pesar de las trágicas experiencias pareciera que no hemos aprendido la lección y la mayoría seguimos confiados en que lo malo ya pasó y que no puede llegar algo peor. No hemos aprendido que los simulacros son muy importantes y no los tomamos con la debida seriedad; debemos estar preparados y tener claro que vivimos en una zona sísmica y que un temblor de gran escala se puede registrar en cualquier momento. “No tenemos por qué irnos a vivir a otro lado por miedo a los sismos, sino saber lo que pueden provocar y la manera en que debemos responder, estando atentos y siempre alertas ante cualquier eventualidad”.

Lecciones positivas

Dentro de algunas de las lecciones positivas, el investigador comentó que, en particular en los estados que registran más actividad sísmica, hay una mayor conciencia social de los daños que puede ocasionar un sismo, además de que permanentemente se están revisando las normas de construcción, y se ha puesto especial atención en el tema de la resistencia de los edificios ante los movimientos sísmicos, lo que no quiere decir que esto se deba limitar a reforzar las estructuras, sino de diseñarlas apropiadamente de acuerdo con la zona urbana y el tipo de suelo.

Otra, es la llamada alerta antisísmica que se ha venido perfeccionando, y aun cuando el sistema tiene mucho por mejorar, es de las pocas herramientas valiosas de prevención que se tienen ante lo inesperado. Sabemos que vamos a seguir sufriendo sismos y lo importante es tener esa capacidad de reacción en un momento dado, saber cómo actuar ante un sismo.

Por último, destacó que México ha sido punta de lanza en el trabajo de estructuras y superestructuras antisísmicas, y precisamente la normativa y los reglamentos de construcción han puesto especial énfasis en incorporar ese tema en la construcción de edificios y viviendas, en donde el reto es mantener la solidez y rigidez de una estructura con la flexibilidad necesaria que debe tener un inmueble para poder responder a diferentes tipos de sismos y movimientos.

(Con información de Gaceta UNAM)

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